Una hermosa lección de humor, historia y dignidad

«EVANGELINA RETORNA DE LA BREÑA» es el unipersonal de nuestra reconocida actriz Delfina Paredes, que a sus 82 años vuelve a ponerla en escena, esta vez en el auditorio del LUM.

Presentada en diversos escenarios de nuestro país desde 1994, la obra rescata la participación heroica de la mujer nativa en los hechos históricos protagonizados por el Batallón Zepita, comandado por el entonces Coronel Andrés Avelino Cáceres, durante la Guerra del Pacífico. La obra coincide además con un aniversario más de la Batalla de Tacna.

En la tradición andina, las abuelas siempre han preservado y transmitido la memoria de la comunidad. Con «EVANGELINA RETORNA DE LA BREÑA», Delfina Paredes rescata esta tradición oral a través del teatro que honra la memoria de quienes no figuran en los libros de historia y pone en primer plano un conflicto cuyas secuelas se arrastran hasta la actualidad.

A continuación, una entrevista con Delfina.

¿De dónde viene Evangelina?

Salió en la televisión el año 1975. El personaje tuvo mucha aceptación en el público a pesar de que el canal no hacía promoción y bueno, lo suspendieron con 32.5 de rating (risas). Y yo me enteré porque se me presentó un periodista de Clarín de Argentina para hacerme una entrevista y me dijo que en Alegre & Asociados, que era la única empresa que hacía una estadística del rating en ese entonces, le habían dicho que después del fútbol, el programa más sintonizado era Evangelina.

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Estamos hablando de una época en que el fútbol tenía una gran sintonía, ese año jugamos la Copa América y la ganamos. ¿Por qué levantaron el programa con un rating tan alto?

Yo creo que era porque la gente… se entretenía, se reía a veces, pero sobretodo se quedaba PENSANDO en lo que había visto. ¿Por qué pasa esto? ¿Por qué sucede esto? Que puedan pensar no es conveniente, creo, para la televisión (risas).

Bueno, ahí quedó Evangelina, pero luego el personaje aparece en algunas invitaciones que me hacían instituciones populares donde hacía algunos comentarios de la situación, a veces tocando asuntos serios, pero normalmente tocando el diario vivir de los barrios o del grupo que me invitaba. Pero en diciembre del 93 me llamó Lucho Bustamante, un productor que había trabajado en el INC en la época de Velasco. El estaba presentando un programa de monólogos por los 50 años que cumplía la Asociación de Artistas Aficionados. Eramos cinco: Orlando Sacha, Mariella Trejos, Ofelia Lazo, Hernán Romero… ellos tenían sus monólogos que los habían presentado en diferentes momentos, todos de autores extranjeros. Y yo, la verdad, monólogo monólogo no tenía desde que estuve en la Escuela Nacional de Arte Escénico. Había memorizado cuentos de la literatura peruana como El Caballero Carmelo, pero eso era muy corto para poder presentarlo en un programa de teatro. Por suerte había leído ya las memorias de Andrés Avelino Cáceres y a medida que iba leyendo pensaba en hacer una obra teatral, pero nunca imaginé que haría un monólogo. De pronto me acordé de este personaje y dije: ¿Y una rabona que estuvo con Cáceres y que vivió las circunstancias, dolores y glorias como las de Tarapacá, cómo habría visto esta situación?

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Entonces empecé a escribir. Pero me encontré con un problema: una mujer india en esa época —1879— seguramente solo hablaba quechua. ¿Quién me iba a entender? Tampoco me sentía en capacidad de elaborar solamente en quechua un documento así. Entonces tuve que pensar, buscar la argucia del sueño. Como lo escribí en el 93, lo ubiqué en el 92: Una migrante de esa época, que vende papas, está aprendiendo a leer —ya mayor— porque alguien la está ayudando a leer. Y aunque ya muy cansada y preocupada porque no ha podido vender sus papas, empieza a leer y le llama la atención el Coronel Cáceres con su Batallón Zepita formado en el Cusco —porque ella es del Cusco— y en ese momento un bombazo…

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Un bombazo de la época terrorista…

De la subversión. Porque terrorismo está permanente, es todo lo que causa terror. Al que no tiene trabajo le causa terror no tener con qué vivir el próximo mes; a los que tienen hijos, con qué pagar el colegio, la alimentación… Todo eso es un terror que obnubila a las personas.

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Lo que me recuerda que Montesinos utilizó ese terrorismo para hacer “alianzas” y mantener alejados a sus opositores…

Quizás eso no se piensa mucho. Por eso cuando yo escucho la palabra «terrorismo» digo: «A ver, ¿de qué estamos hablando? ¿De lo que nos causa terror?» La subversión causó terror e hizo actos de terror en determinadas ocasiones. Fue respondida con una represión…

De terror también, considerando los casos de violaciones a los derechos humanos sufridos por quienes estuvieron en medio del conflicto entre ambos bandos…

Y ahora tenemos el terror universal que es el narcotráfico y sus consecuencias en la juventud, porque el problema es que allí se mata en la mente. Todos los pobres jóvenes a los que se les da a consumir la cocaína es matarlos en vida y allí está el porqué estamos como estamos.

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Los reality shows y los programas de chismes se han vuelto también como una droga para la gente…

Como una orientación. Terrible, ¿no? Lo curioso es que de eso no se habla. Se habla de más policías en la calle, más cámaras… Y son varios factores si estamos hablando de la inseguridad nacional. Espanta saber que un muchacho de 18 años es capaz, a sangre fría, de disparar en la cabeza a una persona. ¿Y cómo estaba ese muchacho? No nos preguntamos. ¿No habrá estado drogado para poder hacer eso? La mayor parte de las veces, al parecer, sucede eso.

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Volviendo a la obra, aquí usted rescata la presencia de las rabonas, estas figuras femeninas que jugaron un papel importante en las campañas militares de nuestra historia…

Y las circunstancias pequeñas que por supuesto en la historia no aparecerá, pero que son las que han cubierto estas mujeres y las preocupaciones que ellas tenían allí en esas condiciones. Supongo que “rabona” era un término un poco despectivo, pero con el tiempo creo que ellas mismas, con su proceder, lo han dignificado.

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¿Esta obra viene inspirada de alguna experiencia que usted tuvo de chica?

Digamos que ya cuando me decidí a hacer el monólogo quise honrar a mi abuelo materno poniéndole el nombre del marido: Eufrasio. Mi abuelo estuvo con Cáceres, salió del Cusco con él hasta la Batalla de Tacna y terminó la batalla. Pero en general es a todos los que entregaron su vida por salvar la dignidad. Porque también hay que ver en qué condiciones, en qué circunstancias van los soldados y los jefes a pelear, leer otros textos para ver las diferencias que había entre los intereses de los poderosos peruanos y el pueblo.

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En los 70s el programa de la chola Evangelina marcó a toda una generación…

Fíjese, yo me quedo admirada porque de pronto me encuentro con alguna persona de unos cincuenta años, que me dice: «Ah, yo cuando era chico veía Evangelina… y usted tenía su cohecito y usted llegó en avión y en tren también.” Y se acuerdan de cosas así. La gente que lo ha visto increíblemente lo recuerda.

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Hoy en día, ¿cómo responden los jóvenes cuando ven a Evangelina en escena? ¿Ha tenido oportunidad de hablar con ellos?

Sí. Bueno, ya lo importante es que no aburra, porque es un monólogo tradicional, no hay otros elementos, es simplemente entregar esta parte de la historia. Y sí, se interesan, generalmente después de la función tenemos algún cambio de ideas. Con decirle que con Vallejo, que podría ser mucho más lejano, la gente está allí pendiente y algunos me dicen primera vez que han entendido a Vallejo.

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¿Qué le diría a las generaciones de hoy y a las generaciones que vienen y nos van a suceder?

Lean. Lean historia, novelas, pero lean. Y por otro lado, no nos cerremos en nuestro problema personal. Claro, así como están las circunstancias económicas, sociales, es un poco difícil desprenderse de la preocupación personal, es difícil, pero a mí quizás eso es lo que me ha permitido también vivir: no hundirme en mi preocupación, no hundirme en el terrorismo del cual yo hablaba. En mi época había muchos trabajos estables, pero los actores éramos eventuales. Ahora ese problema es prácticamente general porque no hay un trabajo estable. De allí que yo sé lo que es esa preocupación y el terrorismo que provoca el no saber cómo vamos a avanzar económicamente el próximo mes…

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Y a las mujeres, ¿qué les diría en estos tiempos de reivindicaciones y aperturas?

Mire, yo creo en el SER humano. Hombres o mujeres debemos tratar de ser auténticos seres humanos. Porque, por ejemplo, a ver, dentro de esas reivindicaciones, una de las cosas que se reclama permanentemente es cómo en estos cargos importantes, tanto en el Congreso como en otras instituciones, hay menos mujeres que hombres. Esa no es mi preocupación. Mi preocupación es si hombres y mujeres —sean pocas o muchas— son realmente correctas, no son corruptas, no van a mentir, van a cumplir y hasta si es posible sacrificarse por el pueblo que los ha elegido. De eso se trata. Yo no voy a defender a la mujer simplemente porque es mujer. Depende de la conducta de cada uno y creo que todos de alguna manera estamos en posibilidades de tener una línea de conducta realmente humana.

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Texto: Christian Villegas.

Fotos: Víctor Zea.

La ciudad en la piel

El fin de semana pasado volvió a ponerse en escena «MI PIEL, MI CIUDAD», creación colectiva, configurada desde el teatro testimonial, donde cuatro mujeres jóvenes comparten sus historias personales de acoso sexual callejero, marcadas por silbidos, tocamientos y demás expresiones que las acechan cotidianamente —como a tantas otras mujeres— desde la pubertad.

“Con esta obra pretendemos reflexionar en torno a una realidad alarmante: el acoso sexual. Las mujeres peruanas debemos lidiar con distintas expresiones de violencia machista que terminan por configurar nuestro tránsito por la ciudad y la relación que establecemos con nuestro propio cuerpo”.

Gaby Olivera, actriz y gestora del proyecto.

Estrenada el pasado 10 de noviembre en el Auditorio del Estadio Iván Elías Moreno de Villa el Salvador, la obra se presentó esta vez en el Teatro Roca Rey de la Asociación de Artistas Aficionados ubicada en el centro de Lima.

Hay que señalar que «MI PIEL, MI CIUDAD» es una de las cuatro obras ganadoras del Primer Concurso de Proyectos de Artes Escénicas «Jóvenes Directores» realizado el año pasado por la Municipalidad de Lima.

A través del teatro, el circo y la danza, Luccia Méndez, Gaby Olivera, Liliana Loayza y Romina López, bajo la dirección de Alejandro Larco, rompen esta barrera de vergüenza y miedo que impide a muchas mujeres exponer sus vivencias en torno a este tema, interpelando a quien acosa y acercando al público a hacer algo al respecto, ya que es un problema que lleva años sin resolver debido al machismo de nuestra sociedad.

¿Está Lima dispuesta a escucharlas?

A continuación una entrevista con ellas.

¿Cómo es que se juntan ustedes cuatro para hacer esta obra?

GABY: Vi la convocatoria de jóvenes directores, le comenté a Alejandro, nos juntamos a pensarlo y armar el proyecto y de allí llegó Lili que es comunicadora y nos ayudó a que el proyecto cuaje mejor. Se convocó a las chicas, se envió el proyecto a concursar y ganamos el segundo lugar.

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El año pasado se presentaron en Villa El Salvador, San Isidro, Cercado de Lima y San Juan de Lurigancho junto con los otros grupos seleccionados. ¿Cómo sintieron a los públicos y a los espacios durante las presentaciones? ¿Alguna anécdota en especial que recuerden?

LUCCIA: De hecho tiene una mística distinta los diferentes espacios. En Villa el Salvador, por ejemplo, mientras ensayábamos, había un perrito que pasaba y durante la función también se metió el perrito… Ese tipo de anécdotas.

GABY: Como fuimos el primer grupo que estrenó allí, la coordinación entre el municipio y la gente del lugar era un poco difusa y en un momento fue como: «¡Ay chicas, tienen que ir a buscar público, acá hay un instituto y no sé qué…» Entonces fuimos a buscarles y a contarles un poco de la obra a los chicos de institutos cercanos, sobre todo mujeres, había un montón de mujeres.

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ROMINA: Lo interesante fue la reacción del público. En Villa el Salvador fue absolutamente diferente a presentarlo en El Olivar y en la Plazuela. En Villa el Salvador siento que la gente conectó más. Ponte hay una parte de Luccia en donde es más criollo…

LUCCIA: Un programa, un show para mujeres…

GABY: Como un programa de mediodía…

LUCCIA: …de esos que siempre lo sintoniza el pueblo. Ahí la respuesta fue diferente a la del Olivar o a la de la Plazuela.

GABY: Claro, la entrada al código. “Este es un programa de mediodía y ustedes son la gente del set…” Rápidamente entendían y jugaban y la dinámica fue la única cosa que no se dio en los otros espacios.

LILIANA: También era un escenario distinto, estábamos en un ambiente al mismo nivel, no estábamos arriba en un escenario.

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El proceso de construcción de la dramaturgia, ¿cómo lo llevaron a cabo?

ROMINA: Alejandro nos pidió que traigamos un breve texto de los eventos que nos ha pasado que se vinculen con el acoso. Yo tenía, por ejemplo, dos textos que me pasó cuando tenía trece, doce años… Y allí, con el testimonio de cada una, se fue hilando. Una intervenía en el testimonio de la otra. Mientras que una relataba, la otra intervenía con cuerpo.

GABY: Claro, en un ritmo. En un momento jugamos más de esa forma, buscando llegar a la escena de la historia. Pero también hubo momentos que ha sido como la necesidad de ir a sentarte y conversarlo. Entonces de pronto el ensayo éramos todas sentadas conversando y conversando de lo que nos había pasado, haciendo similitudes, referencias…

LILIANA: Y salieron microtemas. No solamente era el acoso hombre a mujer, sino también temas como la feminidad…

GABY: La construcción de la feminidad…

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LILIANA: Los prejuicios…

Que influyen también en sus relaciones con los demás y consigo mismas.

LILIANA: Exacto.

Dentro de este proceso, ¿cuál sienten que ha sido lo más fuerte de sobrellevar?

GABY: No sé si “fuerte” es la palabra, pero a mí me sorprendió un poco lo AJENO que están los hombres a esto, desde el director, el asistente de dirección, el amigo, los hombres cercanos a mí a los cuales les contaba el proyecto y era como: «Ehh… sí.» «¿De verdad?» «¿En verdad?» Y el asombro, ¿no? O sea, conviven con nosotras día a día, pero me llamaba la atención que estén tan… aislados y CIEGOS de lo que nos pasa todos los días.

LILIANA: Sobre todo se sorprenden de que sea algo que nos pasa desde que tenemos diez años casi todos los días de nuestras vidas.

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LUCCIA: En el proceso, Alejandro, el director, se iba afectando por los testimonios de nosotras… hacía mea culpa imagino.

LILIANA: Por eso fue bueno contar con el apoyo de «Paremos el acoso callejero» que son este grupo de chicas que se dedican a contrarrestar el acoso sexual en las calles y sus formas de violencia.

GABY: Para la puesta pasada ellas estuvieron, fueron a ver un par de ensayos, nos daban sus observaciones, dándonos también su punto de vista de esta gente, claro, superinvolucradas con el tema desde distintas ópticas también.

¿Cuál creen que es el motivo por el cual este tema es tan ajeno a los varones?

LILIANA: Creo que muchas veces, por ejemplo, hay varones que no necesariamente acosan chicas, pero sí son CÓMPLICES de… porque lo hacen sus amigos, lo ven de su tío, lo ven en la calle y NO HACEN NADA AL RESPECTO. Pero no se dan cuenta de eso, no se dan cuenta que INCLUSO SIENDO CÓMPLICES SON PARTE DEL PROBLEMA TAMBIÉN.

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Claro, como que el machismo lo ha normalizado.

LILIANA: Claro, y está tan normalizado y es tan parte de la dinámica social que incluso hasta se ve como: «Oye, pero te estoy diciendo que eres bonita, porqué reaccionas así…»

El tema de los piropos…

LILIANA: Porque además hay muchos tipos de piropos. Podemos ir desde la casi violación hasta el que te digan: «Oye, guapa». Y la gente piensa: «¿Eso? Pero si es algo bonito.» Pero igual, aun así, ES UNA INVASIÓN.

Claro, es una invasión al espacio.

GABY: Somos hijos del machismo lamentablemente… a pesar que hay movimientos, más difusión, más información, más denuncia, yo siento que todavía estamos ahogadas en el machismo y lo vemos en esa sensación de poder que está TODAVÍA directamente sobre las mujeres. Y siento que por ahí viene también la sorpresa, el: «¿De verdad?» Porque esa sorpresa guarda un: «Estás exagerando».

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ROMINA: Hace poco estaba viniendo en el micro y me puse a reflexionar de cada cosita… y al momento de pagarle y que me devuelva boletito, el cobrador me dijo: «Toma belleza. Toma niña, la de los ojos bonitos». No tengo porqué recibir, de verdad, ni una sola palabra de cuanta admiración tienes por mi cara o qué se yo, por mis ojos. ¡No! No tengo porqué, por más que me lo digas como un chistecito, no tengo porqué recibirlo. Entonces es bien curioso cuánto o a qué punto se ha normalizado eso. Me dio ganas de armar un escándalo, para tratar de concientizar, educarlos, pero no, no lo iba a hacer obviamente…

GABY: También por lo mismo que es algo que es día a día, que se vuelve extenuante y agotador, cuántos momentos son… de resignación total, como: «Ahorita no le voy a decir nada, ni siquiera lo voy a mirar porque… no me quiero amargar el día, quiero llegar, quiero tener un día tranquilo, quiero vivir mi día y no me quiero contaminar de este estímulo que me está perturbando.»

LUCCIA: Claro, porque no puedes responder lindo… Y es irónico que piensen que puede ser. Por lo general tu primera reacción es de molestia, como de: «¡Puta madre, por qué me dices eso mierda!». Incluso un «hola»: ¿Por qué me dices «hola»? ¿Te conozco? No. Entonces… la primera sensación o emoción para responder de parte de nosotras es molestia simplemente. Y ahí parte el «Bah, no me quiero matar el día» o cargarte al fondo y ahí es donde entramos a ignorar, a evadir. Y hacemos esa caminata zombi, solo recibimos, recibimos, pero de ahí dejamos de reaccionar… para que no nos cargue, para que no nos moleste.

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Sin embargo eso las lleva al silencio que es peligroso también. ¿De qué manera se puede solucionar esto para no terminar en ese silencio que nos lleva a la pasividad?

GABY: Bueno, creo que como primer punto generar el diálogo. Siento que esto se debe conversar en todos los espacios.

LILIANA: En la familia.

GABY: Claro, en la casa… Nosotros, recordando un poco, tenemos experiencia desde los once y doce años del acoso. O sea, de las primeras veces que sales sola de tu casa, ya te acosan. Entonces… Qué pena… y qué trágico tener que prevenirle a tu hija y… cuidarla y decirle: «cuéntame, descárgate, no te calles…» y de alguna forma, no sé, tienes un soporte. No sé si en todos los espacios o en todos los tipos de familia esa figura funcionaría. De hecho también a partir de la obra descubrí que un montón de gente cercana a mí, incluso mi mamá que nunca había hablado conmigo de esto directamente, tenía un montón de historias de acoso…

Y eso que tu madre es de otra generación…

GABY: Mi mamá siempre me ha contado un montón de cosas, las facetas de su vida feas, bonitas… y nunca me había contado de sus experiencias de acoso. Nunca. ¿Qué loco, no?

LUCCIA: De repente como que piensas: «Ya soy madre. Si le cuento esto a mi hija de repente va a andar con miedo por la calle». No sé…

ROMINA: A mí me pasó eso. Partiendo de lo de mi hermana, simplemente viéndolo, decidí rechazarlo y traté de protegerme… masculinizándome un montón.

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¿Cuáles son las reacciones más comunes de protección? Porque he visto varias chicas que se encapuchan cuando andan por la calle y no lo hacen por moda…

LILIANA: Los audífonos. La ropa suelta. Ir por una ruta donde no hay gente…

LUCCIA: Así sea más larga.

GABY: Claro, modificamos las rutas.

LILIANA: Tomar taxi, no tomar micros. No tomar un micro que este vacío.

LUCCIA: Te afeas.

Ir sola en un taxi es peligroso en esta ciudad, muchas chicas prefieren llamar a alguien de confianza para que les haga este servicio.

LILIANA: Sí.

LUCCIA: También a veces sacas la panza para que digan que estás embarazada y te respeten. Aunque la vez pasada, cuando estaba embarazada, igual. Estaba en un mercadito y pasó de repente una camioneta de esos tipos que hacen cargas y yo estaba con la panzota —tenía ocho o siete meses— y empezaron a decirme cosas. Luego me adelantaron, vieron mi panza y siguieron diciéndome cosas… y yo no entendía…

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¿Ninguna mujer reaccionaba?

LUCCIA: No, nadie, nadie reacciona.

Yo he visto mujeres que sí han reaccionado, pero son contaditas.

LUCCIA: Sí pues. Hace poco Gaby compartió un video en donde un chico acosa a una chica y empieza a perseguirla por el parque y la gente ve que la chica está huyendo mientras el pata le dice cosas y nadie dice nada.

GABY: Todavía en pleno Parque del Amor donde hay un montón de gente.

LILIANA: También en el Kennedy.

LUCCIA: Y luego se detienen —estaba todo montado— porque era una acción performática para visibilizarlo. Y el pata acosador decía: «Yo estoy acosando a esta chica hace rato y ustedes no reaccionan. Nadie se mete ni dice nada, nadie la defiende, nadie me dice nada a mí. Nadie la protege a ella. ¿Hasta cuándo?»

GABY: Claro. Tanta gente estuvo todo el rato observando y siendo cómplice… Al no tomar parte, están siendo cómplices de este delito.

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LILIANA: Y más allá del acoso, la violencia contra la mujer recién hace poco REALMENTE es un tema legal porque antes se consideraba que todo lo que pase domésticamente, el Estado o cualquier institución no tenía derecho a meterse. También la gente está acostumbrada a que cuando ve algo personal entre dos personas, nadie se mete.

Claro, es algo que te enseñan de chico, pero en algunos casos es necesario intervenir, no violentamente quizás, pero tampoco ser cómplices, porque los más chicos te ven, siguen tu ejemplo y la violencia se normaliza.

LILIANA: Exacto.

Acompañando esta propuesta, ¿tienen alguna campaña en proceso, alguna charla?

GABY: Por ahora nosotras no. La gente de “Paremos el acoso callejero” está todo el tiempo en campañas, tienen un fanpage que lo mueven un montón, tienen talleres de autodefensa y constantemente tienen charlas en colegios. Felizmente ya hay distritos donde esto está penado y eso también es importante: que la gente sepa que es un delito, que estás cometiendo un delito contra mí.

LUCCIA: Y podría no sonar a delito por lo normalizado que está el tema, pero en realidad es nuestro derecho a no escuchar, no ver, no sentir nada que no queramos… Y el poder que ellos creen tener sobre nosotras… porque lo hacen por eso, ¿no? Porque creen que pueden y esto viene desde antes.

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LILIANA: Y esto que dice Gaby de generar diálogo también va más allá del espacio privado, va en medios de comunicación, en el teatro, en distintas formas. Incluso capacitar a personas que están relacionadas con eso: A los policías que trabajan en las comisarías, al serenazgo que te cuida las calles…

Los guachimanes también. Muchos de ellos se amparan en su uniforme para molestar a cada mujer que pasa sola por la calle.

LILIANA: De hecho hay un montón de casos de maltrato a chicas que quieren poner su denuncia que te dicen que esto no lo pueden pasar, que esto no lo puedes denunciar cuando legalmente sí puedes, pero la traba está justamente en la ley, en que estas denuncias no llegan a formalizarse y no se llega a hacer nada para eso. Entonces es no solamente conversar con las niñas, los niños y los padres sino también con todas las personas en su rol de trabajador, trabajen donde sea.

LUCCIA: Creo q hace poco fue denegado un decreto que estaba en proceso…

Sí, el DL 1323 que agravaba las penas para los crímenes de odio y violencia de género, dado los altos índices de feminicidio que hay en el país además de los crímenes de odio contra la comunidad LGTBI.

LUCCIA: Eso no se entiende, pues. Una mujer golpeada, madre de familia, si es una adolescente, si la encuentran muerta… ¿Qué más pruebas necesitan para avalar algo tan evidente?

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¿Algo más que quieran añadir?

GABY: Ahorita pensaba —y es algo que también salió ahora en el montaje, en esta segunda parte— cuántas veces, cuántas personas, cuántas mujeres aceptan el piropo como algo positivo, como un refuerzo positivo: «Ah, soy atractiva.» «Estoy guapa. Está bien que me silben en la calle.» Y claro, es realmente PREOCUPANTE… y se ve mucho, está, es una realidad. Entonces también yo me hago la pregunta: ¿Cómo cambiar eso? ¿Cuál es la solución? ¿Cuál es la ruta? ¿Qué se hace? No me la respondo.

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LILIANA: Solo pensar que es un proceso que va a ser muy largo… Si bien ya está empezando a mencionarse, a catalogarse, a denunciarse, van a pasar muchas generaciones hasta que pueda realmente sentirse el cambio.

LUCCIA: O entender, que es la otra parte. ¿Qué será? Yo creo que sí viene de la casa. La educación es tan… patriarcal, antigua, clásica. Se arrastra esa historia sobre qué género tiene más peso, más poder, más derecho… y quizás en algunos países es menor, quizás es mayor, pero aquí, de varios ángulos, estamos bien retrasados, no solamente en este tipo de temas sino en otros.


Texto: Christian Villegas.

Fotos: Mariafé Defilippi Rosado.

Los sentimientos detrás del silencio

¿Cómo afecta el machismo a los hombres? ¿Cómo los varones expresan su cariño a los demás cuando se relacionan?

Estamos ante «LOS REGALOS: UNA HISTORIA DE HOMBRES EN FAMILIA», obra teatral peruana ganadora del Premio del Público en el Festival Arena of the Young Arts 2016 en Alemania. Estrenada por primera vez en el Teatro Ensemble de Barranco en Agosto del 2015, la obra se presentó previamente en el Teatro Central de la Universidad de Lima como parte del FAE Lima 2017.

«LOS REGALOS» cuenta la historia de un padre inexperto (Miquel de la Rocha) y sus dos hijos hombres: Hermano Mayor (Eduardo Cardozo) y Hermano Menor (Diego Sakuray), quienes viven en una casa sin mujeres. La expresión del afecto entre ellos y cómo se transforman sus relaciones a lo largo del tiempo es representada prescindiendo de diálogos, valiéndose del lenguaje de las máscaras, los malabares, la acrobacia y el clown. Esta forma de puesta en escena es el sello distintivo del trabajo de la Compañía de Teatro Físico -fundada en el 2013- que sigue la línea de investigación teatral y pedagógica iniciada por Jacques Lecoq, en donde el cuerpo y el humor son la base de la creación y la comunicación.

En «LOS REGALOS», las escenas se intercalan entre números de circo e imágenes teatrales que buscan ilustrar la cotidianidad de una familia de hombres que se debate entre las demostraciones de amor que el machismo permite y la violencia de las relaciones que se dan entre ellos producto de la vida en el hogar. La propuesta incluye artes visuales, música original de La Lá y un cuidadoso trabajo de dirección de arte a cargo de Anita Chung con la asistencia y vestuario de Alonso Núñez.

A continuación, una entrevista con el director, Fernando Castro, junto a los tres protagonistas de esta creación colectiva.

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¿Cómo se juntan los cuatro para hacer esta obra?

Fernando.- Bueno, había conformado la compañía con Diego y estábamos con esta idea rondando en la cabeza de hacer la obra de un papá que cría a sus dos hijos hombres, hablar de la masculinidad, de cómo se aprende el amor… Con Eduardo, que es el tercer socio, formalizamos la compañía e invitamos a Miquel, que era el actor que nos faltaba para que sea el papá, porque era una obra de creación colectiva y por muchos elementos Miquel cumplía con un perfil: ha sido maestro de Eduardo y mío hace mucho tiempo, tiene una formación bastante flexible para poder aportar a lo que estábamos proponiendo como lenguaje… y era papá, que era justo lo que estábamos necesitando para la obra.

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¿Cómo fue el proceso de elaboración y construcción de la dramaturgia?

Fernando.- Antes de los ensayos habían ideas, habían escenas. Después una escaleta, como una descripción de lo que sucedía en cada escena, pero no de cómo sucedía. Allí es cuando entra Federico Abrill, él nos ayuda a organizar un poco este universo. Y cuando llegamos a los ensayos hay una primera etapa de explorar los personajes y después comenzar a montar estas escenas. Por ejemplo, decía: Escena del baño. El papá tiene que bañar a los dos hijos.

Diego.- Y en los ensayos… no me acuerdo bien con qué empezamos, pero en un momento dibujábamos nuestros personajes (risas). Después vino la máscara. Creo que nos preparamos para llegar a la máscara. Y ese momento fue… un poco complicado… Era difícil poder saber qué cosa queríamos que el público viera con el personaje.

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Eduardo.- Para mí lo chévere fue que estas premisas para los ensayos fueran tan cortas, que era hacer lo que se nos ocurría un poco y de ahí pulir esas cosas que iban saliendo en esas improvisaciones. Y había esas cosas que resultaban o muy divertidas o muy… sugerentes o qué se yo, pero que no ayudaban mucho al discurso o al desarrollo de la obra. Ese proceso fue interesante, fue también largo en algún momento, pero nos ayudó a tener más un ritmo adecuado

Miquel.- Hasta que llegó, ¿no? Un poco también siento que hay dos etapas: una etapa de búsqueda… de universo, de personajes, un trabajo de máscaras que en mi caso no había hecho antes… y después uno de marcación, de prueba, error, de limpieza de movimiento, de precisión… Avanzábamos cada uno a su ritmo.

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¿Fue complicado llegar a la máscara?

Miquel.- Tenemos distintas llegadas. Alguna vez he hecho algunos ejercicios en Yuyachkani y después con la máscara neutra, pero ya el afrontarlo, saber que vas a hacer algo con eso… era distinto… saber que tenías que ser súper claro en ese sentido.

Considerando además que la máscara te limita un poco la visión, sobre todo durante esos movimientos que son acrobáticos y arriesgados…

Fernando.- El día que se pusieron la máscara… CRISIS.

Todos.- «No veo nada». «Renuncio, renuncio!» (risas).

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Miquel.- Igual este tema de la máscara… no necesariamente tienes que estar tan frontal, puedes jugar con otras cosas.

Diego.- Y jugar es lo que muestra esta obra. Pero al inicio sí fue una tortura porque, claro, fuimos aprendiendo también. Anita Chung nos fue cuidando porque al inicio yo tenía alergias y no soportaba y Anita fue cubriendo nuestras necesidades. Claro, yo había trabajado antes la máscara, pero siempre en improvisaciones, espacios donde son 15 o 20 minutos máximo, no es una hora con la máscara… y en «Los regalos» creo que hemos aprendido, hemos aceptado a la máscara, con su látex adentro, ahogándonos. Hemos aprendido cómo solucionarlo también.

Fernando.- Es parte de nuestro aprendizaje… Nunca habíamos hecho máscaras de ese tipo, Anita Chung tampoco, las hizo geniales y nosotros no sabíamos que la fibra de vidrio había quedado descubierta, entonces a Diego le picaba y había que aplicar otra capa de látex y el sudor de ellos empapaba y mojaba las máscaras y goteaban las máscaras y se ahogaban con la actividad física…

Que es además intensa…

Fernando.- Sí.

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Una cosa que valoro bastante de la obra es que aborda esta comunicación, este cariño y este contacto masculino entre un padre y sus hijos… y me llamó mucho la atención porque es un tema que no se ha abordado mucho al menos acá donde el machismo es fuerte… ¿Cómo llegan a esos momentos que tanto generan reacciones en la gente?

Fernando.- Creo que fue una mezcla de cosas. Para mí tiene que ver mucho con nuestros recuerdos. Conversábamos mucho alrededor de, por ejemplo, el papá que baña a los hijos, y cada uno siempre tenía algo que decir. Creo que lo que buscábamos era qué es lo más universal o qué es lo que más sucede. Fue un superejercicio en verdad, porque como estábamos probando el lenguaje de la máscara, encontrar estos silencios… Creo que la técnica nos ayudaba para expresar por ejemplo esta rudeza o esta sequedad masculina, sin texto, y al mismo tiempo encontrar o valorar esos momentos de ternura que pueden pasar desapercibidos porque no son pues estas cosas gigantes femeninas como las hemos aprendido sino que… el silencio nos permitió descubrir cuánto amor había en el hecho de entregar… un par de zapatos. Fue un poco por ahí.

Sí, ese silencio es… como el silencio hacia las propias emociones que siempre se le ha negado al varón también…

Fernando.- Sí, sí…

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El varón, en esta sociedad machista, tiende a no expresar mucho sus emociones, en cambio a las mujeres desde pequeñas les permiten llorar, gritar… No sé que opinan ustedes de lo que les pasa cuando abordan sus roles en escena…

Eduardo.- Bueno, yo por ejemplo, no tengo hermanos, tengo dos hermanas… y era el menor hasta que llegó mi hermana menor. Entonces, si me peleaba, me peleaba con mi hermana mayor y jugaba con ella. Igual había momentos muy felices, pero cuando fui creciendo, en una pelea le hice mucho daño a mi hermana, un poco lo que también le sucedió a Fer y lo que sucede en la pelea, ¿no?, que empiezas a ya no medir o se borran los límites entre el juego y la violencia entonces… esa violencia puede ser simplemente un contexto familiar antes que un contexto solamente de hombres. Pero sí hay ciertas situaciones que definitivamente identifico más con mi papá o con mi abuelo que son personas un poco más rígidas en algunas formas de pensar o de actuar y llegan a mí por un pensamiento más familiar que masculino, pero seguramente está como impregnado de ese machismo que hasta en varias mujeres es incluso más marcado que en algunos hombres.

Un machismo que se transmite de generación en generación…

Fernando.- Sí, era una necesidad mostrar dónde está, desde dónde se aprende. Las cosas tan inocentes como el juego, las recompensas, lo que promueve el padre, lo que castiga… allí está, todo el tiempo.

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Para ti, como director, ¿qué representan los zapatos?

Fernando.- Qué bonito. Son un símbolo de toda la obra. Para mí se mueve a varios niveles. Pero creo que los zapatos son un símbolo… de madurez. La obra es, como dicen los gringos, una historia del coming of age que es el crecimiento del ser humano. Y este crecimiento está marcado por los zapatos. Un crecimiento primero en el tiempo: solo el padre usa zapatos, los hijos menores no usan zapatos hasta que le toca al hermano mayor usar sus zapatos cuando está listo…

Miquel.- Listo para salir…

Fernando.- …y es eso lo que motiva toda la obra, esos zapatos que llegan en ese momento porque el hermano se va… pero también son… los regalos, ¿no? Finalmente lo que la obra habla es de cómo a veces este amor silencioso se expresa a través de acciones igual silenciosas, pero que tienen que ver con sacrificios… Es un padre al que le costaba un montón comprar esos zapatos, le cuesta entregárselos al hijo porque… ¿qué significa? ¿Por qué le cuesta entregárselos al hijo? No quiere que se vaya, cree que los va a romper… Funciona a muchos niveles.

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Chicos, para ustedes, ¿qué significa «Los regalos»? ¿A qué les remite el título de la obra dentro de sus procesos?

Eduardo.- Creo que fue un buen inicio de esta sociedad. Apenas hicimos la obra nos invitaron a este festival en Alemania y de ahí a Argentina, Uruguay, Colombia… Dentro de Lima nos han invitado al FAE, al Festival Temporada Alta de la Alianza Francesa, a la convención de circo, algunos colegios y municipalidades también, entonces —me decían algunas personas— que “Los regalos” nos está dando muchos regalos y yo lo veo así. Más allá del proceso y de todo lo que habla la obra, creo que fue una muestra de reconocimiento hacia un trabajo que a veces es… muy duro, muy difícil, cuesta bastante y en otros momentos es muy gratificante también. Es un paso más.

Diego.- No sé cuándo fue que estábamos en la pata y Fer me decía: «¡Mira Diego, dónde estamos!» Y en ese momento me vino toda la historia que habíamos pasado. «Los regalos» ha sido hecha con tanto amor y tanto cariño… Creo que esa es la receta. Hacerlo todo con cariño. Esta obra está muy cuidada, muy muy cuidada.

Miquel.- Yo lo puedo tocar más de un lado personal. Los regalos son los zapatos definitivamente y los zapatos, en mi caso, tienen que ver con andar otra vez un poquito. Yo estaba un poquito retirado, medio escondido, como lesionado, ya queriendo salir un poquito de este medio y he encontrado otra vez ese gusto que ya estaba perdiendo. Todavía tengo mis dudas… (risas) pero por lo menos ahí vamos.

Me pregunto qué diran tus hijos cuando te ven en escena.

Miquel.- Se ven reflejados (risas).

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¿Qué tal respuesta de los públicos en los distintos sitios? Alguna anécdota que recuerden…

Diego.- Lo que nos pasó en Argentina y Uruguay. Hicimos dos funciones en Argentina y el público era jajaja y se ponían a llorar… Había como una respuesta del público. Y en Uruguay… no pasaba nada. No había una respuesta durante la función. Terminó la función y la gente se paró y aplaudió y eso sí me sorprendió, era un público totalmente diferente.

Miquel.- De repente también tiene que ver las salas. Cuando el espacio es más grande, tú escuchas menos y sientes menos… aquí pasa un poco igual. Hay una separación, no tienes una relación tan directa, tus emociones no se van alimentando con el público, entonces es un poco más difícil si es que estás jugando con respuestas.

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¿Qué tal en Alemania? Porque allá el padre participa mucho de la crianza de los hijos y de las labores domésticas de casa, no es como acá donde normalmente le encargan esa labor a la mujer.

Miquel.- Lloraron.

Fernando.- Creo que parte del encanto de la obra, lo que la hace cercana a estos públicos tan distintos, es, no solo que no tenga texto, sino que el lenguaje del cuerpo es un lenguaje súper universal y creo que lo que hemos hecho al atomizar la obra, sacar todo lo que no es necesario y quedarnos solo con la esencia… Eso es lo que le pasa a la gente: tiene una comunicación emocional con la obra… Lecoq, este pedagogo francés cuya línea investigamos, aspira a un teatro universal… Y creo que la máscara ha sido nuestra puerta precisamente a llegar a eso. El arte es universal porque son experiencias humanas que todos compartimos. Todos tenemos cuerpos. Todos hemos nacido, hemos crecido, hemos tenido padres, hemos sido hijos… Más allá de que siempre hay alguien que cumple ese rol, siempre sucede que hay un momento en que los hijos crecen y hay un momento en que se tienen que ir. Hay un momento en que los padres son ancianos. Hay un momento en que los hijos tienen que cuidar a los padres. Entonces sobre esos supuestos cercanos al público se construye la obra. Son… lo esencialmente universal.

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Hay también como una soledad bien fuerte y bien presente en la obra.

Fernando.- Sí. Fue una decisión aislar a esta familia. Si queríamos acentuar el tema de la masculinidad, había que sacar todo lo femenino de la casa primero. Pero no bastaba con sacarlo de la casa. Por ejemplo, en nosotros existen muchas redes sociales: La abuela, la tía… Siempre hay alguien que termina cumpliendo un rol por allí. Entonces para poder acentuar esa masculinidad era necesario separarlos. Y en estos viajes que hacíamos hacia la casa de Miquel en Pachacamac para ensayar —Miquel estaba así, se había aislado literalmente de Lima, vivía en Pachacamac—, en esa búsqueda descubrimos… que hay que aislar también a esta familia, que no tengan la posibilidad de recurrir a esta señora, a la tía… hay que dejarlos afuera. Y entonces hay mucha soledad en ese sentido, que termina acentuando también un tema de masculinidad.

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Finalmente… Esta pregunta es un poco subjetiva. ¿Ustedes sienten que la obra es triste? ¿Cómo la sienten ustedes?

Diego.- Creo que tiene como dos partes bien claras: está la parte de los niños donde todo es más inocente, más ligerito, y en la segunda parte es más pesado, duro…

Eduardo.- Para mí es difícil darle un solo adjetivo, porque incluso desde adentro pasas por el cansancio, la prisa, también la calma… Hay varias cosas que suceden y dentro de las escenas también, estás en diferentes estados… y creo que eso es lo que mantiene al público porque por momentos está: «¡Ahhh!» «¡Ohhh!» «¡Hummm!» «¡Uyyy!», siempre cambiando su estado de ánimo.

Miquel.- Igual termina… hacia lo triste, ¿no?

Fernando.- Pero eso es lo chévere de hacer teatro… porque creo que es una obra que lo que hace es redimir. Invita al público a proyectar sus historias, a volver a mirarlas, para descubrir precisamente los regalos que no había visto. Entonces… Hay una tristeza que es el paso del tiempo que es natural, inevitable, pero hay también una añoranza, es… el saudagi, es este recordar bonito. A pesar de que la vida continúa, hay un perdón… triste y alegre al mismo tiempo.

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LOS REGALOS va hasta este 8 de mayo; de jueves a lunes a las 8.30 pm y domingo a las 7 pm, en el Teatro Central de la Universidad de Lima (Av. Javier Prado Este 4600, Santiago de Surco; ingreso por la puerta de la calle Cruz del Sur).

Entradas en la web del Centro Cultural de la Universidad de Lima, en Teleticket y en la boletería del Teatro Central dos horas antes de la función.


Texto: Christian Villegas.

Fotos: Compañía de Teatro Físico, alenak.de.

Manta y Vilca: Un llamado de justicia a nuestra memoria

Es 1984 en Huancavelica. Dos hermanas tratan de vencer las adversidades de la época terrorista, con juegos y complicidades propias de la niñez. Pero esa etapa de la vida que debiera ser inocente y feliz se rompe abruptamente cuando las Fuerzas Armadas instalan una base militar en su pueblo y ambas deben afrontar el desamparo y la invasión de sus casas, de sus cuerpos, que muchos deseamos olvidar. ¿Dónde quedan la niñez, los sueños, la vida en un contexto de terror y olvido?

«MANTA Y VILCA – Memoria Escénica» busca contar los hechos de violencia sexual ocurridos durante el conflicto armado interno en el Perú a las mujeres de las comunidades de Manta y Vilca en Huancavelica. La obra se desarrolla en tres espacios de la Casa Pausa (General Suárez, 955, Miraflores) que serán recorridos por las y los espectadores, permitiendo un contacto personal y único con el relato.

Producida por la Asociación Cultural Trenzar, en alianza con la ONG Demus, esta memoria escénica, estrenada el pasado 12 de abril, se presenta en un contexto en el que, según el Consejo de Reparaciones, existen 6,182 víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado interno registradas hasta el 2016 Y SOLO UNA SENTENCIA CONDENATORIA. El juicio oral del caso Manta y Vilca, se desarrolla con lentitud, mientras los integrantes de las Fuerzas Armadas, acusados de delitos de lesa humanidad en la modalidad de violación sexual, niegan los cargos. Una realidad que exige justicia.

A continuación, una entrevista con las integrantes de Trenzar: Micaela Távara, Alondra Flores, Mehida Monzón y Carmen Amelia Álvarez.

¿Cómo nace el colectivo “Trenzar”?

ALONDRA: Trenzar nace el año pasado, pero las cuatro venimos trabajando en diversos momentos y nos conocemos de diversos espacios. Hace cuatro años Micaela me escribió y me dijo para chambear juntas. Queríamos hacer algo de mujeres, un espacio de creación, producción y gestión que ha ido tomando forma. Luego se suman Mehida y Carmen, y ya cuando estamos las cuatro decidimos el logo, el nombre, darle todo este concepto que tiene Trenzar, que es un espacio de artivismo feminista. Las cuatro somos artistas escénicas y trabajamos a partir del feminismo diversos ejes como derechos humanos, derechos de las mujeres, y temas de memoria.

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¿Por qué el nombre “Trenzar”?

MICAELA: Porque a nosotras nos interesa mucho el trenzado, el unir diversas vertientes, que cada una siga con su línea, pero que también se puedan mezclar. Por eso utilizamos la palabra «trenzar», porque creemos que en estos momentos lo más importante es el trenzado de la vida. No podemos hacer arte sin pensar en memoria, no podemos trabajar derechos de las mujeres sin pensar en arte y viceversa, por eso se trenza todo.

ALONDRA: No solo es entre nosotras cuatro, en realidad es trenzar con aliados y aliadas de otros espacios y que siempre sea una posibilidad de trenzar entre nosotras y otras personas.

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¿Cómo nace el proyecto “Manta y Vilca”?

MEHIDA: El año pasado Demus convoca a seis actrices para hacer intervenciones y allí conocemos el caso de estas tres mujeres a quienes conocimos en persona y que nos contaron su historia. Luego de esto, nosotras seguimos toda movidas y vino la cuestión de: “Tenemos que sacar a la luz esto. No se puede quedar solo en esta acción”. Porque la acción duraba solo cinco minutos afuera de la sala penal… Y como nosotras somos escénicas, dijimos: “Hay que hacer una obra”. En principio pensamos que la obra podía ser pequeñita, de quince minutos, y ya teníamos como un formato de quince minutos justamente, pero a fines del año pasado decidimos lanzarnos a la piscina y hacer una obra larga. Y allí nació la creación que es «Manta y Vilca», que se inició de un texto pequeño que escribió Jorge Black en el que todos hemos ido colaborando para lo que es ahorita: La memoria escénica. Una creación colaborativa de todos.

MICAELA: Nosotros utilizamos el término colaborativo en vez de colectivo porque nosotras creemos que lo colaborativo implica que cada una va a colaborar desde lo que sabe y desde aquello que no conoce. En el arte o en cualquier proceso supuestamente uno da sus habilidades, sus destrezas; pero para nosotras lo colaborativo implica también hacer desde el lado que no conoces de ti, desde ese lado, también colaboras. Lo colaborativo también implica quitar una identidad personal y convertirlo en algo en lo que todos estemos colaborando. Si algo sale mal, es responsabilidad de todas. Si algo sale bien, es responsabilidad de todas también.

ALONDRA: No sé si has visto que en el afiche lo que tenemos es… una creación de Trenzar. No es una directora o un director o una actriz. Es más, Carmen y Mehida no son actrices en esta obra, son intérpretes, porque interpretan testimonios reales.

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CARMEN: El proceso, como lo ha abordado Micaela, utilizando la metodología colaborativa, hace que todos seamos parte de esa síntesis. Por ejemplo, si el director de arte estaba en el ensayo y le decías: «Mira, queremos tal cosa», su opinión no va a ser desechada porque él es de arte y no de escénicas. Igual al revés. Cuando él ha estado haciendo su instalación, nosotras también opinábamos, siempre con la presencia de las personas que estuviesen en ese momento porque tú sabes perfectamente que si hay alguna desavenencia o algo siempre termina infiltrándose en todos los procesos, entonces algo que para nosotros era muy importante es el clima, el ambiente, que predomine el amor, que predomine el otro para mí, la escucha. Entonces es un poco eso todo el tema colaborativo y porqué no dice en el afiche: “El director tal presenta tal cosa”, porque al final todos somos Trenzar. Todas y todos somos uno y un solo espíritu. Eso también hemos querido mostrar. Cuesta a veces que la gente lo pueda comprender, entender y asimilar, pero… es lo que sentimos y queremos también transmitir y… no sé si sea una suerte de marca registrada, pero sí queremos que sea algo que nos identifique.

MICAELA: Por ejemplo, Alondra y yo somos facilitadoras de gestión y dirección, entonces en el sentido colaborativo nosotras no tomamos decisiones. Todas las decisiones de creación, gestión y producción se han tomado en consenso. Entonces lo que hace el facilitador o la facilitadora es propiciar el espacio para que se dé el consenso y hacer que todas se escuchen. Y las decisiones que tomamos, las tomamos en conjunto realmente…

ALONDRA: Y asumimos todo tipo de responsabilidades también. Como decía Micaela, es facilitar el proceso, no solo de ella, sino de todo. Todos y todas tratamos de tomar una responsabilidad mutua y colectiva de lo que sucede, llegando a un consenso. Lo que pasa mucho es que cuando hay o un director o una directora, este se dedica solo al lado creativo…

Sí, hay estas jerarquías…

ALONDRA: Exactamente. Entonces nosotras buscamos romper con estas jerarquías. Por lo mismo que la producción general la asume Trenzar, buscamos romper con esto y asumir todas su responsabilidad.

MICAELA: Para nosotras es súper importante recordar que nosotras cuatro somos feministas y nuestra metodología de trabajo también. Por eso es importante lo que mencionaba Carmen Amelia. La sororidad, el amor, el respeto, nos es propio, pues nosotras convivimos, no solo nos encontramos en el espacio de ensayo sino que también vivimos juntas, comemos juntas, desayunamos juntas.

Trenzar, en ese sentido, rescata un valor tradicional de nuestra cultura andina: el valor de lo comunitario. ¿Podrían aclarar el concepto de sororidad para los lectores?

ALONDRA: Sororidad es como… la protección y el cariño entre mujeres. Es como la solidaridad, pero entre mujeres. Es protegerte, cuidarte, es querer, quererlas, querernos…

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Volviendo a la obra… Manta y Vilca está basada en un caso real. ¿Cómo a través del caso llegan al proceso teatral?

MICAELA: Voy a hablar del caso real. En los 80s el Perú vive el conflicto armado interno. Entonces los militares colocan bases en diferentes lugares del país. Dentro de estas bases, escogen Manta y Vilca, porque eran lugares donde estaban los senderistas, los subversivos. Para esto, a Manta y Vilca los divide un río, son dos pueblos que están superalejados de la ciudad, la mayoría quechuahablantes hasta el día de hoy y en esas épocas era aún más. Entonces, en 1984 colocan una base militar allí y los militares, durante los años que estuvieron en este lugar, VIOLARON a mujeres de Manta y Vilca. Se calcula que han violado alrededor de 4000 mujeres…

¡¿4000 mujeres?!

ALONDRA: Se calcula.

MICAELA: En el informe de la CVR puedes encontrar los testimonios. La mayoría eran menores de edad, niñas, adolescentes. Está comprobado además, a nivel latinoamericano, que las Fuerzas Armadas utilizaban la violencia sexual como estrategia de guerra y de tortura. ¿Por qué? Porque si tú violas mujeres en un pueblo andino bajo este contexto, lo que haces es generar miedo. Entonces generas miedo no solo a las mujeres sino también a los hombres de esta localidad. Es como una amenaza que te hacen. Estos militares aparte son militares, tienen un poder por encima del campesino o de la campesina. Eran adultos, todos mayores de dieciocho años…

Conscientes además…

MICAELA: Conscientes… violaban a las jóvenes, las llevaban a la base militar o las violaban en sus casas o en el campo, es decir, las violaban en cualquier lugar. Las violaban sistemáticamente además…

ALONDRA: Continuamente.

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MICAELA: Y el método de violación era un método de violación perverso. ¿Qué quiero decir con esto? Que a algunas de ellas las han violado con elementos o las han violado más de cinco, seis, siete, una tropa entera…

ALONDRA: Las raptaban, las utilizaban…

Posiblemente las emborrachaban y las drogaban también…

MICAELA: Las drogaban. Sí.

ALONDRA: Para agregar una cosita a lo que decía Micaela: existe lo que es la Escuela de las Américas, que es un lugar donde formaban a los militares con estas estrategias de guerra. No sólo se violaba para que «declaren» sino para sembrar terror y por tanto acababas con la identidad del pueblo.

La destrozabas. Acababas es poco…

ALONDRA: Muchas de estas mujeres de las que hablan las chicas nos han acompañado. Fueron al estreno incluso, hemos conversado con ellas en diversos momentos…

MICAELA: Han estado en los ensayos…

ALONDRA: Ellas nos han comentado además que muchas veces iban a decirle a sus papás y no podían porque sus papás tenían mucha vergüenza. Si ellos iban a reclamar, los desaparecían, los mataban, los golpeaban…

O los acusaban de terroristas como pasó con muchos inocentes solo por reclamar sus derechos, algo que sucede hasta hoy y que el fujimorismo dejó bien sembrado como estrategia discursiva a sus opositores…

MICAELA: Es importante recordar también que lo que ha ocurrido en Manta y Vilca es un claro ejemplo de cómo el Estado cuando tiene el poder ejerce el terror. Y que eso lo hace no porque estén enfermos como se dice, sino porque es una estrategia de guerra, ha sido una estrategia de guerra, lo hacían conscientemente. Ahora, estas mujeres han tenido hijos además, producto de la violación. Son mujeres que llevan treinta años pidiendo justicia porque cuando ellas denunciaron, no se les creyó… Un grupo lo tiene Demus. IDL, que es otra ONG, lleva los otros casos. Ellas llevan NUEVE años exigiendo juicio oral. Porque no hay pruebas, además, de la violación. La única prueba es el testimonio y los hijos. Lo que los militares alegan es que ellas han sido sus «novias», sus concubinas…

ALONDRA: Sus prostitutas…

Las han prostituido prácticamente…

MICAELA: Claro. Y lo otro también que dicen otros militares es que eso no ha podido suceder porque los militares tenían sus propias prostitutas. Entonces no han violado a nadie porque no tenían ese deseo, porque estaban «satisfechos».

¡Por favor! ¿Cuántos hombres no satisfechos ni con sus esposas ni con prostitutas, buscan otras mujeres para satisfacerse! Más aún si hablamos de hombres dedicados a la milicia, que son quienes más tienden a reaccionar reptilianamente por su mismo entrenamiento…

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ALONDRA: Es importante recalcar que el año pasado, estas intervenciones que hacíamos de las cuales te hablo Mehida, eran para exigir que inicie el juicio oral. El año pasado, durante varios miércoles, ellas iban a la sala penal y nosotras íbamos a hacer la intervención, hasta que se logró hacer el primer juicio oral, el cual se postergó hasta este año. El 17 de abril pasado ellas iban a dar sus testimonios y se suspendió otra vez, porque si todos los militares no daban sus declaraciones, ellas no podían dar las suyas. El militar que faltaba que diera su declaración fue esta vez pero sin su abogado, entonces, como fue sin su abogado, ellas tampoco pudieron declarar. Entonces esa es una estrategia también… y la alargan y la alargan…

CARMEN: Además este alargarlo también es una manera de maltratarlas a ellas porque son mujeres que han tenido que llevar un acompañamiento psicológico constante…

ALONDRA: Mujeres que no viven en Lima…

CARMEN: Y muy aparte de toda la logística que ellas se tengan que trasladar a Lima para declarar en el juicio, estar preparadas mental y anímicamente para el mismo y que…

ALONDRA: Una vez más…

CARMEN: ¡UNA VEZ MÁS! Es como seguir rascando las heridas, es como seguir hundiéndolas y… Ahí te vas dando cuenta. Y antes que me olvide, para agregar a lo que dijo Micaela del caso: Ellas tenían que tener sí o sí un salvoconducto para poder caminar o salir de Manta o de Vilca. Así salgas a la tienda de compras, tenías que necesitar un salvoconducto. Entonces lo que sucedía era que si una iba a solicitar permiso para salir, la violaban. Iban varias juntas, porque pensaban que así no les iban a hacer nada, y a todas las agarraban…

De terror…

CARMEN: Definitivamente no había salida para eso.

(silencio)

MICAELA: Entonces, claro, nosotras, con toda esa investigación, con todo esto que te estamos contando…

MEHIDA: …decidimos hacer una obra, un texto ficticio en el que se crea a dos hermanas que se llaman Manta y Vilca que en la vida real son los pueblos. Es una historia ficticia porque no es que dos hermanas nos habían contado lo que pasó, sino que hemos creado como una especie de híbrido de varias historias que nos han contado. Y termina con un final que todavía no cierra porque esto en la vida real tampoco cierra. Se curan, pero no sabemos qué sucede después de esta curación: siguen viviendo su vida, no viven, se van, viajan… no se sabe. Queda ahí.

CARMEN: Es como un ritual que te va a limpiar por fuera, pero adentro todavía hay mucho más…

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ALONDRA: Es importante recalcar junto con lo que dice Carmencita, que sí, nosotras trabajamos la memoria, pero no es una memoria pasada, no es una memoria con muchísimos casos que se quedaron atrás y que todavía deberíamos seguir hablando, sino, es una memoria latente, porque son mujeres que todavía están en un proceso, en un juicio real… Y tenemos los rostros de estas mujeres, no es que murió tal persona y su padre o su madre van luchando por esa persona sino que SON MUJERES QUE ESTÁN DANDO LA CARA y que se han llenado de valentía y de muchísimo orgullo, porque ellas mismas te cuentan su historia, ¡ellas mismas! Es muy importante hablar de que estamos trabajando una memoria latente, una memoria presente, no es una memoria del pasado.

CARMEN: De hecho comparten una estadística, pero es completamente distinto cuando ves en un papel una historia a cuando alguien te mira y está con nosotras. Definitivamente fue complicado, fue duro, fue de mucho nerviosismo cuando ellas han estado junto a nosotras porque para nosotras era muy importante que ellas estuvieran, no sé si de acuerdo, pero a gusto o cómodas con la manera en que se contaba la historia. Para nosotras era mucho más importante dejar que ellas, como parte de, se sintieran identificadas también. Nos sentimos muy bien cuando, fuera de toda la emocionalidad que hubo en el momento en que estuvieron con nosotras en los ensayos, sintieron que estaba bien lo que estábamos haciendo, que se estaba visibilizando de la manera correcta. Eso también es bonito… si se puede decir bonito, ¿no?

Saber que alguien las toma en cuenta y toma en cuenta su caso…

ALONDRA: Ellas tienen un acompañamiento con Demus, son doce años desde el primer encuentro que tienen. Es más, la psicóloga, que justo es la prima de Micaela, Mariel, las acompaña desde hace un buen tiempo y nos ha acompañado también a nosotras de una u otra forma en el proceso. Sí, ellas han tenido que vivir mucho, probablemente la obra no se acerca a nada de lo que ellas han vivido, pero ellas son mujeres muy valientes. Creo que siempre ellas tratan de darnos a entender que tienen la valentía para seguir adelante.

MICAELA: Y han seguido adelante…

ALONDRA: Sin y con ayuda.

MICAELA: Se han vuelto a comprometer…

ALONDRA: Tienen otros hijos…

MICAELA: Claro, no va ser lo mismo, pero… Pero siguen adelante, ¿no?

Y cuántos casos habrá en el Perú más allá de los registrados… Porque no todas hablan…

ALONDRA: Es importante también decir que no solo habían violaciones del lado de los militares, también hubo del lado subversivo, entonces esa suma es más de lo que podemos conocer.

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MICAELA: Yo creo que uno de los objetivos importantes de Trenzar como organización no tan solo es la parte artística. Creo que para nosotras la parte artística entra en un segundo plano, no deja de ser importante porque se trata de una denuncia que requiere ser muy cuidadosa con la puesta…

Sí, porque es una puesta bien delicada…

MICAELA: MUY DELICADA, pero para nosotras lo importante es que la gente conozca el caso de Manta y Vilca, que la gente sepa lo que ocurrió y lo que hasta el día de hoy ocurre. Ellas son mujeres que están con nosotras aquí, unas mujeres valientes, fuertes, que están buscando justicia hasta el día de hoy. Ese es nuestro primer objetivo.

ALONDRA: Nosotros lo que siempre recalcamos es que si bien el arte no puede hacer justicia legal, nosotras podemos intentar hacer un tipo de justicia social que es posicionar el caso, que lo conozcan muchas personas que no lo conocían.

Creo que esta propuesta del público como un viajante activo dentro del espacio donde suceden los hechos es una manera de acercar más a la gente al caso. Tomando en cuenta esto, ¿qué ha sido lo más difícil dentro del proceso de creación de la obra?

CARMEN: Te cuento un poco cómo fue el proceso. Mehida y yo éramos amigas, nos conocíamos básicamente por chamba y no habíamos hecho ningún proceso explorativo y creativo juntas anteriormente. Entonces se hizo primero un trabajo de exploración para poder llegar a este nivel de complicidad de las hermanas, con muchos juegos. También conocernos nosotras dos y conocer el caso, involucrarnos con el texto y de alguna manera ir paso a paso para poder estar preparadas porque sabíamos… lo denso, si se puede decir, lo fuerte y todo. Tuvimos cerca de mes y medio de exploración neta. Luego continuamos con la puesta en escena en sí. Definitivamente, lo más difícil era llegar a las partes más emocionales y las fuimos trabajando, en realidad, a medida que íbamos estando preparadas. De hecho, hubieron momentos en los que nos dábamos cuenta que dilatábamos y dilatábamos la llegada porque… ¿cómo podíamos manejarlo? Era algo que tenías que lanzarte a la piscina porque nunca ibas a estar completamente lista para poder entrar a esto… y una vez que la comenzamos a trabajar, ya de ahí era una suerte de dejarla correr y dejarla correr… Ahora, de alguna manera, estamos encontrando darle más que un cierre a la puesta en sí, un cierre hacia nosotras, porque demanda muchísimo, no solo la interpretación, sino también la disponibilidad que Mehida tiene para mí y que yo tengo para ella. Entonces, sí, nos exige, así como en todos los procesos creativos, que estemos muy presentes, y que estemos las dos no tan solo para mí porque tenemos al público cerca, sino estar completamente concentradas para yo estar al servicio de ella y que ella pueda estar también del mío. Las dos somos las que estamos ahí, movemos todo… Por suerte las chicas nos han acompañado y también Mariel, la psicóloga, nos ha ayudado muchísimo en verdad… Estoy segura que las cosas podrían ser un poco más difíciles si no hubiese estado ella para poder ayudarnos a entender esos procesos. También hay muchísimo respeto de parte de todo el equipo para el inicio, para poder entrar a estas niñas, entrar a estas adolescentes. Entonces tenemos que hacer un trabajo antes y también al final para poder cerrar y dejarlas también y que no nos acompañen en el día a día porque ya de por sí te influencia, se mete por las rendijas todo este tema.

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¿Qué planes a futuro con la obra? 

MICAELA: Bueno, nosotras tenemos el ideal de poder recorrer muchos lugares de Perú, pero también de fuera, con la obra.

Es importante que lo lleven no sólo a los pueblos sino también a los conos de Lima donde hay bastante población migrante. ¡Cuántas historias habrá ahí escondidas! ¡Cuántas! Se hace necesario seguir insistiendo contra esta injusticia social.

MICAELA: Sí. Exacto. Hay que estar atentos y actuar.


A pedido de los viajantes, la temporada se extiende a los días Sábado 6 y domingo 7 de mayo.

Informes: colectiva.trenzar@gmail.com


Texto: Christian Villegas.

Fotos: Trenzar.

En la lucha por no ser racistas

¿Qué significa ser cholo y por qué es necesario esconderlo en lugar de aceptarlo? ¿Qué nos mueve a juzgar a aquel que percibimos como diferente de lo que para nosotros es lo «normal»?

“¿QUÉ TIENE MIGUEL?” es la historia de un joven que ha decidido salir del closet de la choledad y se declara cholo para sorpresa de su familia. A partir de allí deberá enfrentar varios cambios en su vida y resolver asuntos que se ven afectados por su revelación, donde tanto la sociedad como la Iglesia se verán involucradas.

Una comedia social en torno a la identidad, el racismo y la discriminación que invita a cuestionar los paradigmas sociales que rigen a la sociedad peruana de estos tiempos.

Escrita por César Vera y dirigida por Fito Bustamante, «¿QUÉ TIENE MIGUEL?» cuenta con las actuaciones de Trilce Cavero, Raúl Durand, Nícida Pitta, Carolay Rodríguez, Martín Velásquez y el mismo César Vera en el papel de Miguel.

Hay que señalar que esta obra es ganadora del segundo puesto del Concurso Nacional Nueva Dramaturgia Peruana 2016 organizado por el Ministerio de Cultura.

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A continuación una entrevista con el director de la obra, Fito Bustamante.

¿Qué te atrajo, qué te motivó de la obra de César para animarte a dirigirla?

Creo que desde la primera experiencia que tuvimos juntos en «Cuaresma«, lo que me gusta mucho de la capacidad de César es cómo aborda temas desde el absurdo, desde situaciones absurdas, situaciones ridículas, personajes que nunca esperarías que aparezcan en la situación, plot twists en la historia que son de lo más inesperados. Ese acercamiento a mí me atrae mucho. Siempre me ha gustado el teatro del absurdo —Beckett, Ionesco—, entonces apenas lo leí, lo identifiqué mucho con eso. Igual en ambos textos me parece que el mensaje detrás no es simplemente el absurdo por el absurdo —vamos a hacer una pastrulada y que aparezca así— sino que tienen mensajes potentes detrás. En el caso de «Cuaresma», es el tema de la Iglesia, aquí en «¿Qué tiene Miguel?» está el tema del racismo, de la identidad… Y eso fue lo primero que me atrajo: cómo abordar ese tema no desde una cosa tan solemne, tan densa, sino desde un tema que pueda mover a la gente desde otros sentidos… que es lo que pasa mucho en la obra.

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Hay gente que se ríe en una parte donde hay chistes MUY racistas que los dicen en el «Manual del Pendejo»… y hay algunos que se ríen así sin roche, pero en otros tú sientes que hay esa risa culposa que es como «porqué me río de este chiste, porqué me da risa…» y abordar esas cosas no desde un punto de vista aleccionador sino desde el humor me parece muy interesante, muy enriquecedor.

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Como director, ¿qué representa Miguel para ti?

Creo que Miguel, ahora por el contexto, representa a muchas personas… representa a toda persona que es discriminada por SENTIRSE de otra forma, por QUERER SER ALGO que la sociedad le dice que no puede ser… Pasa por muchos casos. Bueno, en este caso, Miguel quiere ser cholo. Su familia clasemediera limeña racista no lo deja ser cholo. La sociedad no lo deja ser cholo porque es malo ser cholo. Esto no solamente en lo más cercano coyunturalmente que es el tema de identidad de género de las personas trans, las personas que quieren construir sus propias identidades, sino también, por ejemplo, me acuerdo que leí en algún momento y que hablaban como un juicio de valor de cómo las personas migrantes tienen siempre esta cosa aspiracionista y quieren meterse en los lugares de los limeños. Entonces como que no puedes porque tú eres migrante, tú eres pobre, tú no puedes llegar a nuestro lugar. No importa si te quieras sentir igual a mí, tu lugar es este. Entonces, para mí Miguel es una compilación de todas esas personas. Es la persona que quiere ser algo más, que tiene otro ideal, otro punto de vista y… y… la sociedad no se lo deja.

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En un punto más abstracto, Miguel es el artista que no quiere que su familia también lo castre porque ser artista es ser pastrulo, es ser pobre, es ser flojo, es ser vago…

Puede ser todo eso. Depende de cómo lo veas.

¿Cuál fue la dificultad más grande que tuviste para llevar a cabo la obra?

Bueno, la obra plantea el tema de que Miguel en algún momento se vuelve negro y de que Sonia asciende a los cielos con su hijo y cosas así, bien increíbles, que era cómo lo ponemos en escena… ese fue uno de mis primeros temores… y claro, fue cómo lo resolvemos… Por suerte allí tuvimos apoyo de Paulo Yataco haciendo los videos, muy bacán.

También cómo tomar este texto de manera que… Yo creo que hay una línea muy fina entre ya llevarlo al… chongo. Puede caer muy fácil porque hay textos muy chistosos, hay situaciones muy absurdas que podrían fácilmente irse al chongo y cómo creo que hay que manejar una línea muy delgada entre como hacerlo obviamente divertido, pero que no caiga en una cosa de simplemente me voy a reír, sino cómo también dejar claro el mensaje que queremos dar. Creo que allí nos hacemos ayudado mucho con actrices como Carolyn, como el mismo César y Raúl Durand que son, digamos, los personajes «marginados» y a quienes les hemos dado cosas para que el público pueda empatizar un poco con ellos y que aterricen un poco más la realidad de esta situación, de estas circunstancias. Creo que esos han sido para mí los retos.

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Y grandes retos porque nuestro humor suele caer en el chongo que banaliza o minimiza el problema de fondo como una vía de escape a él…

Claro.

¿Qué te motivó a incorporar la estética chicha tanto a la puesta en escena como al diseño del arte?

Lo chicha está bien presente en nuestra ciudad, es casi una característica nuestra y es bien curioso porque me he dado cuenta -desde mi propia experiencia también- que últimamente hay una revalorización de lo chicha. Tú ves estos polos serigrafiados con cosas chicha -yo tengo un par de esos, a mí me gusta, pero… ya se ha vuelto como una moda, ¿no?-, faldas con bordados andinos para las chicas y cosas así… Sin embargo, tú ves el afiche chicha pegado en una pared y dices: «¡Qué asco!» y nunca has ido a un concierto de los grupos de música chicha. Entonces hay un doble discurso que se maneja con esa estética: uno que lo revalorizamos por lo «ay, que bonito los colores y no sé qué», pero lo que esta detrás es «ajjj». Si lo tiene una chica de Miraflores que estudia en la Católica, chévere; pero si lo ves en Comas, no es tan chévere. Entonces… nos parecía bien limeño, bien propio, todo el tema de la choledad que menciona Miguel… por eso decidimos explotar ese recurso.

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¿Qué tan difícil ha sido trabajar el tema de la choledad y la discriminación dentro de este proceso? Porque consciente o inconscientemente a veces nos sale esa educación racista que hemos tenido de chicos…

Sí, claro.

¿Cómo ha sido para ti explorar eso?

Ha sido interesante. Creo que también hemos partido de identificar cómo «choleamos» todos, porque creo que en todos quedan a veces rezagos de eso que escuchabas decir a la abuelita, a la mamá, a la tía, a tu profesor de colegio… que a veces nos salen inconscientemente cuando uno está molesto o te peleas con el chofer de la combi que te cerró… Creo que siempre, en general y en mi vida, siempre es importante hacer autocrítica, tienes que hacer una autocrítica constante de las cosas que haces y reconocerlas porque solo así las puedes cambiar. Entonces también ha partido en reconocer como choleamos al otro en esas circunstancias.

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Es por eso que la familia de Miguel no quería que sea blanca, no quería ese estereotipo porque creo que también hay mucho racismo entre nosotros, es decir, podemos tener el mismo color de piel, pero yo igual hago un comentario racista sobre ti por un tema de condición social o de educación… y me parece también que ese doble discurso, esa hipocresía, es bien interesante. Entonces por eso fue bien interesante también hacer el casting así como ha quedado ahora.

Lo que no quita que en la realidad también al blanco lo maltratan racistamente…

Claro… La discriminación… puede ir de cualquier vía. Sin embargo, justamente, a mí me interesaba más mostrar… que no importa finalmente la raza, no importa el color de piel, tú igual choleas… Por eso creo que más bien ponerlos a todos blancos hubiera sido estereotipar un poco más el tema del blanco cholea al trigueño o al negro… cuando no es tanto así. No tienes que ser blanco y rubio para cholear. Cualquiera de nosotros puede tener actitudes racistas de las que no se da cuenta.

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Creo que este tema del racismo inverso… igual no es comparable con el racismo que va hacia abajo. Tú puedes tener un montón de plata y tener muchas oportunidades y que alguien te diga «blanquito» no te afecta tanto como una persona que siempre ha sido marginada, como una persona, por ejemplo, afroperuana, que siempre ha sido marginada por su color de piel, etc. Entonces… sí pues, es un tema.

¿Cómo has sentido al público? Me comentaste que el público a veces se reía y era una risa culposa…

Sí, hay mucho de eso y es bien interesante. Por ejemplo, cuando sale el personaje del papá vestido de mujer, siempre hay alguien que comenta: «Oye, mira como está…» y se ríen. Siempre, siempre hay una cosa así.

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Creo que el público empieza bastante tímido con la obra porque arranca con una información bastante fuerte… La obra, para mí, es muy juguetona. Creo que el montaje también refleja un poco eso. Entonces, creo que ahí la gente se va soltando y se empieza a reír de los chistes, de los chistes racistas, de cuando le dicen «chola de mierda» al personaje de Sonia… ¡Y la gente se ríe AHÍ! Pero sí, es una risa como… culposa, es una risa… rara, es una risa que… Mi interés es que esa risa luego haga pensar: «Oye, porqué me río de esto?» …y darnos cuenta que eso está como… dentro de nosotros, ¿no?… Ese humor, ese tipo de actitudes.

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Claro, en el humor cotidiano además, porque también lo ves en los cómicos de la calle, en la televisión, en las redes sociales, y se refuerza…

Exacto. Entonces, nada, yo creo que el público reacciona bien, creo que la reacción era un poco la que habíamos esperado, la que queríamos lograr. Creo que estamos logrando que el público no se sienta interpelado por la obra —»¡Por qué eres racista! ¡Cambia tu punto de vista!»— sino que mediante este juego vayan tomando conciencia un poco de qué se está riendo, qué cosa está viendo, porque incluso hay momentos… como el momento de la asunción a los cielos de Sonia: la gente cuando ve la proyección de fondo se ríe por el Cerro San Cristóbal y de hecho también ha sido intencional poner toda esa estética, pero… es un momento fuerte… Y es bien curioso esas risas, porque a veces suenan y se apagan al toque, se ríen dos, pero al mismo tiempo se dan cuenta que nadie se está riendo… es bien interesante.

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Hay varios elementos de religiosidad popular en la obra, incluso utilizan música de las procesiones…

Sí.

¿Qué tanto ves ligado el tema de la fe a la discriminación, tanto en la sociedad como en la obra, y de qué manera lo has abordado?

Bueno, para mí la Iglesia sigue discriminando mucho… No más por color de piel -que lo hizo en su época pues avalaba temas como la esclavitud-. Hoy en día creo que es contra las personas de la comunidad LGTBI. Esta discriminación no es de toda la Iglesia -no quiero generalizar-, pero sí de algunos sectores que lamentablemente tienen mucho peso. Y… creo que César también tiene un rollo siempre ahí con la Iglesia que está bien reflejado desde «Cuaresma» y aquí vuelve a estar presente… esta cosa castrante que está allí, esta presencia que se mete…

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Para mí la religiosidad… todavía no termina de abrirse totalmente… también contra las mujeres. La Iglesia tiene también MUCHOS prejuicios contra las mujeres solamente por el hecho de ser mujeres.

Ufff…

Y de hecho la obra no da para plantear una cosa de una Iglesia opresora, pero sí el personaje del obispo, por ejemplo, cuando aparece en escena, es un personaje que tiene sus motivos ocultos, no es un mal ser humano porque también se conmueve cuando sucede lo de Sonia, entra en conflicto… Nosotros hemos planteado por qué viene, para qué viene, qué quiere, qué provecho quiere sacar la Iglesia del Cristo Moreno que ha vuelto a la tierra… Entonces por allí lo hemos querido llevar, por esa cosa sutil… La Iglesia es un organismo de poder, sobretodo en nuestro país. Tiene mucho poder, tiene mucha jerarquía… y no creo que quiera ceder el poder tan fácil.

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Finalmente, ¿cómo ves tú el tema de la discriminación en estas épocas? Tu opinión personal.

Creo que la discriminación es un lastre que seguimos arrastrando, que sigue presente, que ahora tal vez está más encaletado: uno no lo dice abiertamente, pero lo dices en tu casa, lo dices con tus amigos, salen esos chistes… ¿no? Porque no es políticamente correcto ser racista, ¿no? Pero sí, sigue habiendo racismo. La discriminación sigue estando presente y ha encontrado otras formas también: Ahora yo no lo minimizo porque sea de otro color de piel sino porque es ignorante, no tiene educación… Entonces en la educación ya estás minimizando a la persona por su poder adquisitivo, económico. Por eso también hay discriminación.

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Como te digo, también por la coyuntura justo ha coincidido con el tema de la discriminación hacia las personas de la comunidad LGTBI que ahora son receptores de mucha discriminación desde varios puntos: desde el Congreso, desde la Iglesia, desde los medios, de nuestros líderes de opinión de medios… Creo que es un tema que está muy presente y que necesitamos todos pensarlo… Pensar de qué manera juzgamos, por qué tenemos esta facilidad de juzgar al que no entendemos

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Justamente leía hace poco, por todo el tema de la inmigración en Europa, un artículo de Žižek que decía «es muy fácil ver al extraño en el otro, pero nosotros no vemos al extraño en nosotros mismos, en cómo nosotros somos extraños, somos distintos al otro y cómo el otro nos percibe como raros». Entonces, en vez de abrazar estas diferencias que nos hacen extraños y particulares, hacemos que eso nos segmente… y crea una barrera en la que no podemos comprender al que no vive como yo, al que no piensa lo que yo pienso. Entonces creo que es importante darse cuenta un poco de eso.

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«¿Qué tiene Miguel?» va en el Auditorio Julio Ramón Ribeyro del Centro Cultural Ricardo Palma (Av. Larco 770, Miraflores) de jueves a domingo a las 8 p.m. hasta el 30 de abril.

Entradas a la venta en la boletería del teatro desde las 7:00 pm o en ATRÁPALO.

¡Señor ten misericordia!

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Texto: Christian Villegas.

Fotos: Paula Espinosa y Mave Fotografía.

Exilio adolescente

LA EDAD DEL EXILIO es el primer montaje del colectivo “Gato Volador”, un colectivo que surge a finales del 2015 y que reúne a egresados y estudiantes de actuación de la ENSAD y de la PUCP bajo la dirección de Flavio Giribaldi, joven director de las canteras de la ENSAD cuyo mérito radica en arriesgarse a tocar un tema que sigue siendo controversial en estas épocas.

Esta propuesta colectiva toma como punto de partida la obra “Despertar de Primavera” (1891) de Frank Wedekind (1864-1918) para abordar, a través de un proceso de reescritura colectiva, la problemática de la sexualidad y el suicidio adolescente y adaptarla a nuestro entorno. Entre cambios hormonales, exámenes, drogas, amistad y decepciones amorosas, ocho estudiantes, movidos por la curiosidad adolescente, descubrirán violentamente el significado de crecer.

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A diferencia de otras propuestas que abordan la problemática adolescente reforzando la idea del castigo y del miedo hacia la sexualidad («si haces esto, te sucederá esto»), esta obra hace hincapié en la INCOMUNICACIÓN que existe en nuestra sociedad cuando se intenta hablar de sexo.

A continuación una entrevista con el director de LA EDAD DEL EXILIO.

Flavio, “La edad del exilio” se basa en “Frühlings Erwachen” (Despertar de Primavera) del dramaturgo alemán Frank Wedekind. ¿Cómo llegas a esta obra?

Conocí el musical en YouTube e investigando un poco más, me enteré que era una obra de finales del siglo XIX. Entonces la leí y el musical me pareció una cosa suavecita en relación a la obra original. Sobre todo lo que me sorprendió fue la vigencia de ese texto… o sea, realmente estas cosas pasan hoy en día… y me pareció muy interesante como esta temática que él tocaba se sigue repitiendo: el tabú frente a la sexualidad, la represión del sistema a los jóvenes.

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¿Cómo fue el proceso de creación y reescritura colectiva de esta obra de Wedekind?

El proceso fue más o menos un año en el que iba proponiendo, en base a las situaciones que estaban en el texto original, juegos de improvisación, con premisas e ideas sacadas del texto. Con eso hacíamos ejercicios y ellos iban botando el material con el que se ha reescrito la obra. Pero la idea fue siempre tener la misma columna vertebral de la obra original.

¿Por qué el título “La edad del exilio”?

Bueno el título hace referencia al exilio que es este destierro involuntario de algún lugar, de algún espacio, en el que una persona pertenece, entonces el exilio habla de cómo estos muchachos son sacados de su mundo, de su espacio infantil, y son llevados involuntariamente porque nadie pide crecer, nadie pide ser adulto, es un proceso inevitable que va a ocurrir siempre. Entonces hicimos una comparación con eso… y en realidad el crecer, el dejar de ser niño, es casi como un exilio, es… forzado, nadie lo quiere, nadie lo pide, pero ocurre de todas maneras.

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Es una etapa muy fuerte además…

Sí, es una etapa de mucha confusión. No estás seguro de nada, no sabes cómo es el mundo, no sabes qué te va a esperar cuando seas más grande, cuando seas adulto… no sabes a qué te vas a dedicar el resto de tu vida… NO SABES NADA, estás… en camino… ni siquiera de conocerlo sino tal vez de comprenderlo un poquito…

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Y esto…

¡Y esto! Porque hay muchas personas que igual tienen… no sé, veinticinco, treinta años y que todavía no se encuentran, ¿no? ¡Entonces imagínate un chico de catorce, quince o dieciséis años como se encuentra!

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Es una etapa donde hay bastante presión de todos lados, sobre todo por parte de los padres…

Los padres, los maestros… y no solamente eso, sino lo que te dice la sociedad, la publicidad, los medios de comunicación, respecto a lo que deberías ser. Entonces los chicos piensan que el éxito significa tener buenos trajes, muchas mujeres, un carro, una casa, un trabajo y un mes de vacaciones al año y en el caso de las chicas, -no estoy generalizando claro, pero es un común denominador- ser madre, tener una pareja que sea guapo, verte bien, ingresar a la universidad lo más pronto posible y acabar… Esas cosas son consideradas como éxito. Tienes que conseguir eso para ser una persona “reconocida” ante la sociedad.

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La cultura del éxito…

La cultura del éxito, ¿no? Pero hay gente que no necesariamente busca eso. Entonces esas personas que no aspiran a lo mismo se ven un poco confundidas porque piensan: “Yo quiero otra cosa… Entonces de repente yo estoy mal, no estoy bien… ¿Qué estoy haciendo? Estoy desperdiciando mi vida porque debería conseguir otras cosas…» Cuando tal vez su corazón le pide ir por otro camino.

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Lo cual se siente en la obra… junto con esta crítica al sistema educativo y a la falta de diálogo en la relación padres-hijos.

Sí, es muy interesante cómo se desarrolla el diálogo entre los personajes adolescentes y los personajes adultos porque hay una especie de no-diálogo: NO SE ESCUCHAN. Los padres, las madres, los profesores, en ningún momento realmente escuchan o se interesan por saber qué pasa…

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También es interesante ese juego en que sólo dos actores interpretan diversos papeles adultos…

Sí. Justamente los personajes adultos masculinos son interpretados por el mismo actor y los personajes adultos femeninos son interpretados por la misma actriz, porque representan esta fuerza de otro mundo. Eso se planteó, además, con esta idea de personajes medio caricaturizados que también es parte de la propuesta y que refuerza un poco ese tema.

Dentro de este proceso, ¿cuál ha sido la mayor dificultad?

Mmm… ¿Cuál de todas? (risas) Mira, una de las cosas más difíciles ha sido las escenas en las que todos están presentes, como por ejemplo la escena del coro en la que aparecen estos profesores detectives. Es complicado manejar tantos actores, es difícil, pero es bacán también porque te permite jugar un montón.

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¿Las escenas sexuales también te costaron con los chicos?

Sí. Felizmente los chicos, de verdad, son increíbles, todos muy buenos, muy profesionales y no hubo mayores inconvenientes con esas escenas. Todavía hay cuestiones que se están ajustando porque hay algunas lecturas que se tienen que manejar, pero felizmente no hubo nunca problemas.

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Te preguntaba también porque en la obra de Wedekind esta escena es bien fuerte.

Sí. En Wedekind, la escena en la que estos dos muchachos tienen relaciones es casi como una violación. Es en realidad una violación.

Sin embargo, ustedes la abordan desde el descubrimiento, la curiosidad, tocando el tema de la violencia nacida del mismo furor…

Claro… Esta cuestión de la violencia reprimida se manifiesta en el acto sexual…

Una violencia que viene de la falta de escucha hacia la sexualidad, tal como la obra nos lo hace ver…

Así es.

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La obra de Wedekind coincide con el momento histórico y cultural en el que Freud elabora su teoría del inconsciente y de la represión hace más de un siglo. Hoy, con LA EDAD DEL EXILIO, ¿qué quieren decirle a la sociedad en que vivimos actualmente?

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Lo que nosotros queremos decir es que ya el miedo, el tabú, los paradigmas frente a la sexualidad, a las drogas, al crecer, estas ideas que son paradigmas sobre lo que uno debería hacer cuando es grande, son totalmente desfasadas y fuera de tiempo. Los niños son seres sexuados y sexuales desde que nacen. Muchos padres omiten eso y piensan que sus hijos nunca van a tener relaciones, nunca van a tener deseos, nunca van a querer experimentar, nunca van a tener curiosidad y eso es totalmente desfasado, totalmente desfasado, porque ellos lo van a hacer… y no te van a contar. Si tú eres su padre, a la última persona que le van a contar es a ti. Entonces lo que nosotros queremos decir con esto es que hay que pensar un poco más acorde al tiempo, a lo que estamos viviendo. Es mejor que los muchachos, los adolescentes, estén preparados para eso y que tengan todas las herramientas posibles para enfrentarlo. Porque tarde o temprano van a hacerlo…

Y lo hacemos…

Y lo hacemos, claro… Y no tiene nada de malo, es natural. Es una cuestión que ocurre, entonces no se debería censurar. ¡Es preferible que un chico de quince años sepa que tiene que usar un preservativo! Es mil veces preferible que lo sepa a que llegue el momento y que su pareja quede embarazada. Porque la realidad es que los chicos empiezan a tener relaciones entre los quince y los dieciséis años.

Hasta antes…

Es la realidad. Entonces uno no puede negar la realidad, tiene que estar acorde a eso.


En escena: Eric Otero, Miguel Dávalos, Daniela Trucíos, Paula Zuzunaga, Daniel Menacho, Deborah Baquerizo, Marjorie Roca, Alejandro Pérez, Lilian Schiappa-Pietra y Daniel Suárez.

Hasta el 30 de abril en el Teatro Mocha Graña (Av. Sáenz Peña 107, Barranco). Viernes y sábado 8:00pm. Domingo 7:00 pm.

Venta de entradas: En Atrápalo y en la boletería del teatro.


Foto principal: Gato Volador.

Texto y fotos: Christian Villegas.

Esos miedos que yacen detrás de nuestra historia…

Conversamos con Leo Cubas, director de “Encuentro”, segundo montaje del grupo teatral MANADA estrenado en la A.A.A. a fines del 2016 y que próximamente estará en el IV Festival Escena Sur de la Universidad Científica del Sur este 16 y 17 de mayo en la Alianza Francesa de Miraflores.

“Encuentro” es la historia de Gonzalo (Luis Yataco), un joven arquitecto que busca reencontrarse con sus orígenes, y Catalina (Yamile Caparó), una joven fotógrafa al final de una larga relación amorosa. Ambos realizan un viaje a Ayacucho para aclarar sus presentes y se conocen ignorando la historia que los une. A partir de entonces deberán afrontar sus heridas personales y sus historias familiares en busca de un mejor presente para los dos.

“Encuentro” es una obra que confronta a dos generaciones frente a un hecho silenciado que aún divide a los peruanos: el tema del conflicto armado interno.

Cuéntanos Leo, ¿cómo surge Manada Teatro?

Surge de la necesidad de establecer una plataforma para crear y gestionar nuestros propios proyectos. Luis Yataco y yo estábamos con muchas ganas de poner en práctica lo aprendido durante la carrera. Habíamos tenido pequeños trabajos fuera de la universidad, pero dijimos HAY QUE HACER ALGO MÁS QUE SOLAMENTE ESTUDIARLO O EJERCERLO DE MANERA PEQUEÑA EN OTROS ÁMBITOS. Él quería actuar y yo tenía muchas ganas de dirigir. Luego el grupo se consolida cuando ingresa Lucía Castro que es la que organiza y establece un orden en el grupo.

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¿Dónde se conocieron?

En Artes Escénicas de la Universidad Científica del Sur. Los tres ingresamos en el 2011 y por cosas de la vida formamos Manada en el 2014 y lo consolidamos los tres.

¿Qué los motivó?

Tocar temas que tengan que ver con nuestro país, con la sociedad, con la patria… Los tres estamos motivados por eso y creo que esos son los ejes con los que se ha vinculado Manada primero con “Entre ratas y gorriones” y ahora con “Encuentro”.

Su primer montaje, “Entre ratas y gorriones”, es una obra del dramaturgo chileno Sergio Arrau. ¿Cómo nace la idea de hacer un montaje de autoría propia como “Encuentro”?

Teníamos que hacer nuestro proyecto final de egresados, así que comenzamos a soltar temas y nos dimos cuenta que uno de los principales era la relación con la herencia: qué hemos heredado de nuestros padres. El papá de Luis es militar, mi papá es policía y el papá de Lucía es periodista. De alguna manera los tres hemos estado vinculados de manera indirecta con lo que pasó en nuestro país, hemos heredado hasta ciertos miedos de nuestros padres de la época de violencia, entonces dijimos: “Ya, hay que tratar este tema”, pero no desde un eje donde los protagónicos sean los personajes que vivieron esa guerra sino desde sus hijos… como nosotros. Somos nosotros. ¿Y de qué manera? Desde el sentido del amor. Con estas primeras ideas nos lanzamos en una etapa de investigación y de exploración hasta que llegamos al texto.

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¿Cómo fue este proceso? ¿Cuánto tiempo les tomó?

Ubicamos primero sesiones de conversación para compartir información donde vimos temáticas comunes y escogimos una temática. Luego iniciamos una etapa de investigación bastante teórica y buscamos algunos referentes artísticos que nos motiven como novelas, películas, obras… De ahí pasamos a una etapa de exploración en el espacio con el material encontrado… Me encierro un mes y medio a escribir “Encuentro” y de allí vienen los ensayos que nos tomó tres meses. El proceso duró desde enero hasta noviembre y después estrenamos.

¿Siempre todos desde un inicio?

Lucía, Luis y yo, los tres desde un inicio.

¿Cómo fue el proceso de integrar a los demás actores al proyecto?

Bueno, con Yamile Caparó habíamos trabajado en un curso el año pasado que fue como la pequeña semilla de “Encuentro”. Entonces le dije: “Mira Yami, tengo mi proyecto final en noviembre, me gustaría que seas parte” y aceptó. Luego estuvimos buscando actores para los padres y llegamos a Janncarlo Torrese (el senderista) que es de Aranwa y a Dante del Águila (el policía) que es de Diez Talentos. Les compartimos el texto y les motivó mucho. Ellos nos comentaron que desde su perspectiva de actores siempre habían querido tocar un tema vinculado al conflicto armado interno y no lo habían podido hacer hasta ese momento.

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¿Qué los motivó a tocar el tema del conflicto armado interno? ¿Alguna vivencia específica?

Creo que es la herencia… pequeñas cosas, pequeños miedos que nosotros heredamos. Luis tiene muy presente los viajes, él tenía que viajar mucho por todas las cosas que su papá tenía que resolver durante el conflicto armado interno… y también mi papá. Yo tengo pequeñas historias o anécdotas que mi mamá me cuenta: por ejemplo, mi mamá no podía decir muchas veces a los vecinos que mi papá era policía, decía que mi papá era maestro porque a los policías los mataban… ¡donde sea! Entonces ella vivía con mucho miedo, mucha angustia… quizás es la angustia que me dejaba mi mamá cuando mi papá salía de casa… y yo me preguntaba a dónde irá, a qué hora volverá… Y bueno el papá de Lucía, que es periodista, estuvo muy cerca a todos los conflictos sociales durante el 80 al 2000. Entonces creo que era el momento -justo al final de nuestras carreras- donde necesitábamos purificarnos, botar todo lo que nuestros papás nos transmitieron y convertirlo en una obra.

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La figura paterna está muy presente en “Encuentro”, mientras que la figura femenina está casi ausente, incluso la figura materna surge más como una evocación…

Bueno, yo escribo la obra pero ahí están las vivencias de nosotros tres… y en momentos de debate hemos dicho: “Pucha sí, mucho nuestros papás… ¿y nuestras mamás en que momento están si son las que durante la ausencia de nuestros padres han estado presentes?” Entonces creo que se evoca siempre a la figura femenina, se le evoca en la esposa del policía y del senderista diciendo que ellas hablaban de la revolución a partir del amor o que el final de todo era amar y dejarse amar; también se evoca a la mamá del policía, porque creíamos que era necesario darle un espacio a la madre que siempre ha sido el punche para nosotros, el motor.

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Hay un tema de fondo que es la reconciliación con tu pasado, tanto personal como social y está también el tema de la memoria, de hablar sobre las otras memorias…

Sí. Nosotros queríamos poner al personaje principal del otro lado que no es la historia oficial, la historia que nos contaron, y darle también voz. Es por eso que el personaje principal es Gonzalo, el hijo del personaje que es de Sendero Luminoso. Eso también nos permite que el espectador se sensibilice, empatice con -por así decirlo- “el otro lado no oficial” que igual se vivió.

El tema de la relación de pareja entre dos jóvenes es el punto de partida para abordar el tema del conflicto armado interno. ¿Por qué lo plantearon así?

Nosotros creímos que tocándolo desde el amor de dos jóvenes cuyos padres son de distintos bandos, íbamos a llegar de la mejor manera a todo tipo de público, porque creo que todos nos hemos identificado en algún punto de nuestra vida con una historia de amor. Entonces a partir de esa pequeña historia de amor es que podemos contar lo que ha pasado en nuestro país y cómo las personas de nuestra generación aún cargan con esa herencia.

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Hablando de herencias y generaciones… Dime, ¿ustedes han nacido en los 80s, 90s…?

Todos somos 90s. Los primeros años de los 90s.

¿Cómo fue para ustedes tocar una vivencia que -digamos- no han sentido o no han respirado como alguien que la vivió en los 80s?

FUE BIEN DURO, fue bien duro… Nos hemos dado cuenta que nuestros propios padres no nos contaban sobre la guerra, sobre lo que había pasado durante esos 20 años. Nuestros padres son sobrevivientes de una época. Entonces muchos de esos sobrevivientes toman dos caminos: compartir la información o mantenerla en silencio.

También nos hemos dado cuenta que el sistema educativo en nuestros once años de colegio no nos compartía la información necesaria. Entonces hemos tenido que investigar por nuestra propia cuenta, leer el informe de la CVR, ver los documentales, ir a las bibliotecas, al internet… pero ha sido bien duro porque te das con cifras ENORMES, te das con datos que no esperabas… pero creo que es necesario, creo que a los tres nos ha abierto la perspectiva, nos ha cambiado la perspectiva totalmente de lo que ha pasado anteriormente con nuestro país. Nos permite entender de mejor forma nuestro presente.

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¿Qué planes a futuro tiene Manada Teatro?

Este año nuestra prioridad es seguir moviendo Encuentro, quizás llevarla a provincias ya que Lucía es de Piura, Luis ha vivido un montón de tiempo en Puno y mi familia es de varios pueblitos de La Libertad, entonces sería bueno llevarlo a esos sitios o al mismo Trujillo… y finalizando este año, vamos a seguir debatiendo los temas que nos interesan para el 2018 lanzarnos con una nueva obra.


Fotos: María Alejandra Quino.

Texto: Christian Villegas.

Eielson y sus demonios en escena

Este 12 de abril en el ICPNA de Lima se presenta “ATADURAS”, una interesante propuesta escénica inspirada en la vida y obra de Jorge Eduardo Eielson, uno de los más grandes poetas peruanos quien además de literato es un reconocido artista multidisciplinar.

“Ataduras” es una creación colectiva de los egresados del VII Taller de Ópalo, dirigida por Jorge Villanueva y escrita por Juan Osorio. La obra está compuesta de una serie de cuadros en movimiento -ataduras- donde cada escena confronta a un grupo de actores con Eielson y sus “demonios” y donde el público es invitado a transitar libremente por el espacio mientras éste se transforma conforme los actores se entrelazan y se liberan a lo largo de la obra.

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Estrenada en única función a fines de diciembre del año pasado, “Ataduras” vuelve a escena para conmemorar el 93 aniversario del nacimiento del poeta, contando para esta ocasión con la presencia de Cristina Flores Cateriano, Marivel Ariza, Ernesto Ayala, Lily Mercedes, Angel Portocarrero, Karla Prieto, Daniel Sánchez, Onasis Toro y Carolina Niño de Guzmán junto al acompañamiento musical en vivo a cargo de Magali Luque, Pepe Toro y Juan Pablo Bustamante.

A continuación, una breve entrevista con Jorge Villanueva, director de la obra:

Jorge, ¿cómo nace «Ataduras»?

Nace de la propuesta de incluir en el taller de Ópalo, por primera vez, un espacio para la creación colectiva en donde se aplicara todo lo visto en meses de trabajo.

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¿Cómo llegan a Eielson?

Cuando llegó el momento de preguntarnos sobre dónde se orientaría el trabajo, les propuse acercarnos a la poética de Eielson y la respuesta de todos fue más que estimulante. Iniciamos un proceso de investigación y de creación en base a estímulos potentes que las diferentes dimensiones de Eielson nos daba. Luego entra Juan Osorio para tratar de hilvanar todo el material a través de un texto hermoso que articuló en las «ataduras»: diferentes momentos de su vida personal y como creador.

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¿Por qué el nombre «Ataduras»?

El nombre lo propuso Juan Osorio en base al trabajo de los Nudos que Eielson elabora y que está en gran parte de su obra como metáfora simbólica de su vida, su arte y su relación con el Perú.

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Tratándose de un proceso de creación colectiva, ¿cómo fue el proceso de construir la dramaturgia final de la obra?

Les propuse a los actores y las actrices que crearan una serie de partituras escénicas. Desde el cuerpo, desde la voz, desde la palabra, imagen, etc. El material se fue volviendo cada vez más interesante; sin embargo, necesitábamos canalizarlo y ordenarlo. Es allí donde entró Juan. En base a lo que vio del trabajo nos propuso estructurarlo en dimensiones -ATADURAS- que atravesaban la vida y obra de Eielson: El mar, El cuerpo, La palabra, La imagen, El amor, La máscara, El Perú.

Una de las virtudes de la obra es que el público viaja por una serie de imágenes como si estuviera en una exposición de arte en constante movimiento. ¿Cómo llegan ustedes a esta propuesta donde el público se integra a los espacios de la obra acercándolo a la escena?

De hecho, la propuesta tiene un aspecto híbrido en el sentido que es fragmentada, como un caleidoscopio de su poética, desde el acercamiento físico y subjetivo de «Noche oscura del cuerpo» a las ATADURAS que atraviesan como un collage su vida y obra. Es por ello que el espectáculo mismo nos pedía una puesta en escena interactiva con el espacio y el público.

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Es difícil conjugar en palabras toda la propuesta artística y poética de Eielson. ¿Qué has sentido tú como director de teatro dentro de este proceso?

Constantemente su dicotomía: Ser un exiliado, pero al mismo tiempo la distancia del exilio que le da sentido a todo.

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Hace mucho tiempo que quería acercarme desde la escena a este fascinante artista. Ha sido un encuentro creativo lleno de aprendizaje y vivencias. Percibo que aún seguiremos afinando este trabajo. Me gusta pensar en la creación como un constante espacio de revisión. No me anima crear y producir obras para que sean descartadas y desechadas después de una temporada.

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Finalmente, ¿por qué abordar a Eielson en estos tiempos?

Pienso que es un artista inacabable y aún muy poco conocido por el gran público. La dimensión de su poética, literaria y visual habla por sí sola.

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Texto: Christian Villegas.

Fotos: Eduardo Irujo.

«Ausentes»: La búsqueda por conciliar los conflictos sociales

«Ausentes» es el primer proyecto artístico producido por la especialidad de Creación y Producción Escénica de la Facultad de Artes Escénicas (FARES) de la PUCP.

Estamos ante un montaje multidisciplinar que combina diversos lenguajes artísticos e involucra directamente al público como actor y testigo de los hechos: La protesta de la comunidad de Yuyus contra la empresa Newmine por la implementación de un proyecto minero en sus tierras, junto con el papel que juegan el Estado, las fuerzas del orden, las ONG ambientalistas y los medios de comunicación.

Un diálogo con la historia y con los conflictos sociales del Perú de los últimos veinte años que visualiza la desigualdad y el manejo de quienes detentan el poder para encausar nuestras contradicciones en pro de sus intereses personales.

Una obra que no pretende polarizar sino mostrar las posiciones, intereses y temores de los actores que se enfrentan y las consecuencias que este conflicto conlleva.

“Ausentes” se estrenó hace un año en el ICPNA de Lima; sin embargo, se inició hace dos años cuando Lorena Pastor, coordinadora de la especialidad, le encargó a Rodrigo Benza su elaboración y le manifestó su inquietud por trabajar una temática relacionada con la corrupción y el manejo del poder.

Este año «Ausentes» volvió para presentarse en la Casa Yuyachkani por una breve temporada que incluyó un par presentaciones para el FAE Lima.

A continuación, una nutrida entrevista con Rodrigo Benza, investigador escénico y director general de esta propuesta.

Rodrigo, ¿Cuál fue la motivación, el punto de partida de “Ausentes”?

Cuando Lorena me dijo que le inquietaba el tema de cómo se manejaba el poder, me vino inmediatamente la figura del policía antimotines. Tenía la idea de hacer algo documental, testimonial, pensando qué pasa con el policía cuando le está pegando a un estudiante, qué pasa en su cabeza, cuál es la motivación que lo lleva a poder hacer eso –porque no necesariamente es que sea malo o bueno, simplemente es su chamba- y cómo puedes separar eso de su vida. ¿Qué pasa cuando regresa a su casa? ¿Qué le cuenta a su familia que ha hecho en su trabajo? De repente es un padre muy amoroso… Esas preguntas venían desde el 2013, año en que fueron las grandes protestas en Brasil y yo estaba allí. A partir de esa figura del policía como el brazo del poder -que no tiene el poder, pero que tiene que ir y dar la cara- empecé a investigar sobre la protesta y me di cuenta que para hacer un proyecto así necesitaba formar un equipo de investigación interdisciplinario y PLANTEAR el proyecto.

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Entonces elaboré un pre-proyecto a partir del policía, FARES lo aprobó y aprobó también el equipo de dirección que estaba pidiendo: Claudia Tangoa, la directora de teatro -los dos hemos hecho la dramaturgia final-; Mónica Silva, la directora de movimiento; Jorge Baldeón, el director visual y espacial; Germán Tejada, el director de video; Noel Marambio y Jan Diego Malachowski, los compositores de la música; Mayra Barraza, la asistente de dirección; y Lorena Peña, la productora.

Con el equipo inicial y con la asesoría de Jacqueline Fowks, que es una periodista de investigación, empezamos a ver posibilidades de cómo traer esto a la escena, juntos, desde cada una de nuestras disciplinas. Desde ese momento el trabajo fue ya colectivo, en este caso, una creación colectiva conceptual: todavía no entrábamos al espacio. Sentíamos que necesitábamos hacer esta investigación para recibir a los actores con un material ya un poco más procesado y que ellos puedan crear a partir de eso.

¿Y ese período cuánto te tomó de tiempo?

Tres meses: julio, agosto, setiembre. Allí decidimos el espacio que queríamos, el elenco que buscábamos… todo lo decidimos juntos.

¿Cómo fue la elección del elenco principal?

Para la elección del elenco fuimos muy cuidadosos.

Primero: tenían que ser buenos actores y que no se limiten a ser actores.

Segundo: tenían que ser buenos creadores, porque tú tienes muchos actores que pueden crear su personaje, pero no tienen la experiencia o la costumbre de hacer un nivel de investigación y de incertidumbre de este nivel, entonces tenían que tener experiencia y capacidad para la investigación.

Y tercero: tenían que estar políticamente comprometidos con el proyecto. Político no en el sentido partidario, ni siquiera de izquierda o derecha, sino político en el sentido ciudadano de ser un artista que se responsabiliza por lo que está diciendo, no un artista empleado que dice: “Bueno, yo estoy aquí transmitiendo nomás las palabras del dramaturgo”. Entonces tenía que tener ese compromiso.

Y bueno felizmente conseguimos a estos seis actores fantásticos -Ricardo Delgado, Andrea Fernández, Alberick García, Alejandra Guerra, Melvin Quijada y Yolanda Rojas- que se comprometieron directamente al proyecto. Obviamente hubo sus crisis…

Como en todo proceso…

Pero es obvio, ¿no? Pero creo que se siente el poder del colectivo, no se siente a nadie que no esté metido con el corazón en ese proyecto y eso es tal vez lo más enriquecedor. Trabajar con gente que realmente asume como propio el proyecto que se está proponiendo es un privilegio.

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Definitivamente. Entonces la experiencia colectiva empieza con el equipo de dirección para luego incorporar a los actores a este proceso, al menos en este proyecto…

Los grupos de creación colectiva en Latinoamérica generalmente trabajan desde el espacio y desde el cuerpo del actor. Es a partir de ahí que se concibe la creación. Nosotros más bien vamos a hacer primero una creación para recibir a estos actores. No era porque no nos guste esa otra forma, sino porque tiene que ver con una serie de cosas que el actor va aprehendiendo, son procesos mucho más largos y no teníamos el tiempo para hacerlo.

Entonces entraron los seis actores principales y nosotros los recibimos con un banco de información y empezamos con ellos todo el proceso de creación en el espacio. Había sesiones de ensayos en los que teníamos a todo el mundo en su computadora porque necesitaba investigar más cosas sobre su personaje. Y así se siguió acumulando material que fuimos organizando e hicimos un primerísimo borrador en diciembre del 2015. Allí la universidad cerró y en enero retomamos ya con los coros que son diez jóvenes: uno de ellos bailarín profesional de la Escuela de Folklore José María Arguedas y los otros nueve estudiantes de la especialidad de teatro.

¿Los músicos que participaron son también de FARES?

Sí, en esa época todos eran estudiantes de la especialidad de música.

Buena iniciativa llamar gente joven de sus canteras para un proyecto grande como este…

Es que asumimos esto como un proyecto de investigación en la universidad, entonces no solamente tiene un fin estético sino también pedagógico: es parte del espacio de aprendizaje que nosotros queremos generar pues también estudiantes de creación y producción escénica han acompañado el área de producción y de dirección desde el inicio.

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Viendo la dimensión de este trabajo, ¿cuáles fueron tus mayores temores y desafíos al hacerte cargo de este proyecto?

Bueno… Es una tarea compleja el tratar de ponerte en los zapatos del otro… y tratar de tener empatía.

Y el gran desafío -para algunos lo logramos más que para otros- es realmente poder poner esta multiplicidad y esta complejidad de miradas en estos fenómenos en un esfuerzo por luchar contra el pensamiento dicotómico que existe en el mundo y que es muy útil para las esferas de poder, ¿no?: Blanco y negro. O estás conmigo o estás contra mí.

Las polarizaciones que dividen…

Así es. Ese es tal vez el gran desafío -y por lo tanto también el gran temor- que esto se llegue a entender no con un afán condescendiente sino más bien cuestionador… hacia todos lados.

Nunca tuve temor de no llegar a concretarlo porque no tenía una idea fija de a dónde quería llegar. Entonces… me adapto a lo que hay.

Pero también es una incertidumbre…

Sí…

Y esa incertidumbre es a veces un motor y a veces una traba.

Claro. Felizmente creo que tengo capacidad para manejar la incertidumbre. Trabajo en creación colectiva y si no tienes capacidad para lidiar con esa incertidumbre es difícil, ¿no?

Claro…

Pero a nosotros nos ha interesado hacer la investigación y poder compartir esta investigación con las personas.

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¿Cómo llegan al título “Ausentes”?

Te puedo mostrar el chat del whatsapp… (risas)

Fue toda una discusión virtual…

Con los directores… Hubo cierta urgencia además porque como nosotros estrenamos en el Icpna, el Icpna tenía que mandar a imprimir su programación y eso es un mes antes, entonces teníamos que decidir un título ya… En un momento dijimos que se llame el “Carnaval de poderes” porque estábamos en carnaval, estábamos hablando del poder… y al final quedó “Ausentes” porque finalmente estamos hablando de los ausentes: del Estado como un Estado ausente en muchos lugares, de los ausentes para la mirada del Estado o para las esferas de poder, de los ausentes que no están, de los que no son vistos… Finalmente es un nombre polisémico que te remite a distintas cosas que toca el montaje.

Y le pusimos como subtítulo «Proyecto Escénico» porque finalmente es un proyecto escénico de investigación a nivel estético, a nivel cultural, a nivel político, a nivel de casos, de realidad… Bueno, por allí algunos pueden decir que yo tengo un fetiche con usar la palabra «proyecto», porque también la usé en «Proyecto Empleadas» (2009) -que al final lo tomé del «Laramie Project» de Moisés Kaufman- e hice una experiencia con Koki Baldeón que se llamó «Proyecto Puerta» (2006), una videoinstalación que hicimos en el Mercado de Magdalena, entonces, finalmente, llegamos a “Ausentes”.

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Una de las virtudes de la obra es la incorporación de esta teatralidad andina, este ambiente de fiesta, de carnaval popular, que mueve a la gente y que mantiene vivo este espíritu de experiencia colectiva. Hay incluso investigaciones de antropología -también una investigación que publicaste sobre el Carnaval de los Hijos del Distrito de Accomarca– que hablan de esta teatralidad y de cómo incorpora de manera lúdica, vivencial y bien de adentro, una protesta directa, incluso en las máscaras que usan. Esta conexión con la teatralidad andina, ¿tiene que ver con alguna vivencia tuya, con algún vínculo familiar, con alguna experiencia en tu proceso como artista?

Bueno desde hace un tiempo estoy con un foco de estudio sobre teatralidad andina, mucho gracias al contacto con el grupo Yuyachkani y con Miguel Rubio que es tal vez uno de los pocos que desde las artes escénicas estudia esto. Es decir, se estudia mucho desde la antropología, pero desde las artes escénicas la investigación es más escasa. Nosotros que hemos estudiado teatro, estudiamos Stanislavski, estudiamos Brecht… muchos referentes europeos. Tal vez con suerte estudiamos algunos referentes latinoamericanos y más desde la dramaturgia. Los que estudiamos con Miguel nos acercamos a Santiago García, Enrique Buenaventura, Antunes Filho, en fin, a otros maestros latinoamericanos… pero el lenguaje escénico de estas manifestaciones para nosotros es… ajeno. Tal vez a los estudiantes de teatro los está acercando un poco a eso Ana Correa, pero en general no lo estudiamos mucho, entonces es algo que a mí también me inquieta y me inquieta también orgánicamente por dos razones:

Hace años fui por primera vez a la fiesta de la Virgen del Carmen de Paucartambo de Cuzco que es el foco de estudio de Miguel Rubio y que es tal vez una de las manifestaciones de teatralidad andina más complejas. Y bueno, me pareció chévere, me interesó, pero allí nomás. Luego viví cinco años en Brasil… y en Brasil me vinculé mucho con la cultura popular, inclusive formé parte de una manifestación que se llama “Boi-de-mamão”, que es una manifestación típica del litoral de Santa Catarina -donde yo vivía- y tuvimos intercambio con otra manifestación que se llama “Cavalo Marinho” que es de la zona de Pernambuco, al noreste de Brasil y con otras danzas… Entonces allí empecé a encontrar, con una vivencia muy directa EN BRASIL, la riqueza teatral escénica de estas manifestaciones y a relacionarlas con lo que había acá INMEDIATAMENTE. Porque hay un parentesco directo, DIRECTO. Entonces cuando llegué acá dije: “Voy a empezar a estudiar más esto.» Empecé a leer, a buscar… Y el año pasado fui de nuevo a Paucartambo con mi familia. Estuvimos ahí con Miguel también y empecé a ver más al detalle estos elementos y me interesó mucho más conocer. Por eso también me acerqué al Carnaval de los Hijos de Accomarca como una de estas manifestaciones y en este momento, con Ricardo Delgado, hemos empezado a hacer una investigación sobre la chonguinada, que es una danza de la zona de Huancayo, de Junín. Entonces, por un lado, mi inquietud personal por esos lenguajes…

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Pero también está la coincidencia de que Melvin Quijada es maestro de danzas peruanas y Ricardo Delgado trabaja con el Conjunto Nacional de Folklore. Entonces de pronto se juntan los astros y hace que estos elementos surjan orgánicamente, naturalmente… Por ejemplo, Melvin tenía que hacer una propuesta del personaje del periodista local, que es el periodista que está dentro del conflicto, narrando, registrando. Cada actor escogía a unos personajes y tenía que hacer su propuesta, libremente, como quisiera… y Melvin cogió a sus compañeros y les pidió que hagan como una especie de carnaval, así con matacholas y esas cosas… y él era el periodista que iba narrando este carnaval. Melvin tenía la necesidad -Melvin es de Huancayo- de traerles a estas cosas tan duras un poco de lo lúdico, del humor típico de las manifestaciones de Huancayo… y se hizo sentir inmediatamente. A partir de eso dijimos: “El primer enfrentamiento que sea tipo carnaval” y empezamos a investigar. Después le pregunto: “Oye Melvin, ¿qué danzas danzan los policías en tu región?” Y me dice: “Allá danzan los Shapish de Chupaca”. Me mostró y Alberick García se sabía también la danza y ¡pa!, ¡pa!, ¡pa!, ¡pa!…  comenzaron los dos a bailar. Vi eso y dije: “Ahhh… ¡Así tienen que entrar los policías cuando llegan!”. Entonces, como ya habíamos decidido que los policías entraran con una danza, dijimos: Ricardo, Melvin, busquen una danza guerrera para la entrada de los manifestantes. Y allí escogieron los Shacshas de Ancash. Lo vimos y de allí ya Mónica Silva, trabajando con ellos, limpiaba la coreografía y los músicos aparecieron a incorporarse con sus elementos.

Impresionante lo que nace de nuestra memoria dancística y musical… y como inconscientemente tenemos incorporada la teatralidad andina…

Claro. Ellos empiezan con este careo y después meten al público al medio y danzan alrededor… y eso es el formato de la guerrilla de la fiesta de la Virgen del Carmen en Paucartambo… Entonces, son varios referentes, orgánicos y pensados, que se van juntando…

Y bueno, si tú leíste ese artículo de Accomarca, allí propongo una serie de elementos que están intrínsecos y mezclados en la teatralidad andina: el teatro, la danza, la música, el ritual, el juego. Entonces eso también es un poco lo que hemos experimentado en esta primera experiencia mía de dirección de este tipo de trabajos.

Grupos como Yuyachkani, Maguey y grupos de la llamada periferia de Lima: Vichama, Arena y Esteras, La Gran Marcha de los Muñecones, Huaytay… usan elementos de esa teatralidad. Porque finalmente es su teatralidad también, porque muchos de ellos son descendientes de migrantes o migrantes también.

Toda una conjunción de peruanidad…

En el carnaval de Accomarca, ellos presentan la matanza de sus ancestros, de sus padres, de sus hermanos… y luego bailan el carnaval… y no pasó nada… y bailan con los que representan… y no pasó nada… Ahora ya no representan la matanza, porque ya salió la sentencia el año pasado. Este año vi un video donde han representado contra la minería.

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Ahora, tú que conoces de estas manifestaciones lo lees rápidamente, pero he recibido gente que no sabe y que me dice que es un poco raro que esto que es violento se presente como un juego, tan juego. Porque para quien no tiene, para quien no entiende ese lenguaje, puede ser raro, ¿no?; pero es interesante también.

Es muy nuestro, además. Es parte de nuestro humor, de nuestra manera de jugar, que a veces no es entendida o es deformada por algunos programas de televisión y que a veces es aceptada muy pasivamente.

“Ausentes”, sin embargo, invita al público a transitar activamente por la sala. ¿Cómo llegan a esta propuesta de no utilizar butacas?

Mira, hay muchas cosas que te digo y que no te puedo decir quien lo propuso. Pero sí estoy seguro que decíamos: “No queremos limitarnos a un escenario frontal, necesitamos un espacio que no nos limite a un escenario frontal”. Esa fue la premisa. Después ya fue viniendo. No estoy seguro en verdad en qué momento, pero fue, digamos, una elección más o menos orgánica, obviamente también, a partir del contacto con Yuyachkani, de la búsqueda de generar experiencias que tienen ellos. Nosotros -unos más, otros menos- tenemos una cercanía enorme con Yuyachkani y muchos han dicho que este es como un montaje “hijo” de Yuyachkani.

Claro… se asocia con la propuesta de “Sin Título” que era como un museo viviente en movimiento donde no había butacas y el público se movilizaba libremente por toda la sala y era también movilizado por las acciones.

Hay una cosa de “Sin Título” que es bien interesante… Miguel Rubio tiene una definición de dramaturgia que es: “La organización de la acción en el espacio compartido”. Es una definición que viene de su experiencia. Y a mí me gusta mucho esa definición porque no limita la dramaturgia a la escritura de la palabra, sino que plantea la dramaturgia como la multiplicidad de elementos que conviven y que deben ser organizados, y parte de esa organización es qué va a pasar también con el público.

Inclusive durante las funciones, en un momento, tuvimos un debate entre nosotros: Como los públicos toman las tarimas y después hay escenas en esas tarimas, había que decidir si antes de la escena nosotros íbamos y los sacábamos para que cuando suba el actor esté limpia o dejábamos que naturalmente el público decidiera qué hacer. Al final decidimos que el público decida… y esa fue nuestra decisión.

Que el pueblo decida…

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Tuvimos funciones de doscientas personas y había escenas enteras que se hacían con la gente sentada en la tarima donde era la escena mirándose, mirando hacia arriba, hacia atrás, porque decidieron no salirse de su sitio, porque si salían de repente perdían su asiento, no sé… pero ha pasado. Y eso ha sido una decisión, también en la cuestión de para dónde íbamos. Por ejemplo, si esta escena es aquí, llevábamos la atención para acá, si comenzamos acá, podemos ir preparando por allá… entonces el movimiento del espectador también se convierte en parte de las decisiones dramatúrgicas.

Interesante…

Por otro lado, algunas cosas son más conscientes y otras menos conscientes y luego te vas dando cuenta. Por ejemplo, el tema justamente de poner a la persona en medio del conflicto y no al margen del conflicto

Nosotros hablamos de los conflictos en provincia, no hemos hablado de los conflictos en Lima. Y ¿por qué? Porque en Lima los policías son más controlados, en Lima no sacan armas de fuego…

Pero te disparan hartas bombas lacrimógenas…

Pero mucho menos. En cambio, allá… Y las personas que protestan, también en Lima son mucho menos violentas que en las provincias. Pero nosotros desde Lima vemos esos conflictos siempre en la pantalla.

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Y la pantalla se hace presente en la obra, mostrando al público cómo los medios y el poder político deciden por detrás lo que se les está informando…

El público como un agente que tiene que tomar decisiones obviamente es una ilusión y no sé si algún espectáculo logre que los artistas y el público tengan la misma jerarquía, porque los artistas son finalmente los que están proponiendo; sin embargo, hay en el público un margen de libertad para decidir qué es lo que quiere hacer y qué es lo que quiere o no quiere aceptar.

Y también donde se coloca como decías…

Y también dónde se coloca. Porque hay algunos que se van a un rincón, se quedan allí toda la función y otros que sí quieren ir de un lado a otro todo el tiempo. Eso es decisión de cada uno. Entonces se deja un margen de decisión y al mismo tiempo se da la responsabilidad del público. No somos pasivos y en una problemática como esta no podemos ser pasivos: TENEMOS QUE TOMAR UNA DECISIÓN.

Invitamos al público a que sea más activo también con esta decisión.

Así es… y termina con una escena final que tiene la participación directa del público si es que quieren. Entonces es una acción directa.

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Hablando de decisiones… “Ausentes” se estrena en una época de elecciones presidenciales…

Eso fue coincidencia.

Y coincidencia con unas elecciones bien violentas además… ¿Cómo ves ahora el contexto en este nuevo reestreno?

El hecho de las elecciones nos dio una coyuntura especial: había un fervor en la gente de este tema. Pero al mismo tiempo era un distractor: Nuestra segunda función coincidió con la segunda marcha contra Keiko en la Plaza San Martín y con invitados llegamos a trece personas. Hemos tenido varias funciones así porque a la gente le da miedo ir al centro. Miedo porque es peligroso, porque hay mucho tráfico, porque es lejos…

Aparte tú no sabes en qué momento te cierran las calles sin previo aviso, a veces incluso cierran hasta el acceso peatonal ante la presencia de una marcha.

Entonces es complejo, la gente no quiere venir al centro y realmente penamos varias funciones para llegar a veinte. Y esta cuestión de: “¿Y cuándo termina?» “Ah, ya, todavía”. «Ah ya, tengo tiempo”. Y en las últimas funciones se quedó gente afuera.

Es una costumbre, en esta ciudad, que la gente espere las últimas funciones para correr al teatro…

Y es un poco frustrante, ¿no?

El tema es que hoy no hay el fervor de las elecciones… pero los conflictos continúan. La problemática de la que hablan está totalmente vigente.

Aunque uno puede identificar claramente los conflictos sociales ocurridos en el interior del país, durante toda la obra no hay ninguna mención al Perú, salvo al final y de manera metafórica. Incluso el personaje del presidente está inspirado en varios presidentes que gobernaron el país…

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Es porque no queríamos que el personaje presidente se relacione a un presidente, porque no es un presidente, es transversal, no es un personaje, son muchos personajes, son figuras que están allí desde hace décadas… y el discurso es el mismo, la corrupción es la misma, la zafada de manos es la misma, la impunidad es la misma… y las víctimas son las mismas.

Por eso también trajimos a Sandra García que es un personaje real. Sandra García es una persona que existe y es la presidenta de la Asociación de Viudas, Madres y Sobrevivientes de las Fuerzas Armadas y de la Policía. Su esposo murió desactivando una bomba de Sendero, dejó cuatro hijos -una de sus hijas es ahora policía-. Nosotros la entrevistamos y es a partir de la entrevista que se hacen esas escenas.

Además de ella, hay varios elementos documentales en la obra como esos videos con fragmentos de las protestas ocurridas en el interior del país, incluso la dramaturgia incorpora testimonios de Máxima Acuña y algunos discursos utilizados por los políticos de nuestro medio…

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Durante la investigación nosotros hemos hecho entrevistas con policías, antropólogos, sociólogos, gente de la CVR… y por ejemplo, había una continuidad directa en los antimotines que han sido entrenados por los Sinchis… y en la forma de operar de muchos policías hay una continuidad de la lucha antiterrorista con los manifestantes de la protesta como si fueran senderistas, como si fueran terroristas directamente. Y hay un discurso, ¿no? Hay gente del poder político que inventaron el término del «terrorista antiminero» a partir de lo ocurrido en Tía María. El terrorista antiminero… es una palabra súper fuerte.

Finalmente, ¿hay la posibilidad de presentar esta obra en un espacio abierto al público, en provincias o llevarla fuera del Perú?

Nos encantaría, estamos absolutamente dispuestos y abiertos a las posibilidades. Pero también hay que ser realistas en que no es barato reponer esto: hay una serie de elementos y más de treinta personas entre actores, músicos, gente de producción… es mucho para movilizar… y no es una obra que las empresas ni el Estado estén peleándose por auspiciar.

¿Pero no hay alguna manera de que las universidades se junten para coproducir esta obra o que reciban el financiamiento de alguna entidad extranjera y así poder presentarla en otros espacios fuera del circuito de salas de Lima?

Ojalá se pueda.


Texto: Christian Villegas.

Fotos: Carlos Zevallos, Miguel Mejía, PUCP.

Para más información sobre la obra, aquí el programa de mano.