“EL CUERPO Y LA SAL”, es una creación de Mónica Vergara e Italo Panfichi, artistas peruanos que han realizado diversas presentaciones tanto en el Perú como en el extranjero y que actualmente radican en Madrid, España.
Basada en una fábula del espiritualista oriental Ramakrishna (1836-1886), “EL CUERPO Y LA SAL” se presentó el pasado sábado 18 de marzo a las 6:30 p.m. en el tercer nivel del LUM (Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social) desde donde se divisa el horizonte que se interna en el mar. Menciono este detalle porque los espacios juegan un papel importante en cada puesta en escena, sea que ésta se de en un espacio abierto o cerrado, en un espacio público o privado, en un espacio accesible de ingreso libre o en un espacio restringido como los hay en muchos momentos de nuestra historia, de nuestra vida y de nuestra memoria.
Esta propuesta, que combina performance con danza, nace de esos espacios restringidos a nuestra memoria en un intento por volver a conectarnos con la vida. “EL CUERPO Y LA SAL” es una invitación al movimiento, a levantarse y continuar.
A continuación, Mónica e Italo nos hablan de esta obra…
En la búsqueda de una FE
observamos HUELLAS en el camino
huellas de otros cuerpos y del propio cuerpo
camino al horizonte…
¿Cómo se inicia este trabajo?
ITALO: Este trabajo se inició con una serie de ejercicios planteados por Mónica, que es bailarina, que se preguntaba cómo extender, cómo trazar, cómo hacer visible la proyección en el espacio de un movimiento. Se planteó ese desafío del cuerpo en relación con el espacio, cómo extender el tránsito de un movimiento a otro.
En medio de esa problemática probamos una serie de materias para hacer visibles esas líneas invisibles de proyección del cuerpo en el espacio. Probamos con tinta china, con arena, con agua, con hojas… hasta que llegamos a la sal y vimos que era bastante noble para esos ejercicios iniciales. Es decir, nuestro encuentro con la sal no es un encuentro simbólico que contiene una interpretación específica sino práctico. Eso nos llevó a estudiar acerca de la sal y nos llevó a diversas culturas con interpretaciones diferentes. Al no apoyarnos nosotros en su condición simbólica, dejamos libre la posibilidad de que este elemento pueda expresarse libremente. De pronto en un momento planteamos quién mueve a quién: si es el cuerpo de la bailarina el que mueve la sal o es la sal la que mueve a la bailarina.
En medio de esos ejercicios plantee algo que me interesaba a mí en ese momento: Buscar si es posible orar con el cuerpo, si es posible plantear una plegaria a través del cuerpo y no de la palabra.
Y es allí donde Mónica, que tiene una inclinación por la filosofía, me plantea una paradoja:
«La oración es un acto por el cual buscamos percibir el ser abrazados por el todo. Esto es, nuestra fe en la existencia unida a nuestra fe en la existencia abrazada por el todo. Nuestra fe en la existencia nos conduce a abrir los ojos y andar. Nuestra fe de ser abrazados por el todo nos conduce a la búsqueda de esa percepción.»
El siguiente paso fue: ¿Qué pasa si dedicamos tiempo a hacer un conjunto de movimientos encaminados en la búsqueda o afinamiento de esa percepción? ¿Quién o qué tiene que realizar los movimientos? ¿Qué características tiene que tener este conjunto de movimientos? ¿Cuánto tiempo debemos dedicar en esta búsqueda de afinamiento y percepción? ¿Puede hacerlo un cuerpo escénico expuesto con un poco de sal en un espacio escénico? ¿Un cuerpo escénico con todos sus defectos, aciertos, carencias y virtudes? ¿La sal con todas sus propiedades y su simbolismo arraigado? ¿El público con su expectativa de encuentro y la singularidad de sus cuerpos, defectos, aciertos, carencias y virtudes? ¿El lugar físico escénico, un lugar físico temporal que delimita y limita?
Es ahí, en ese momento, que se nos da la oportunidad de participar en un evento del barrio en el cual vivíamos que se llama «Artistas del barrio«. Este barrio de Madrid plantea un interesante proceso de gestión cultural: En este barrio viven artistas, pero no se conocen entre sí. Y hay espacios, hay galerías, hay teatros que tampoco establecen una relación. Entonces se da un fin de semana para que los artistas abran sus puertas a los vecinos del barrio, se abren los teatros, las galerías y se produce una especie de fiesta en el barrio. Entonces ese espacio de visibilidad de la gente artista que vive en el barrio se da y nosotros fuimos invitados por una galería a ser partícipes de ese encuentro y esto es importante porque los espacios también tienen que ver mucho con la transformación y la evolución del trabajo. Era una galería muy pequeña, muy sencilla, que nos invita a hacer una investigación libre en su espacio y nos da la posibilidad de trabajar allí libremente. Entonces teníamos una confrontación con el público que es siempre el gran desafío.
En medio de esta búsqueda de la oración en el cuerpo… se produce un hecho personal, una pérdida, que golpea al trabajo y lo remite a pensar sobre la ausencia. El trabajo es atravesado por esa pérdida personal donde es inevitable que se bañe con emociones relacionadas con la ausencia, la pérdida y la presencia.
Luego de las dos presentaciones públicas recibimos diversos retornos, desde universos donde ven transformaciones de temperaturas, mapas estelares en un suelo de madera liso donde la sal podía tener una proyección y una facilidad de movimiento -era un espacio pequeño donde había cercanía con el público-, hasta que nos choca unas preguntas que nos hizo llegar un espectador a partir de lo que él ve: ¿Cómo se puede revelar la sombra sin mirar atrás? ¿Cómo se puede convocar el vacío y llenar la existencia? ¿Cómo se puede ser tan pequeño y al mismo tiempo ponerte frente al todo? ¿Cómo se puede bailar sobre las olas y mover montañas con un soplido? Con estas preguntas cerramos la primera etapa.
Para la segunda etapa pasamos a un teatro formal y de una galería a un teatro cambia todo porque son: la caja negra, la utilización de luces, hacemos algunas experimentaciones sonoras… y esto nos lleva a otro tipo de reflexión que tiene que ver con el lenguaje.
MONICA: Las preguntas que nos dejó la presentación nos dejó pensando en la capacidad que tiene ese cuerpo y la materia juntos de comunicar… Y también hasta dónde podemos llegar a responder preguntas como las que nos planteaban. Pensaba que el cuerpo en sí mismo está encarnando muchas carencias y además también tiene carencias, entonces, ¿cómo podía lograrlo considerando que la materia en sí era una materia primaria? Por ejemplo, si yo tiro la sal, la sal sigue siendo la sal, en cambio si tiro una silla se rompe, ya no es la silla. Entonces si la sal sigue siendo la sal, se mantiene en sí misma la esencia, lo esencial de repente lo perdemos como seres humanos en la vida cotidiana. Quizás tocar la sal y tomarla como es, elemento, nos va a llevar a algo más, a un lenguaje al cual no podemos acceder en la vida cotidiana utilizando la razón y no tanto el instinto. Nos quedamos pensando en esa materia como elemento primario que al contemplarlo, al ESTAR, de repente puede hacer que emerja UN LENGUAJE QUE ESTÁ FUERA DEL LENGUAJE.
ITALO: Y la tercera fase es la que viene en Lima. Esta etapa es muy fuerte en el sentido que es Lima, es el LUM, es un espacio céntrico, es la situación actual, el día a día, es nuestra experiencia de trasladarnos de un lugar a otro, en fin… es nuestro país, nuestra gente, nuestra familia, todo eso también de alguna forma afecta al trabajo.
Además de lo que significa para ustedes volver a Lima, accionar en Lima, accionar en el LUM…
ITALO: Y el LUM es un espacio especial también, es cemento, en principio duro para un bailarín, es ascendente, ves el horizonte, el infinito, el océano… son demasiados elementos que es imposible no tomarlos en cuenta. Y es de ahí donde nace el texto que escribe Mónica para esta presentación:
«Presentamos un cuerpo en el intento por llegar a una verdad que está en el horizonte.
Un cuerpo movilizado por su afán de búsqueda de algo que se le escapa permanentemente.
Nace de un sentimiento que emerge de la ausencia.
La ausencia de gestos, actos, pensamientos, reflexiones, impulsos, encuentros… la ausencia de cuerpos.
La ausencia como huella de un trazo que se invierte y se despliega.
Una huella con un elemento cuya potencia se diluye en el océano infinito.
La Sal.
Un océano infinito. Un horizonte.»
Y luego pasa la experiencia que hemos compartido con ustedes, que es, de por sí también, algo que tampoco está en nosotros… o sea no es predecible… y que deja abierta todavía las posibilidades de preguntas y de dudas y de respuestas que posiblemente evolucionen el trabajo.
En principio este trabajo pretendía ser una performance, un preludio de un trabajo mayor, sin embargo cobra su propia autonomía en los lugares y en las situaciones en que se presenta.
¿Por qué decidieron hacerlo en el LUM?
ITALO: Digamos que la situación de estar aquí y no en otro lado no siempre es algo que decidamos… Para nosotros era importante venir a Lima, lo consultamos con amigos, no conocíamos el LUM, nos mandaron unas fotos, pero cuando estuvimos en el espacio fue para nosotros un gran descubrimiento. Posiblemente hemos llegado sin conciencia de lo que el espacio como arquitectura y como representación simbólica en tanto museo ES. En ese sentido, somos inocentes. No ha sido una decisión consciente.
MONICA: Justo estaba pensando en graficar la búsqueda de una verdad en un horizonte. Encontrar un horizonte. Y pensar en los granos de sal, en todo lo que podría pasar. Si hecho un grano de sal en el océano, de ahí volver a buscar ese grano de sal en la inmensidad del océano… Si bien es cierto puede secar esta parte del océano, hay miles de granos de sal y se hace imposible que uno llegue a tocar este grano en particular. Y creo que esa metáfora está como algo que yo quiero tocar y no sé cómo tocarlo y trato de tocarlo con mi cuerpo y de tocarlo con todo lo que hay incluyendo el espacio, incluyendo a cada persona… Así como ese grano está en el océano, todo está relacionado y se diluye en ese todo. Si hablamos de intención, es una filosofía en la cual yo quiero hacerme preguntas desde el propio cuerpo, desde el propio momento… y desde el propio momento filosofar con ustedes. No nos quedamos en una filosofía de la razón sino que todo el cuerpo está con la materia generando preguntas, entrando en posibilidades, de alguna manera… entrando en el mar. Entonces trato de poner en palabras algo que en realidad no sé si llego, se sienta a mar.
Para ascender al cielo hay que diluirse en el océano
como grano de sal en el agua…
Hay una búsqueda de fe que se relaciona con esta plegaria a través del cuerpo que menciona Italo. ¿Cómo nace esta experiencia y qué ha significado para ti en particular?
MONICA: Fue una experiencia que nace en realidad desde un sentir, una necesidad de repente de encontrar una explicación a algo que no se puede explicar cómo es un suceso de una desaparición o una ausencia… desde allí, intuitivamente… no sé si intuitivamente sea la palabra, pero… en un espacio dado para la creación, un espacio donde encontramos un elemento, cómo aparece una huella y a partir de esa huella aparece un espacio de reflexión en relación a algo emotivo que estaba viviendo en ese momento y quizás también al mismo tiempo a algo que va más allá de mí misma como persona, de todo ese espacio incierto que uno no conoce como ser humano, desde la propia condición que tenemos, ¿no? Y cómo allí aparece afecto, una huella que emotivamente me toca… Y a partir de allí encuentro de alguna manera ese abrazo, ese abrazo que inicialmente habíamos hablado con Italo. Él me decía: «Me gustaría hacer algo en relación a la oración con el cuerpo en el espacio». Y yo pensaba a veces desde mi pragmatismo cómo puedo orar sin que la palabra «orar» sea banalizada… Y allí es donde armo un trabalenguas que tiene que ver con la fe y la existencia y… lo que te permite realmente dar un paso hacia adelante, lo que te permite abrir los ojos, lo que te permite seguir adelante y vivir, que es como una fe… de ser abrazados por algo… porque sino no tendrías porqué seguir adelante, ¿no? Entonces en ese espacio, en ese momento, en esa ausencia, en ese espacio en el cual el ser humano se quiebra un poco porque la muerte y la ausencia te afecta profundamente… Cómo en ese espacio encuentras un abrazo en un momento… no racional sino simplemente donde una materia deviene contigo en una huella que aparece… como algo “mágico”. Siempre contemplo la naturaleza y trato de encontrar una salida allí. Quizás una respiración nueva. Había estado en Madrid y había nevado mucho… y vi cómo las gotas de lluvia caían y golpeaban… y después de ese golpe intenso de las gotas de lluvia, ya no era lluvia sino granizo, porque se convirtió en granizo y golpeaba… aparecía todo un blanco brillante y cuando vi la huella me resonó ese blanco brillante entonces como que todo recobró un sentido que estaba de repente en una poética de algo que no necesariamente es entendible en ese espacio racional. Resulta difícil explicarlo, pero ese, para mí, fue el inicio de repente de esa plegaria.
¿Cuándo empiezan a trabajar esta performance?
MONICA: El año pasado, en marzo. Ese fue el inicio de todo.
¿Cómo así se juntan para trabajarla?
ITALO: Hace tres años vengo a Lima a presentar un trabajo…
MONICA: 2013, finales del 2013…
ITALO: …en el Centro Cultural de España, una pieza que se llamaba «La visita«, que era un solo, y ella era espectadora de esa experiencia. A partir de allí nos conocemos y encontramos puntos en común y empezamos a tener una relación virtual de intercambio, luego ella se traslada a Madrid y ya estando allá podemos hacer un trabajo en mayor profundidad y nace «El cuerpo y la sal» como primera versión.
Mencionaron que el trabajo está marcado por la ausencia, la pérdida de un ser querido…
ITALO: Bueno, concretamente es su madre que fallece durante…
¡Qué fuerte! No lo sabía. Lo siento…
ITALO: …y a partir de allí, bueno, no es que diera inicio al proyecto sino que afecta al proyecto en su proceso.
MONICA: Ya habíamos empezado, pero justo ese suceso lo atraviesa intensamente.
Me imagino…
ITALO: Ahora igual no podemos decir con la distancia de que fuera un trabajo sobre esa pérdida, yo creo que lo afectó, pero posiblemente lo enriqueció más que lo determinó.
MONICA: Claro. De allí, más que nada lo que se ha ido investigando con la sal que… si bien es cierto que inicialmente fue una huella que era como una especie de humanoide, después encontramos su textura, su sonoridad, toda la versatilidad que puede tener la sal y el cuerpo en su relación… y cómo la sal llegaba a expresar más de lo que yo podía expresar… y eso nos llevó a pensar en algo que se estaba dando, como un ciclo… porque se van creando formas, porque solita misma la sal se queda en el espacio creando huellas… y hay un movimiento que interviene en esa huella… finalmente es como que la sal tiene la última palabra y es lo que queda allí… y no solamente cuando queda físicamente ahí cristalizada sino cuando la puedes traer y va quedando como un rastro también. Entonces todo eso es un proceso que va cobrando sentido también en lo que es sostener un momento o de repente llegar a otro y destruirlo y construirlo y que se construya en el acto mismo de destrucción… Y en realidad eso deviene en la experiencia.
Lo cíclico… creación y destrucción… es una temática que brota del fondo de este proceso…
AMBOS: Sí.
La ausencia, la presencia… la huella que deja el cuerpo y la sal en el LUM, con toda la carga histórica que tiene del conflicto armado interno, de los cuerpos no recuperados… Es curioso como a veces cuando uno está creando brotan cosas que te das cuenta después, porque ustedes no conocían el LUM, sin embargo en la acción tú ves un homenaje a los cuerpos caídos: de las fuerzas armadas, de la sociedad civil, de los terroristas, TODOS finalmente PERUANOS, en esta acción que va subiendo hasta este encuentro de disolución con el mar…
ITALO: Y va subiendo… literalmente.
MONICA: Sí, eso es interesante.
Y es curioso también porque el LUM tiene un diseño basado en las tres estructuras del mundo andino: El recorrido empieza abajo, en el Uku Pacha, lugar de nuestros ancestros fallecidos, de nuestras raíces y a su vez de lo más oscuro y escondido de nuestra historia… y vas subiendo en este develamiento doloroso por el Kay Pacha, lugar donde ocurren las acciones de la vida, hasta el Hanan Pacha que es la trascendencia, donde está el horizonte y ves el cielo… Entonces el viaje que vi en «El cuerpo y la sal» parte del Kay Pacha (porque justo la acción se inicia en ese espacio donde acaba el segundo nivel) y asciende hacia el Hanan Pacha: la trascendencia. Claro, es una interpretación mía, otro lo puede sentir de otra manera.
MONICA: Claro.
Ahora, cuando ustedes llegan a este espacio por vez primera, ¿qué sienten al ver el mar? ¿Cómo les impacta el espacio en ese momento?
ITALO: Primero es una batalla conceptual, porque tuvimos una entrevista con los gestores del LUM y nosotros veníamos con un planteamiento sobre la ausencia no necesariamente explícito y con el tema del próximo proyecto que es «La danza de la destrucción»… Y claro, encontramos ahí como que ciertas ideas que son bastante sensibles y fijas dentro del LUM, el tema incluso de la sal y su connotación para ellos como de muerte porque era la forma como en la segunda guerra mundial se congelaba a los muertos, entonces cómo entrar a discutir allí. Para nosotros nos resultó muy interesante porque justo vamos luego a un proyecto que tiene que ver con la reflexión sobre la destrucción, es decir, qué es lo que está detrás de la destrucción… y lo que queríamos nosotros, por lo menos ofrecer, era ir más allá de los estigmas, de las ideas únicas, poder ofrecer una posibilidad de vivenciar el tema de la presencia-ausencia de otra manera. Entonces eso fue un tema de discusión: el cómo comunicar… este evento. Para nosotros fue incluso un repensar un poquito nuestro proyecto y tener conciencia de dónde lo estábamos haciendo. Tanto que, en un momento, cuando hicimos un reconocimiento del espacio —porque no teníamos un ensayo, no tenía sentido, pero sí un reconocimiento—, en un momento Mónica empezó a probarlo en un lugar donde había una placa… o lo que entendemos que es una placa sobre una persona fallecida, desaparecida… Entonces dijimos: «No podemos hacerlo en cualquier lugar. No podemos hacerlo aquí porque hay allí una placa y eso le da otra significancia. Incluso por respeto a esa ausencia, a esa persona.» Fue un desafío interesante de diálogo, de confrontación de ideas, de conceptos, con respecto a eso. Ahora, el gran alivio que nosotros sentimos fue con el horizonte que fue una cosa que nos marcó mucho como presencia dentro del LUM…
MONICA: Sí, ese espacio abierto que es como una especie de mirador…
ITALO: Y esa fuga que tiene hacia el infinito… Porque tuvimos posibilidades de hacerlo dentro, tanto en la segunda planta como en la primera, pero nos encontramos en esa tercera planta donde nos encontramos todos, incluyendo el público porque —y es una reflexión que tuvimos después— porque el público fue muy variado. Había niños, gente mayor, gente vinculada al arte, pero también gente no necesariamente vinculada, sin embargo había una tensión común que se mantuvo durante la hora de la presentación… Y creo, independientemente de la calidad performativa de Mónica, que tanto la brisa, el cielo abierto, el infinito como visión al lado, fueron determinantes para hacer que el trabajo fuera acogido. En otro lugar sería otra cosa, definitivamente.
MONICA: Claro. Para mí, en realidad, fue un regalo encontrar ese espacio. Creo que no solamente al público que va allí los pone en una disposición diferente. Antes de que se presente ya está viendo el atardecer, porque si bien hemos empezado seis y media, ya el atardecer estaba antes.
Y un atardecer hermoso además porque tú sabes cómo son los atardeceres de verano soleado en Lima…
MONICA: Sí, estaba hermoso…
ITALO: La gente empieza con eso, con esa experiencia…
MONICA: Sí, ya es otro sentir, otra mirada… Para mí el espacio en ese momento, por más que el suelo era duro —era diferente a un espacio que ya había trabajado que era piso de madera—, yo decidí arriesgar, sentí que igual podía lograrlo sin hacerme daño en ese piso porque el espacio era un regalo… Y cómo fuimos entrando en ese espacio también, cómo fuimos sintiéndolo desde que lo caminamos la primera vez, aparece por ejemplo esa subida, pensé que por allí era el camino, no sabía ese conocimiento que tú tienes, para mí era simplemente lo que naturalmente debería pasar y llegar allí arriba y hacer un momento un poco más intenso en el espacio. La presencia que tú dices me parece interesantísimo… Es algo que valoro mucho en la acción artística que hago… es como estar, ESTAR completamente allí… Descubrí en ese momento algo más de lo que yo había pensado, como por ejemplo, ese momento en que toda la gente como que va siguiendo un camino y cómo llega un momento en el cual sentí a todos en el espacio y me di cuenta que nadie sabía para dónde seguirme… comenzaron a cruzarse, no sabían para dónde iba… y me gustó entrar en esa confusión porque finalmente yo estaba en un proceso de búsqueda y sentí que allí… se generó una búsqueda conjunta… y eso ¡nunca había pasado! Eso pasó en ese momento y… lo seguí… Todos lo seguimos y era una confusión y ya simplemente todos estábamos buscando dónde iba a pasar algo más o si iba a pasar. Y como yo también no había tenido, digamos, el ensayo, sino que estaba abierta a ver qué pasaba por más que había más o menos un recorrido… Me gustó quedarme en esa confusión. Sentí un encuentro diferente con toda la gente. Y de hecho no solamente voy a hablar de mi presencia sino de la presencia de todos que llevaba mi presencia. La atención de todos hacía que yo ESTÉ más que nunca creo. Era como que había una presencia por los dos lados… y a la vez creo que, de alguna manera, quizás también podían sentir la ausencia que se desplegaba en ese momento cuando dejaba una huella y me quedaba mirando y que todos podían mirar en ese espacio que quizás no dibujaba tanto como un piso de madera, pero dibujaba igual siempre algo. Y yo trataba de encontrar la perspectiva en el dibujo. A veces caminaba un poco al costado y sentía un acompañamiento también. Eso también era interesante en esa experiencia… el acompañamiento de todos en una búsqueda, quizás en una presencia conjunta que nos convocaba a todos en ese momento… Creo que el aire, el cielo abierto en ese momento, quizás también el diseño del espacio, era algo que aportaba muchísimo a esa experiencia.
Y finalmente viene la disolución en el agua…
MONICA: Sí, sentía que debía involucrar el agua y toda esa experiencia del infinito dentro del mar, más aún cuando —esto es algo personal— es llevar unas cenizas al mar y ver que están allí. Entonces había reflexionado de muchas maneras ese espacio infinito en que puede estar una ausencia que no es una ausencia, que siempre está, ¿no? Es ese infinito en el que la ausencia se diluye y que siempre existe. Y había pensado también en las posibilidades, pues algo que conversamos con Italo en un espacio anterior, antes de pensar la ausencia, fue cómo se puede hacer explícito las posibilidades que existen en la vivencia. Ves un horizonte y está allí. Si estás tranquilo pueden abrirse posibilidades, es INFINITO en sus posibilidades… y te puede llevar a muchas reflexiones acerca de lo posible, que fue otro proyecto anterior que habíamos pensado. Entonces son muchas cosas que confluyen si te das cuenta y que en ese espacio, de alguna manera, cobran un sentido.
ITALO: Bueno el tema de disolución es interesante porque es la fuga del trabajo. Hay un par de referentes, uno de ellos es un cuento sobre una muñeca de sal que en su afán por conocer la profundidad del océano se sumerge en ella y entiende, al disolverse, realmente su capacidad… que es ella en sí misma también. Eso fue para nosotros una anécdota importante. Por otro lado, en términos del espectáculo en sí, era la posibilidad del abrazo, del abrazo en la disolución con todos. Entonces allí es donde se cumple posiblemente el tema inicial de la oración que es esa necesidad de ser abrazados por el todo.
Érase una vez una muñeca de sal que recorrió varios kilómetros para conocer el mar. Cuando llegó a la orilla, contempló el vasto océano que se extendía ante ella. Fascinada, decidió internarse para medir sus profundidades. Pero en cuanto metió un pie en el agua, todas las partículas de sal que la componían se disolvieron en el mar. Hasta entonces había conservado su propia individualidad. En su afán por comprender, la muñeca de sal se sumerge en el océano, pero a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. En el instante en que desaparecía por completo, asombrada, la muñeca exclamó: «¡Ahora sé quién soy!».
Ramakrishna (1836-1886)
MONICA: Sí. Normalmente a veces uno piensa en la destrucción como algo negativo, ¿no? Pero para los dos era importante que quede otra cosa, que quede algo que abra, que no cierre, que no se quede como ambiguo sino que genere una apertura. Es una utopía, pero creo que el mar lo contiene en sí mismo. Claro, no podíamos llevar a todos en ese momento a ver el mar que estaba allí nomás, pero si todos nos quedamos contemplando un rato el agua, solamente en su recorrido, puede abrir algo, puede generar una disolución, pero que no se anula, una disolución que abre, porque había, digamos, intensidades, como ese momento en que el agua va bajando las gradas, se queda allí, sigue recorriendo, puedes contemplarlo, puedes ver que algo sigue y sigue y sigue y puede seguir hasta la última gota… y en ese momento quizás como una utopía de contemplación conjunta, nos puede abrir.
Y vendrá agua del cielo a limpiar nuestros pasos
a integrar las viejas huellas a la tierra
(para nutrirla)
sobre la que andarán nuevas búsquedas
(de aquello que nos alimenta)
camino al horizonte
(el ciclo se cierra y vuelve a empezar)
en el lugar del legado.
Texto: Christian Villegas.
Fotos: Italo Panfichi y Christian Villegas.