«Escuela Vieja» es una creación colectiva escrita y dirigida por Patricia Biffi, ganadora de la cuarta convocatoria “Ayudas a la Producción y Exhibición de Artes Escénicas del Perú” del Centro Cultural de España en Lima, lugar donde se estrenó por primera vez en el 2013.
«Escuela Vieja» es una comedia que nos invita a reflexionar sobre la situación de la educación peruana en la actualidad. El nombre de la obra viene de una vieja enciclopedia escolar llamada «Escuela Nueva» que representó el ideal educativo peruano de los 80’s y los 90’s, pero que no dejaba de estar ligada a la pedagogía tradicional.
Esta nueva temporada, que cierra este viernes 24 en la Alianza Francesa de Miraflores, ha coincidido con la discusión sobre los cambios hechos a la nueva currícula educativa que ha concitado marchas en diversas partes del país. De esas y otras cosas, conversamos con Patricia Biffi.
Patricia, cuéntanos, ¿cómo nace «Escuela Vieja»?
Nace de la experiencia personal. Yo trabajo desde hace años como profesora. Primero trabajé en colegios, pero no me gustó… (risas)
¿Tú estudiaste educación?
No, no, no… Estudié artes escénicas en la Católica, pero muchas veces cuando estudias artes escénicas, una de las cosas a las que te dedicas es a la educación… Salí de la universidad hace ya diez años y estuve como tres años dictando en diferentes universidades un curso que se llamaba «Taller de Creatividad» para chicos de primer ciclo… Entonces hablaba mucho sobre motivación, sobre libertad, sobre sentirnos libres de cometer errores, de buscar aquello que te apasiona… y claro, venía a trabajar con chicos que venían del colegio y que acababan de ingresar a la universidad, y el colegio es básicamente todo lo contrario, es: no te equivoques, tienes que hacer esto, tienes que hacer lo otro… Entonces enfrentaba un problema real y concreto. Ahí comencé a pensar en el proyecto: cómo realmente nos deja el colegio… Y empecé a imaginarlo.
Quería que fuera una creación colectiva porque una de las cosas que más he trabajado en teatro ha sido la creación colectiva desde el otro lado, el de actriz. Y bueno, también siempre había querido dirigir y me parecía que esta era una muy buena oportunidad para dirigir un proyecto y hacerlo desde la creación colectiva, porque me interesaba mucho trabajar con la memoria de los actores y con mi memoria a partir de cuestiones con las que cualquiera se podía identificar.
Recuerdo que actuaste en «Chicas Católicas» de Casey Kurtti durante el X Festival de Teatro Peruano Norteamericano del ICPNA realizado en el 2010. ¿Influyó eso en esta obra?
No necesariamente en realidad. Es distinta, pero claro, también habla del tema de la educación, que es un tema que a mí me interesa porque, como muchos, he sufrido el colegio. Entonces hay algo que se queda en uno también.
¿Cómo llegas a conformar tu primer elenco?
Bueno, ya había trabajado antes con Alexa Centurión y con Gisella Estrada que es la actriz con la que originalmente hicimos la obra -Mavi Vásquez ha entrado a reemplazar a Gisella en las últimas dos temporadas- y como sabía que el tema les interesaba, las invité a participar. En el caso de Claret Quea y de Henry Sotomayor, no los conocía. Llegué a ellos preguntando por actores de cierta edad, características… y les interesó mucho el proyecto desde que los invité a participar.
Con Alexa, Gisella, Claret y Henry estrenan el 2013 en el Centro Cultural de España. ¿Qué vino de allí?
De allí hemos estado en La Plazuela de las Artes, en el Centro Cultural Ricardo Palma, en el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico y ahora aquí en la Alianza Francesa de Miraflores. Cada teatro tiene un público y una dinámica y ha sido bonito que la obra pase tanto por casi cuatro años.
Sí, además es una obra cuyo tema está vigente…
Bueno ahorita en el contexto actual está RECONTRAVIGENTE, más vigente que nunca diría yo.
¿Cómo ha sido la evolución de la obra a lo largo de estos años? ¿Qué tanto ha cambiado?
En realidad, no mucho. Cambian algunas cosas, sí, pequeños detalles, algunas cosas que se van transformando, pero es básicamente la misma obra desde el 2013.
Considerando además los cambios en el elenco.
Claro, entra Mavi, y en la Pacífico, en el 2015, estuvo Willy Guerra por Claret.
¿La han pensado llevar afuera?
Bueno, la hemos presentado en Arequipa. Nos invitaron una vez a Cajamarca, pero justo yo estaba fuera y me dio mucha pena porque una de las cosas que más me interesa es poder llevar las cosas fuera de Lima. En Arequipa además la recibieron muy bien. Y claro, es una obra con la que la gente se puede conectar de forma clarísima, incluso fuera del país… Sí, me encantaría. A veces no es fácil tampoco. Por ejemplo, pensar hacer la obra sin estas carpetas, quitaría mucho de la dinámica. En ese sentido, tener que moverse con todo esto es… un poquito difícil.
Dentro de las presentaciones que has tenido, ¿hubo algo que te dijo el público que te llamó la atención?
A mí lo que me ha pasado mucho con esta obra desde que empecé a imaginarla, es que a veces la gente me preguntaba: «¿Qué estás haciendo? ¿En qué andas?» Entonces decía: Bueno, estoy pensando en hacer una obra que trate sobre el colegio. Bastaba que dijera eso y la gente de pronto: «Ah no, tengo que contarte lo que me pasó a mí.» Y de pronto me agarraban el brazo: «Tienes que escuchar esto» y… y… y… muchas de esas cosas están acá.
Algo que pasa mucho cuando la gente viene a ver la obra, es que también comienza a contar y hablar sobre sus experiencias. Eso es como súper bonito.
Se abre la memoria…
Sííí… Uno ve la obra, le recuerda lo que le ha sucedido y de pronto está esa necesidad de sacarlo, de contarlo al otro. Entonces sí, la gente me cuenta mucho a mí y también entre ellos: A mí me pasó esto, en tu colegio era así, en mi colegio no, a mí me pasaba esto… Entonces hay como una cosa CATÁRTICA y muy grupal, una necesidad de contar las experiencias.
Intenso. ¿Qué tal las reacciones de los profesores de colegio? ¿Cómo tomaron la obra?
Una vez la presentamos para un colegio y los profesores… primero la tomaron con un poco de pinzitas, porque la obra finalmente es una crítica al sistema educativo convencional que la mayoría hemos estudiado. Claro, está hecho a través del humor, lo cual hace que llegue de otra forma, pero es una crítica clara.
También, por ejemplo, tengo una amiga profesora que trajo a sus alumnos de colegio y ella me decía feliz que ellos habían llegado al día siguiente medio rebeldes. – ¿Pero por qué? ¿Pero por qué? ¿Pero por qué? -se preguntaban y ella estaba súper contenta porque más bien es una profesora que incentiva esta actitud en sus alumnos, también depende de eso.
Hay profesores que vienen y también se sienten identificados desde su lugar de profesor.
Lo curioso es que el profesor sólo aparece de manera tácita…
Más de una vez me han dicho -y me parece completamente válido- que en la obra no aparece el profesor… Y es que a mí me interesaba mostrar la experiencia del alumno. Eso número uno. Y segundo, que yo creo que el profesor o las intenciones del profesor, también se ven de alguna manera ahogadas muchas veces por el mismo sistema educativo… y aunque hay muchos profesores que tratan de nadar contracorriente, es muy difícil también, ¿no? Muchos de nosotros hemos tenido la suerte de tener un buen profesor, pero muchas veces también ese buen profesor no encontraba un lugar muy claro en el colegio mismo…
Para mí la relación del profesor es otra obra porque también es duro enseñar, es muy duro… cansa mucho, los profesores no suelen estar muy bien pagados… es otra mirada.
El subtítulo de la obra dice: «Todo lo que siempre quiso olvidar sobre la educación peruana». ¿Qué es lo que siempre has querido olvidar de nuestra educación?
Bueno, todo está acá (risas). El hecho del aprendizaje memorístico, el poco valor que le da el colegio a la experiencia, el uniforme plomo, las marchas… toda esta educación militarizada que no respeta la individualidad, sino que más bien trata de que todos seamos una especie de masa que va de un lado a otro… Creo que eso es de alguna manera lo que todos intentamos olvidar.
Hay problemas, como el bulling y la discriminación, que Arguedas los expuso cuando trabajaba como profesor hace casi un siglo y que están presentes tanto en tu obra como en la actualidad. Si tuvieras al frente a los ministros de Educación y de Cultura, ¿qué les dirías?
Bueno, a mí las iniciativas que está tomando el Ministerio de Educación ahora me parecen realmente muy positivas, porque creo que de alguna manera lo que están buscando es que los niños acepten las diferencias, las individualidades, que es lo que no sucede en este modelo educativo.
El bulling, la discriminación… son cosas que pasan todo el tiempo en el colegio y que tienen que ver también con la dinámica del colegio. Si te están educando para pensar que todos somos iguales y que todo tiene que ser de cierta forma, de pronto están estos niños que por alguna razón no encajan y lo que van a sentir es LA VIOLENCIA DEL SER DISTINTOS.
Entonces la misma estructura del colegio es muy violenta, ¿no? El colegio es violento, entonces los niños reaccionan a esa violencia. Tú has mencionado a Arguedas. Hay muchos sociólogos y antropólogos que trabajan el tema de la dinámica escolar y los resultados son pues que en el colegio uno va a ser discriminado por cualquier cosa, por cosas que tengan que ver contigo, con tu identidad, todo es motivo de discriminación.
Y es terrible porque se supone que en el colegio vas a formarte…
Claro, vas a formarte, pero de alguna manera te deforma la realidad de lo que debe ser uno y además… lo vemos en la calle todo el tiempo, somos una sociedad que discrimina, una sociedad violenta, entonces el colegio de alguna manera reproduce la sociedad peruana y viceversa. Entonces es… es grave. Creo que las modificaciones, las reformas que se quieren hacer ahora son muy necesarias. Y claro sale la intolerancia frente a ellas.
El eterno debate…
Sí, es un poco… complicado.
Fotos: Difusión Escuela Vieja y Christian Villegas.
Texto: Christian Villegas.