De vuelta al colegio

«Escuela Vieja» es una creación colectiva escrita y dirigida por Patricia Biffi, ganadora de la cuarta convocatoria “Ayudas a la Producción y Exhibición de Artes Escénicas del Perú” del Centro Cultural de España en Lima, lugar donde se estrenó por primera vez en el 2013.

«Escuela Vieja» es una comedia que nos invita a reflexionar sobre la situación de la educación peruana en la actualidad. El nombre de la obra viene de una vieja enciclopedia escolar llamada «Escuela Nueva» que representó el ideal educativo peruano de los 80’s y los 90’s, pero que no dejaba de estar ligada a la pedagogía tradicional.

Esta nueva temporada, que cierra este viernes 24 en la Alianza Francesa de Miraflores, ha coincidido con la discusión sobre los cambios hechos a la nueva currícula educativa que ha concitado marchas en diversas partes del país. De esas y otras cosas, conversamos con Patricia Biffi.

Patricia, cuéntanos, ¿cómo nace «Escuela Vieja»?

Nace de la experiencia personal. Yo trabajo desde hace años como profesora. Primero trabajé en colegios, pero no me gustó… (risas)

¿Tú estudiaste educación?

No, no, no… Estudié artes escénicas en la Católica, pero muchas veces cuando estudias artes escénicas, una de las cosas a las que te dedicas es a la educación… Salí de la universidad hace ya diez años y estuve como tres años dictando en diferentes universidades un curso que se llamaba «Taller de Creatividad» para chicos de primer ciclo… Entonces hablaba mucho sobre motivación, sobre libertad, sobre sentirnos libres de cometer errores, de buscar aquello que te apasiona… y claro, venía a trabajar con chicos que venían del colegio y que acababan de ingresar a la universidad, y el colegio es básicamente todo lo contrario, es: no te equivoques, tienes que hacer esto, tienes que hacer lo otro… Entonces enfrentaba un problema real y concreto. Ahí comencé a pensar en el proyecto: cómo realmente nos deja el colegio… Y empecé a imaginarlo.

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Quería que fuera una creación colectiva porque una de las cosas que más he trabajado en teatro ha sido la creación colectiva desde el otro lado, el de actriz. Y bueno, también siempre había querido dirigir y me parecía que esta era una muy buena oportunidad para dirigir un proyecto y hacerlo desde la creación colectiva, porque me interesaba mucho trabajar con la memoria de los actores y con mi memoria a partir de cuestiones con las que cualquiera se podía identificar.

Recuerdo que actuaste en «Chicas Católicas» de Casey Kurtti durante el X Festival de Teatro Peruano Norteamericano del ICPNA realizado en el 2010. ¿Influyó eso en esta obra?

No necesariamente en realidad. Es distinta, pero claro, también habla del tema de la educación, que es un tema que a mí me interesa porque, como muchos, he sufrido el colegio. Entonces hay algo que se queda en uno también.

¿Cómo llegas a conformar tu primer elenco?

Bueno, ya había trabajado antes con Alexa Centurión y con Gisella Estrada que es la actriz con la que originalmente hicimos la obra -Mavi Vásquez ha entrado a reemplazar a Gisella en las últimas dos temporadas- y como sabía que el tema les interesaba, las invité a participar. En el caso de Claret Quea y de Henry Sotomayor, no los conocía. Llegué a ellos preguntando por actores de cierta edad, características… y les interesó mucho el proyecto desde que los invité a participar.

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Con Alexa, Gisella, Claret y Henry estrenan el 2013 en el Centro Cultural de España. ¿Qué vino de allí?

De allí hemos estado en La Plazuela de las Artes, en el Centro Cultural Ricardo Palma, en el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico y ahora aquí en la Alianza Francesa de Miraflores. Cada teatro tiene un público y una dinámica y ha sido bonito que la obra pase tanto por casi cuatro años.

Sí, además es una obra cuyo tema está vigente…

Bueno ahorita en el contexto actual está RECONTRAVIGENTE, más vigente que nunca diría yo.

¿Cómo ha sido la evolución de la obra a lo largo de estos años? ¿Qué tanto ha cambiado?

En realidad, no mucho. Cambian algunas cosas, sí, pequeños detalles, algunas cosas que se van transformando, pero es básicamente la misma obra desde el 2013.

Considerando además los cambios en el elenco.

Claro, entra Mavi, y en la Pacífico, en el 2015, estuvo Willy Guerra por Claret.

¿La han pensado llevar afuera?

Bueno, la hemos presentado en Arequipa. Nos invitaron una vez a Cajamarca, pero justo yo estaba fuera y me dio mucha pena porque una de las cosas que más me interesa es poder llevar las cosas fuera de Lima. En Arequipa además la recibieron muy bien. Y claro, es una obra con la que la gente se puede conectar de forma clarísima, incluso fuera del país… Sí, me encantaría. A veces no es fácil tampoco. Por ejemplo, pensar hacer la obra sin estas carpetas, quitaría mucho de la dinámica. En ese sentido, tener que moverse con todo esto es… un poquito difícil.

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Dentro de las presentaciones que has tenido, ¿hubo algo que te dijo el público que te llamó la atención?

A mí lo que me ha pasado mucho con esta obra desde que empecé a imaginarla, es que a veces la gente me preguntaba: «¿Qué estás haciendo? ¿En qué andas?» Entonces decía: Bueno, estoy pensando en hacer una obra que trate sobre el colegio. Bastaba que dijera eso y la gente de pronto: «Ah no, tengo que contarte lo que me pasó a mí.» Y de pronto me agarraban el brazo: «Tienes que escuchar esto» y… y… y… muchas de esas cosas están acá.

Algo que pasa mucho cuando la gente viene a ver la obra, es que también comienza a contar y hablar sobre sus experiencias. Eso es como súper bonito.

Se abre la memoria…

Sííí… Uno ve la obra, le recuerda lo que le ha sucedido y de pronto está esa necesidad de sacarlo, de contarlo al otro. Entonces sí, la gente me cuenta mucho a mí y también entre ellos: A mí me pasó esto, en tu colegio era así, en mi colegio no, a mí me pasaba esto… Entonces hay como una cosa CATÁRTICA y muy grupal, una necesidad de contar las experiencias.

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Intenso. ¿Qué tal las reacciones de los profesores de colegio? ¿Cómo tomaron la obra?

Una vez la presentamos para un colegio y los profesores… primero la tomaron con un poco de pinzitas, porque la obra finalmente es una crítica al sistema educativo convencional que la mayoría hemos estudiado. Claro, está hecho a través del humor, lo cual hace que llegue de otra forma, pero es una crítica clara.

También, por ejemplo, tengo una amiga profesora que trajo a sus alumnos de colegio y ella me decía feliz que ellos habían llegado al día siguiente medio rebeldes. – ¿Pero por qué? ¿Pero por qué? ¿Pero por qué? -se preguntaban y ella estaba súper contenta porque más bien es una profesora que incentiva esta actitud en sus alumnos, también depende de eso.

Hay profesores que vienen y también se sienten identificados desde su lugar de profesor.

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Lo curioso es que el profesor sólo aparece de manera tácita…

Más de una vez me han dicho -y me parece completamente válido- que en la obra no aparece el profesor… Y es que a mí me interesaba mostrar la experiencia del alumno. Eso número uno. Y segundo, que yo creo que el profesor o las intenciones del profesor, también se ven de alguna manera ahogadas muchas veces por el mismo sistema educativo… y aunque hay muchos profesores que tratan de nadar contracorriente, es muy difícil también, ¿no? Muchos de nosotros hemos tenido la suerte de tener un buen profesor, pero muchas veces también ese buen profesor no encontraba un lugar muy claro en el colegio mismo…

Para mí la relación del profesor es otra obra porque también es duro enseñar, es muy duro… cansa mucho, los profesores no suelen estar muy bien pagados… es otra mirada.

El subtítulo de la obra dice: «Todo lo que siempre quiso olvidar sobre la educación peruana». ¿Qué es lo que siempre has querido olvidar de nuestra educación?

Bueno, todo está acá (risas). El hecho del aprendizaje memorístico, el poco valor que le da el colegio a la experiencia, el uniforme plomo, las marchas… toda esta educación militarizada que no respeta la individualidad, sino que más bien trata de que todos seamos una especie de masa que va de un lado a otro… Creo que eso es de alguna manera lo que todos intentamos olvidar.

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Hay problemas, como el bulling y la discriminación, que Arguedas los expuso cuando trabajaba como profesor hace casi un siglo y que están presentes tanto en tu obra como en la actualidad. Si tuvieras al frente a los ministros de Educación y de Cultura, ¿qué les dirías?

Bueno, a mí las iniciativas que está tomando el Ministerio de Educación ahora me parecen realmente muy positivas, porque creo que de alguna manera lo que están buscando es que los niños acepten las diferencias, las individualidades, que es lo que no sucede en este modelo educativo.

El bulling, la discriminación… son cosas que pasan todo el tiempo en el colegio y que tienen que ver también con la dinámica del colegio. Si te están educando para pensar que todos somos iguales y que todo tiene que ser de cierta forma, de pronto están estos niños que por alguna razón no encajan y lo que van a sentir es LA VIOLENCIA DEL SER DISTINTOS.

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Entonces la misma estructura del colegio es muy violenta, ¿no? El colegio es violento, entonces los niños reaccionan a esa violencia. Tú has mencionado a Arguedas. Hay muchos sociólogos y antropólogos que trabajan el tema de la dinámica escolar y los resultados son pues que en el colegio uno va a ser discriminado por cualquier cosa, por cosas que tengan que ver contigo, con tu identidad, todo es motivo de discriminación.

Y es terrible porque se supone que en el colegio vas a formarte…

Claro, vas a formarte, pero de alguna manera te deforma la realidad de lo que debe ser uno y además… lo vemos en la calle todo el tiempo, somos una sociedad que discrimina, una sociedad violenta, entonces el colegio de alguna manera reproduce la sociedad peruana y viceversa. Entonces es… es grave. Creo que las modificaciones, las reformas que se quieren hacer ahora son muy necesarias. Y claro sale la intolerancia frente a ellas.

El eterno debate…

Sí, es un poco… complicado.


Fotos: Difusión Escuela Vieja y Christian Villegas.

Texto: Christian Villegas.

Y empezó el FITLÂ…

El domingo 19 inició la tercera edición del Festival Itinerante de Teatro Latinoamericano Âmbar (FITLÂ) que reúne en Lima a destacados exponentes del teatro provenientes de Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Costa Rica, México, España y Perú, con la intención de poner en valor el teatro laboratorio, la creación colectiva y diversas formas alternativas de dramaturgia contemporánea en las que la investigación permanente, el trabajo interdisciplinario y la interculturalidad juegan un papel fundamental.

El FITLÂ va hasta el 27 de marzo. La programación incluye espectáculos de sala, intervenciones urbanas, talleres, conversatorios y un encuentro pedagógico de 20 horas que reúne a varios especialistas entre los cuales se encuentran los maestros del grupo de teatro La Candelaria (Colombia) así como los maestros de los grupos Cuatrotablas, Yuyachakani y Maguey, tres de los principales exponentes del teatro peruano.

En esta edición, además, se rendirá un homenaje a:

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Y también a:

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A propósito de los desastres naturales que enfrenta nuestro país, la Gerencia de Cultura de la Municipalidad de San Miguel y el FITLÂ invitan a la comunidad a asistir a las funciones gratuitas con un donativo. Para saber más acerca de estas actividades de ingreso libre clickea aquí.

A continuación, las obras que se presentarán en el Centro Cultural Maguey:

ratsodia

Duración: 45 min
* Es la historia de un grupo de ratas que decide hacer frente a siglos de humillación. El comienzo de una revolución, dos especies en pugna, con más semejanzas que diferencias.

laciudadsinti

Duración: 55 min
* El grupo profundiza acerca de la vida, lo que aún no has vivido y lo que no vas a poder vivir. El momento justo de la acción es tan confuso, tan resbaladizo y tan efímero que lo desperdiciamos mirando con aturdimiento alrededor.

sobre la piel

Duración: 1:30 min
* La obra es un drama que cuenta la historia de Sofía: una anciana que en la niñez queda ciega al ver a su madre ahogarse. Internada en un manicomio y encerrada en su propia consciencia, revivirá momentos de su vida a través de tres “reflejos”: la niñez, la juventud y la madurez.

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Duración: 60 min
* ¿Qué configura nuestros comportamientos y nuestras maneras de relacionarnos? ¿De dónde viene nuestra violencia? La Pajarera muestra a mujeres en resistencia que luchan contra el olvido, contra el silencio y sanan haciendo memoria, recuperando recuerdos pero también enterrando otros.

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Actuación y música: Wili Pinto – María Luisa De Zela
Imágenes en sombras: Graziapaz Enciso
Ilumnación: Gume Escobar
Dirección y dramaturgia: Wili Pinto
Duración: 56 min
* Espectáculo interdisciplinario de tradición oral, teatro, música en vivo e imágenes en sombras. Dúik Múun (el saber de los ancestros en lengua awajún) es un fascinante viaje artístico pleno de sensorialidad, un homenaje a los pueblos amazónicos, a su memoria y a su invalorable aporte cultural.

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Duración: 60 min
* La obra explora el universo masculino, cuestiona patrones con los que los varones hemos sido educados y modelos que limitan nuestra sexualidad, nuestra formas de expresión, nuestras relaciones humanas. A través de distintos cuadros escénicos, en base a las memorias y fantasías de tres hombres, buscamos la ruptura de los estereotipos y los roles de género.

Precio paquete para todas las obras en el Teatro Maguey:
• Entrada general: : S/ 150 soles. Ahorre: S/ 60 soles.
• Entrada estudiantes, teatreros y jubilados: S/ 100 soles. Ahorra: S/ 40 soles.

Precio por grupo o corporativos:
• Escribir a: festivalfitla2017@gmail.com

A pesar de la canela

En febrero pasado se estrenó en el Icpna de Miraflores «El país de la canela», una de las obras ganadoras del «Sala de Parto 2015», programa creado por el Teatro La Plaza para promover la dramaturgia peruana contemporánea.

En «El país de la canela», un veterano capitán (Ramón García) y su joven alférez (Karlos López Rentería) emprenden un viaje en busca de su memoria. Acompañados por dos personajes ácidos y sombríos (Eliana Fry García-Pacheco y Javier Quiroz), que abordan al público desde antes de ingresar a la sala, la historia evoluciona hacia una crítica social y una reflexión -si la violencia permite dar paso a la reflexión- sobre la corrupción y el abuso del poder que persiste hasta hoy y que es casi un sello de identidad en nuestra historia.

En esta obra, dirigida por Diego La Hoz, el público será integrado a participar del cínico delirio de sus personajes para mostrarnos el estado de demencia en que nos encontramos actualmente. Porque las cosas que ocurren aquí las vemos a diario, solo que sin ese disfraz con que solemos vestirlas para hacerlas aceptadas en nuestra sociedad.

A continuación, una entrevista con Alonso La Hoz, autor de la obra, y el reconocido actor Ramón García quien encarna al protagonista principal de esta historia.

Alonso, ¿cómo llegas a escribir “El país de la canela”?

ALH: Terminé la universidad, estaba desempleado y comencé a escribir. En un inicio no estaba seguro si los personajes serían militares, era más una relación de poder, entonces comencé a investigar la relación de poder y poco a poco fue formándose. La obra tenía otro nombre al comienzo. Se llamaba: «Elogio de la cobardía». Y la canela llegó del mito español del Dorado y de la expedición que partió para encontrar «el país de la canela» y descubre el Amazonas… También está mi experiencia de la guerra interna… Y también entra lo personal. Normalmente, cuando veo obras de teatro, se hace hincapié en la figura de la víctima, pero mucho más interesante me parecía ponerme en las botas del victimario y decir qué papel juegan ellos y todos nosotros dentro de esto que vivimos todos los días.

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Hay una fuerte carga de violencia en esta historia, también de machismo…

ALH: ¡Puf! Sí. De hecho, en mi texto, el que mata a los demás personajes es el capitán; pero Diego y los actores cambian todo… En ningún momento pensé tener a Eliana y a Javier dentro del escenario, pero me parece que contribuye mucho. Estos personajes solo están en mi texto dando vueltas y diciendo: «¡Cobarde!»

La relación padre-hijo está también bien presente durante toda la obra…

ALH: Como te dije, hubo experiencias personales que marcaron muchísimo. Recuerdo que tuve una pelea fuertaza con mi papá y luego la amistad fue una amistad achoradaza… También tengo influencia de una obra que me marcó muchísimo: «Incendios», de Wajdi Mouawad, en el Teatro La Plaza… Igual la historia no es del capitán, sino del alférez. Si bien el capitán es el que tiene más visión, es finalmente el alférez el que crece, evoluciona y termina matando como el capitán.

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Ramón, ¿qué te motivó a representar al personaje del capitán?

RG: Bueno, ya tengo mis años en esto. Entonces asumo cada compromiso… con mucha alegría, mucha empatía. Una de las condiciones para yo aceptar un proyecto es si me gusta el libreto y el libreto me gustó. Al comienzo era muy complicado porque había cosas que no entendía mucho, porque no he hecho, tengo que confesarlo, mucho teatro del absurdo… Esto es una mezcla del absurdo con humor negro y sobretodo tratándose de una historia surrealista de estos dos personajes que viajan buscando la memoria… Toda esta cosa media rara fue lo que me llamó la atención y me hizo embarcarme en esta aventura… a pesar de la canela (risas).

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¿Qué significa la canela en nuestro contexto?

RG: Es un símbolo, puede ser la coca, puede ser el petróleo, el caucho, el guano, todas las cosas que han sacado de nuestro país. Acuérdate que nuestra economía está basada en una economía extractiva de sacar, de saquear… La canela es todo eso.

La presencia militar está bien marcada en la obra…

ALH: Oh, claro. Pero tampoco son militares. Son como militares inteligentes y graciosos, siguen órdenes y… no sé, tenían que ser personas que estaban vestidas de militares, tenía que ser un pretexto para hablar de la violencia y de la autoridad. Fue un trabajo de hilado fino.

Ramón, tú has vivido varias dictaduras militares. ¿Qué nos puedes decir al respecto?

RG: Los militares es un poder que está ahí, pero es el poder económico el que realmente maneja estos países para intereses propios. Y esta historia se puede aplicar a Argentina, Colombia, a cualquier país sudamericano, porque tenemos historias bien parecidas.

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Sin embargo, hay un intento de conciliación en la obra…

RG: Porque no podemos llevar el caos permanentemente. Por eso es que todo proceso social es un péndulo: va de subida, va de bajada, pero siempre está en ese movimiento, nunca se queda estancado en una zona. Si estudias cualquier revolución de cualquier parte del mundo vas a encontrar que primero surge todo este apogeo populachero, popular, hasta que va decayendo y cae, y al final tienen que eliminar al dictador y aparece la democracia y aparece el dictador y aparece la democracia y es el jueguito, el círculo vicioso que se repite en nuestra historia.

Ramón, tú que tienes años haciendo actuación, ¿cuál crees tú que es el aporte que da el teatro a nuestra sociedad?

RG: Bueno, mira… (suspiro) en ese sentido soy muy cínico porque… yo no hago teatro para educar a la gente… yo hago teatro porque me gusta hacerlo y si esas obras tienen un contenido, digamos, social, didáctico, en buena hora que la gente entienda y esto sirva para que cambie su forma de pensar, sobretodo en nuestro país donde cada vez los gobernantes son más desgraciados y no pasa nada, NO PASA NADA. Entonces, no sé si esto sirve de algo, lo hago porque me gusta, pero si sirve de algo, en buena hora, ¿no?

Dejando a un lado su indignación, Ramón nos agradece y se despide con esa sonrisa que lo caracteriza. «Algo habrá que hacer en este país para que no se desate la locura» leemos en el programa de mano. Esta coproducción de Espacio Libre y Sala de Parto apuestan por ello.


Fotos: Nilton Minaya.

Texto: Christian Villegas.

Curandería urbana en escena

Entre las sorpresas que trajo el reciente FAE Lima (antes FAEL) está “Curandero”, último trabajo de AngelDemonio Colectivo Escénico estrenado en octubre del año pasado y que participó en el Knots Nudos Theatre Festival, un festival internacional itinerante de teatro de grupo que se hace cada dos años en distintos países, siendo su última edición en enero de este año en Sao Paulo, Brasil.

“Curandero” está basada en la relación personal del colectivo con el mercado de La Parada en La Victoria, mercado mayorista inaugurado en 1945 para ser un mercado de gente provinciana que ofrecía sus productos y que fue adoptando el nombre de La Parada debido a que era el paradero final de los camiones provenientes del interior del país. En este contexto mestizo y provinciano, transcurre la vida de “Calato”, un estibador desilusionado del amor y víctima de sus demonios internos, quien buscará la cura a su dolor por medio de la curandería urbana hasta transformarse en otro ser.

“Curandero” presenta una serie de cuadros que construyen altares escénicos mágico-religiosos donde la Danza de Tijeras y el Zapateo de Vilcanchos, Ayacucho, se hacen presentes y donde el espectador es invitado a participar de una experiencia performática que impacta sus sentidos desde el momento que ingresa a la sala.

A continuación una entrevista con Ricardo Delgado, director de AngelDemonio y Augusto Montero, quien interpreta a “Calato”.

¿Cómo surge el proyecto «Curandero»?

AM.- Ricardo tuvo la idea de hacer algo por los dieciséis años de AngelDemonio. Fuimos a ver que se podía hacer con el mástil y un día, conversando en chelas, nos dimos cuenta que los dos estábamos en un mismo momento: los dos veníamos terminando una relación con nuestras chicas… -Hablemos de eso -dijo Ricardo. Y así empezó.

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RD.- Nos fuimos a La Parada, un lugar que nos vincula desde chicos, pues somos hijos de provincianos y siempre hablamos de La Parada… Entonces vamos pues, a inspirarnos… y en esa búsqueda fue que llegamos a esos espacios donde están los curanderos. Nos llamó la atención, nos acercamos, nos leímos las cartas, fuimos chequeando… Aquí los curanderos son como psicólogos, psiquiatras de la zona… y las personas van por dinero, salud y amor, pero nos dimos cuenta que van más por amor… y eso se vinculaba con el personaje.

AM.- Tú entras al lugar que es como una galería y lo primero que sientes cuando entras es que está todo cargadazo y allí está el curandero donde hay gente formando cola… es alucinante. Una vez que entras, a veces ni te preguntan para qué vienes sino al toque te leen las cartas, que es el diagnóstico. De allí te van preguntando y tú le vas diciendo lo que quieres saber. Por ejemplo, pregunté si va a regresar mi chica conmigo. «Mira… ella está muy amarga contigo, no va a regresar nunca, ya la perdiste, bla, bla, bla, bla… pero si tú quieres lograr un milagro que ella regrese tienes que hacer una mesada». -¿Y cuánto vale la mesada? -preguntamos.

RD.- Cuatrocientos, trescientos mangos. Esa es la primera. Porque después te van a decir «Pucha loco, ta’ grave tu caso. Ya tienen que ser palabras mayores» y obviamente que el billete es otro. Entonces son curanderos, pero también muchos de ellos son charlatanes. Por eso es que en nuestra propuesta, cuando hablamos de curandero, no es nuestro rollo hablar de mística, no contiene una investigación antropológica de la curandería, eso se lo dejamos a otra gente. Cuando nosotros hablamos de curandería, estamos hablando de una curandería urbana. Nosotros somos descendientes del bebé con la cinta roja, de amarrar una sábila… Toda esa visión plástica viene también de lo que observábamos en la parada: colores, plantas, figuras, texturas…

¿Cómo es que llegan al personaje del estibador?

RD.- De la cercanía con el material. El estibador es el personaje que se mueve y va por toda La Parada, que mueve La Parada. Hay que tener en cuenta que los estibadores… muchos de ellos son artistas, tienen una doble vida, algunos de ellos son músicos, hay danzantes de tijeras… y eso era el personaje.

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Augusto, ¿cómo fue que te metiste en la piel de este estibador?

AM.- De las tantas visitas que hicimos a La Parada, una de las más importantes fue una en que fui con Ricardo y Abel Castro, quien hace toda la sonoridad del montaje. Fuimos a las tres de la mañana que es realmente el momento más vivo de La Parada. Tú llegas y están llegando todos los productos de la sierra, ves a los camiones y a los estibadores, ves a estibadores muy jóvenes, estibadores ancianos… y te termina conmoviendo esa fuerza, ese espíritu por arraigarse, esa lucha por la vida, por sobrevivir y… todas esas emociones que te pueden venir y esas sensaciones que te dan los olores de los productos que llegan… el culantro, el apio… y el olor es intenso… y te tranquiliza. En un momento ves toda La Parada y dices: «¡Qué bonita que es a esta hora!» Escuchas ruidos, gente que habla, las señoras que venden sus productos… Y a partir de eso es que fui buscando interiorizar al personaje… Ricardo me pidió mucho que buscara la fisicalidad de estos cargadores como su peso, cómo caminan, cómo miran, su tiempo… Tienen un tiempo distinto, de ellos.

De allí vino el trabajo con el perro…

AM.- El estibador también es este perro. Entonces cuando llego al perro, cuando nos pusimos la máscara, fue otro trabajo: cómo hacer que el cuerpo, el movimiento, la energía, esté acorde a la máscara. Todo esto que Ricardo estuvo también dándole y dándole y dándole.

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La máscara tiene un peso increíble. Además, es de un perro peruano: el perro calato. ¿Cómo así lo incorporaron? ¿Se les cruzó acaso uno de estos canes?

AM.- Ricardo un día llegó y dijo: «Quiero una máscara de perro». Por algo será… (risas)

RD.- Hace tiempo estoy que quiero trabajar con imágenes de personajes antropomorfos, entonces… ¡Qué loco! Nosotros lo reconocemos, pero en Sao Paulo la gente pensó que era un monstruo, una rata, un burro…

AM.- No podían reconocer el perro.

RD.- Pero lo importante es que no era importante porque cada persona estaba viendo en su propia historia este ser antropomorfo… y eso cuando lo escuché me parecía alucinante. Acá nosotros damos obviamente ya una lectura de perro calato, perro sin pelo, peruano; allá nosotros vemos historias distintas, lo cual nos parece mucho más bacán a que haya una historia lineal.

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¿Quien hizo la máscara?

AM.- Pol Colinó. Es un maestro mascarero.

RD.- La máscara es una belleza. Es toda una pieza de arte.

En cuanto a la canción que utilizan…

AM.- «Noche«, de Vico y su grupo Karicia.

RD.- Lo que pasa es que he escuchado mucha chicha. Recuerdo que de chibolo hacía mi tarea en la sala y en mi barrio habían muchas cantinas y ahí escuché esa canción. Augusto la escuchó y se pegó.

Siempre hay una música que marca sus presentaciones…

RD.- Me gusta mucho la música, que las canciones sean usadas no como un adorno de fondo sino que representen algo. Siento que hay una dramaturgia en las canciones, historias con imágenes, que son chéveres. Es algo que en AngelDemonio hemos usado desde sus inicios. “Más allá del borde”, la primera obra de AngelDemonio, por ejemplo, utiliza una canción que el joven canta y esa es la historia que estaba pasando.

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En «Curandero» hay momentos en que el personaje invita al público de la sala a participar de sus rituales…

RD.- Lo que pasa es que hemos tenido una experiencia de la calle. Nuestro trabajo en la calle es interactuar con el público. Entonces la idea era trabajar ciertos momentos puntuales que aparecieron para no sentirte que tú llegas como público. No es como un teatro donde tú llegas, pasas, apagas la luz y prendes y aparece el actor en un estado tal. Acá el actor, el ejecutante, está delante tuyo y en su carrera va entrando en un estado y tú lo estas mirando. Él no rompe una cuarta pared porque no estamos generando una cuarta pared. Nos interesa que la gente sea parte de, en lugar de que solo se siente a ver. La sala no nos tiene que dejar perder esa interacción, esa relación con el espectador.

AM.- Igual siempre terminamos interviniendo el espacio: escribimos en las paredes, colgamos una sábila… Es una intervención de la sala también.

La obra rescata varios rituales populares…

AM.- Sí, pero son rituales cercanos bastante cotidianos. Por ejemplo, está la pasada de huevo que a mí de niño mi mamá me tenía locazo pasándome el huevo. También está la sábila. Caminando por La Parada, vimos esta sábila gigante y Ricardo se enamoró de ella. ¡Quién no ha visto una sábila colgada en la puerta de alguna casa! Está ahí, bien presente.

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Digamos entonces que hay una recreación de estos rituales…

RD.- Sí, una transformación. Lo que pasa es que el ritual en sí es una creación del ser humano para encontrar una trascendencia. En este caso hemos tomado elementos que tienen que ver -como la ruda, la sábila, el huevo, el agua florida- con el estado en que Augusto entra, el que ejecuta desde el inicio. La presentación para nosotros es una parte importante, digamos de las más importantes en la obra, desde encontrar al actor, al artista, al performer, ejecutante, ser humano, armando un espacio delante tuyo para empezar… un ritual. El teatro es un ritual también, pero vas a ver una historia delante tuyo. Entonces el estado que se logra finalmente, no funcionaría sin esta interacción con el espectador, sin que éste sienta que está participando, siendo testigo de un ritual. Por eso es que puede decirse que es una limpia, una curandería reinterpretada.

Cuando fue la primera versión del FAEL ustedes participaron con “Pampa Santa” en la Plaza San Martín y fueron el único espectáculo de calle que se presentó. Por aquellos años el FAEL era auspiciado por la Municipalidad de Lima. ¿Qué sienten en esta nueva participación?

AM.- Se siente bien. Siempre se siente bien que seas elegido para algún festival.

RD.- Es un reconocimiento a tu trabajo. Estamos felices de eso. Y es paja que vuelva el FAEL (ahora FAE Lima) porque es necesario. Que una capital como Lima no tenga un festival internacional de teatro de verdad es una pena. Todos los países lo tienen. Y que una obra como la nuestra, con esta temática, se presente, dice mucho de personas con una mayor amplitud, que están dejando abrir y apostar por una dramaturgia nacional con temas que son cuestiones populares urbanas de personajes cercanos a nosotros que a veces no los queremos visibilizar o tratar de entender. Nosotros los cholos no nos enamoramos, ¿no? El pueblo no tiene sentimientos. No existen otras vidas, otros mundos… que son igual de dolorosos y hermosos y… a veces se malentiende la construcción plástica, la belleza de la plástica y el color de nuestra cultura tradicional a nivel de formas, estilo, significados, es alucinante… Es un lugar al cual siempre vamos a volver para cualquier proyecto e inspirarnos.

¿Han pensado llevar esta obra a la parada?

RD.- La idea es que en un momento podamos hacer esta función en La Parada, pero estamos buscando mecenas. Por favor, quien quiera apuntarse a colaborar con esto, se necesita alquiler de equipos de sonido y luces y transporte, nada más, nosotros no cobramos.

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Próxima presentación: Auditorio ICPNA Miraflores. 22 de marzo. 8pm.

Fotos: Giulia Martins, AngelDemonio.

Texto: Christian Villegas.

La necesidad de rescatar nuestras historias

Conversamos con Luisa Pardo, fundadora y co-directora de Lagartijas Tiradas al Sol, un colectivo de artistas mexicanos que desde el 2003 vienen desarrollando proyectos escénicos ligados al teatro político y documental.

En febrero pasado, Luisa impartió el conversatorio «Reapropiación de la historia» y el taller «Relato: historia, biografía y documento» como parte del «Curso de especialización en dramaturgia y teatro político» organizado por el Goethe-Institut y el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico.

También presentó «Veracruz, nos estamos desforestando o cómo extrañar Xalapa», dentro de la segunda edición del Festival Temporada Alta en Perú, uno de los festivales más importantes de artes escénicas de Europa que desde el año pasado tiene presencia en nuestro país gracias a la Alianza Francesa.

«Veracruz» es una pieza de teatro testimonial que forma parte de «La democracia en México (1965-2015)» un proyecto de investigación sobre las ideas que sustentan el ideal democrático y sobre las experiencias que produce la puesta en práctica de ese ideal. «Veracruz» da una visión de lo que puede ocasionar el narcotráfico cuando se infiltra en la esfera social y política de una comunidad, una realidad que no es ajena a nuestro país y a muchos países de Latinoamérica.

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Luisa, cuéntanos un poco de los orígenes de Lagartijas Tiradas al Sol, en breve y con tus palabras.

Pues Lagartijas Tiradas al Sol es un colectivo que desde el 2003 formamos Gabino Rodríguez y yo, un poco en respuesta a un tipo de teatro que estábamos viviendo en la universidad. Creo que a nosotros nos tocó un momento de, podría llamarlo, decadencia educativa y también decadencia de un sistema muy jerárquico donde había cierta adoración al maestro y adoración a las convenciones viejas… y decidimos hacer un teatro que no dependiera de dramaturgias ajenas, que no dependiera de una producción exigente sino tratar de hacer la producción, la dramaturgia, la dirección, concibiéndonos básicamente como actores creadores también en respuesta a una postura donde el actor es un intérprete o una herramienta del demás conjunto del teatro y no un creador. Nosotros consideramos que el actor es la semilla y nosotros como actores dirigimos nuestras piezas, las escribimos, las producimos y creemos que es una forma de hacernos responsables de los discursos por los cuales estamos dando la cara.

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¿Y por qué Lagartijas Tiradas al Sol?

Un poco el nombre salió de un poema… Bueno, hay muchas versiones, pero la idea era que fuera un nombre que no fuera solemne porque generalmente nos encontramos con agrupaciones que tienen nombres “ah sí, muy serias”, como algo tomado muy a pecho, y para nosotros era pues jugar un poquito con la imagen, jugar con el nombre.

Siempre he pensado que los reptiles usan el sol, la energía, es una especie de nutrición, de acumular algo bueno para seguir viviendo… pero Gabino se ríe de mí (risas) y los demás lagartijas, pues cada quien piensa lo suyo.

¿Gabino y tú se encargan siempre de la dirección?

Nosotros hemos dirigido la mayor parte de las piezas, pero creemos que gran parte de lo que nos ha mantenido vivos es la diversidad de voces dentro del colectivo. Hay piezas dirigidas por Francisco Barreiro o Mariana Villegas. Ahora vamos a tener una pieza dirigida por Sergio López Vigueras que es también iluminador y escenógrafo, entonces las voces de Lagartijas son diversas.

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En sus obras hay una necesidad de rescatar la historia y la memoria cuestionando los relatos oficiales que nos vienen dados desde diversas instancias de poder. ¿Cómo definirías tú la línea de trabajo de ustedes?

Nosotros empezamos trabajando con autobiografía, pero con textos donde se ficcionaba esta autobiografía. Digamos que no era un testimonio tal cual, sino que generábamos relatos donde se mezclaba nuestra realidad o donde se decía lo que nosotros habíamos vivido. Después empezamos a trabajar con investigación documental y muchos de los componentes de nuestra realidad como mexicanos se volvieron componentes de nuestras escenografías, como cajas de verduras, periódicos, cosas muy sencillas, muy baratas, que nos permiten movernos fácilmente y que volvían la pieza como un todo desde el que vamos tocando temas de memoria colectiva y al mismo tiempo la memoria personal de quienes ven la pieza. Son ganchos donde nos conectábamos con el espectador.

Entonces podríamos decir que trabajamos con memoria personal pues trabajamos con autobiografía, memoria colectiva porque hablamos de la historia de México y también este tipo de memoria que es del presente que es cuestionarnos continuamente porqué estamos donde estamos, cómo estamos o porqué estamos como estamos. Entonces es reconstruir una historia para ubicarnos en el presente.

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Su propuesta también incluye el uso de las artes visuales, particularmente el video y el multimedia como parte de la dramaturgia…

Generalmente trabajamos con video y muchas veces el video se ha vuelto una de las líneas dramatúrgicas de las piezas. Es una línea dramatúrgica tal cual. Hacemos juegos constantes entre el video y nosotros donde aparecen personajes, relatos, narradores, donde el video puede ser un narrador… También generamos códigos estéticos en el video.

La música siempre está presente. ¿Han trabajado alguna vez con música en vivo?

Nomás en una pieza que acabamos de estrenar con niños de un pueblo de Oaxaca donde yo estoy viviendo. Es un pueblo de mil habitantes en una zona muy pobre del país, de mucha migración, árida, con muy poquita agua, pero con mucha historia y con mucho poder de identidad y de memoria. Allí puse un taller para dar clases gratuitas de teatro y actuación a niños y niñas donde estamos creando nuestras propias obras y aprendiendo a hacer teatro en equipo.

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Háblanos de «Veracruz», del proceso, de dónde viene, como nace…

Bueno, Veracruz es el estado donde yo crecí, es el estado donde nació mi papá, mi abue, toda la línea paterna… Y el año antepasado nos invitaron a presentarnos en un festival en Santiago de Compostela en España y nos pidieron que diéramos una conferencia sobre el asesinato de Nadia Vera y Rubén Espinosa, sobretodo de Nadia Vera, quien era activista, antropóloga y gestora cultural de una compañía y de un festival de danza en Xalapa, en Veracruz. Era muy reciente, acababa de suceder y a un circuito de bailarines en España les pegó muy fuerte y a nosotros también, como artistas y como clase media. Era una línea muy delicada porque era muy presente, era una cosa en sí muy dolorosa… Entonces hicimos la propuesta de que yo, como soy de Veracruz, pues construyera un relato donde hablara un poco de la historia de Veracruz, de mi historia en Veracruz, para contextualizar también lo que había pasado con Nadia y con Rubén. También hice la propuesta de pedirle a personas que conozco, que nos hablaran en video o en audio de estas problemáticas o de su relación con Veracruz. Digamos que la pieza se vuelve una recopilación de audios de otros amigos que también son jóvenes y que tienen una relación personal con el estado de Veracruz o que tuvieron alguna relación con Nadia… Luego hice una pequeña dramaturgia de video con audios y yo en escena dando la conferencia.

También no es una pieza que sea fácil de hacer porque han pasado muchas cosas de febrero del año pasado que estrené a este febrero, entonces hubo que actualizar mucho de la información y sobretodo pues que el punto de esta pieza no es estético, o sea, sí es artístico, pero al mismo tiempo es más… una urgencia.

Hay todo un trabajo antropológico detrás de esta obra…

Sí… tenemos allí un enfoque que no es nada académico, pero tenemos cierta herencia de ciencias sociales y humanidades en nuestras familias, entonces pues ahí involuntariamente sucede (risas).

¿Por qué montar “Veracruz” en Lima? ¿Qué te motivó?

Pues es una buena pregunta y me la pregunto cada vez que salgo de México a dar función de esta conferencia…

Pues de entrada porque la familia de Nadia Vera en algún momento insistió que se sepa, que se sepa, que se sepa…

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Pero también sé que puede ser relevante compartir este tipo de trabajo porque es una forma de invitar a los artistas de mi generación y a los más jóvenes a involucrarse con su propio país y con las propias temáticas y entender que vivimos en un mundo en una crisis importante y que tenemos que reflexionar al respecto y como artistas tenemos la responsabilidad de hacerlo. Entonces lo hago también como forma de compartir mi manera de ver el arte, mi manera de ver el teatro… pero no me es fácil, no me es fácil…

En esta pieza tú diriges, actúas, produces… ¿Cómo te das abasto para tanto?

Creo que tiene que ver con cómo hacemos teatro, o sea, la apuesta que tenemos con el teatro que es de un sistema de producción muy casero, una especie de estética pobre, ¿no? Que no es un pobre maquillado, no es que le pongamos pátina a las cosas. No es que raspemos los zapatos para que se vean gastados, sino que usamos nuestros propios zapatos en escena, nuestras propias historias, cosas que nos vamos encontrando para escribir. Digamos que es una forma de hacer las cosas que nos permite hacerlas. Nosotros nos basamos en el principio de NO HAGAS COMO QUE HACES SINO HAZ y a veces uno pierde mucho el tiempo pensando y hablando de la existencia ¡cuando estamos dejándola pasar! (risas).

Creo que nos damos abasto porque de entrada trabajamos en equipo y porque hacemos las cosas de una manera pues lo más sencilla que se pueda.

La primera vez que Lagartijas Tiradas al Sol se presentó en Lima fue en el 2011 con la obra “Asalto al agua transparente” incluida dentro del XII Festival Internacional de Teatro de Grupo organizado por los 40 años de Cuatrotablas. Luego trajeron en el 2014 “El rumor del incendio” al FAEL. Y el año pasado “Está escrita en sus campos” como parte de la primera edición del Festival Temporada Alta en Perú. Digamos que ésta es la cuarta presentación del colectivo en Lima.

Sí. Yo no vine el año pasado, vino parte del equipo de Lagartijas, pero bueno, siempre estamos allí.

Y en tu tercera vez acá en Perú, ¿cómo te has sentido? ¿Qué podrías rescatar o comentar?

Pues yo creo que el Perú es un país muy amoroso, en muchos sentidos es caótico igual que México y es ¡tan pluricultural!… y tiene una desigualdad social que a mí me abruma también. Pero a través de la comida se puede expresar el amor de la gente y este cariño popular es de mucha generosidad. Es un pueblo de mucha generosidad.

Y ahora en el taller pues a mí me sorprendió mucho que eran veintidós alumnos y tres días para trabajar y las cosas fluyeron porque tenían cierta capacidad o apertura a hacer el trabajo en equipo, que era mi punto central para el taller. Ellos están haciendo un trabajo muy individual de escritura de testimonio de sus propias historias y de repente llegué a plantearles un mírense, escúchense, un poco dejando a lado los temas que estaban tratando… y los sentí muy dispuestos, muy generosos… generosas, pues eran mayoría mujeres y les hablaba más en femenino.

¿Te animarías algún día a hacer una obra sobre Lima o el Perú?

Pueda ser que sí.


Fotos: Alianza Francesa, Christian Villegas, Lagartijas Tiradas al Sol.
Texto: Christian Villegas.

«Grietas»: todos hacemos microteatro

Una de las características de la época actual es la microsegmentación de públicos. Podcast, cenas temáticas, showrooms, microfestivales, son solo algunos de los muchos ejemplos existentes. Por el lado de los productores, ya no se trata solo de crear series o experiencias para las grandes masas, como en los tiempos en que reinaban la radio y la televisión. Internet y el marketing permiten y sugieren, respectivamente, ofrecer eventos y productos para públicos tan específicos como variados. Este hecho tiene una consecuencia inminente: muchos de esos eventos ya no necesitan ser masivos para ser viables. Por el contrario, se desarrollan en un ambiente bastante íntimo.

No pude dejar de sentir esto tras ver «Grietas», escrita por Christian Saldívar y dirigida por Jamil Luzuriaga. Pocas veces he sentido tal nivel de intimidad en una puesta en escena, no tanto por el contenido de la obra como por el fenómeno externo. Un dramaturgo escribe sobre un tema que le sobrecoge, recibe apoyo de un concurso, decide montarlo, convoca a amigos y a actores, y ofrece una función para un público reducido cada vez. El propio diseño del espacio no exige un público numeroso: somos unos cuantos alrededor de la casa (que podríamos ser los vecinos).

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Este es el equipo humano de la obra.

Luego, inevitablemente, pienso que todos quienes hacemos teatro somos un poco así. Soñamos con ser masivos, pero en la práctica somos un producto alternativo, a veces casi un evento familiar, una delicatessen, una exquisitez del sistema. Somos el resultado de nuestra terquedad por ganarnos el derecho de decir lo que nos inquieta, de mostrar la alquimia de nuestro arte. Somos micro, poderosos, pero micro al fin. Es tal el sentido del título de este artículo. Tal vez algún lector interpretó algo más, alguna alusión al formato de obras cortas -resistido por unos y amado por otros-. Pero no. No es eso. Pensamos mas bien en la naturaleza de la propuesta teatral y en su lugar en la sociedad actual. Creadores jóvenes -o de espíritu joven- que conquistan la libertad expresando su sentir ante un grupo reducido de extraños o familiares.

Esta nostalgia de productor fue el aftertaste de «Grietas». Tal vez estamos descubriendo la pólvora, pero bueno, qué se hace.

OK.

«Grietas» se ubica en la transición de los años 80 a los 90 en Lima. Época de incertidumbre, desinformación y violencia. Una familia vive una crisis financiera que se agudiza por la llegada de un familiar, el hermano y dueño de la casa, quien les pide que la desalojen. Sin embargo, mucho más que el espacio físico donde vivir está en juego. Los secretos y carencias afectivas estarán a la orden del día.

La puesta en escena nos hace testigos de la ridiculez de sus personajes adultos y la inocencia/estupidez de los jóvenes. Nos hace a todos denunciantes y, sin embargo, en su universo ficcional no hay salida posible ni valor que nos salve del problema que propone. El montaje es sólido en su propuesta y las actuaciones -sobre todo las más jóvenes- no  desentonan. En contraposición, se extraña más claridad en algunos aspectos: para saber distinguir momentos presentes de flashbacks, recuerdos de sueños, personas de fantasmas. El recurso de las cajas, si bien deja una sensación interesante, no ayuda a reducir esta falta de claridad: unas veces parecen una metáfora y otras son usadas literalmente, como cajas.

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La puesta nos introduce en el corazón decadente de una familia limeña.

En nuestra opinión, la referencia al texto inspirador de Hesse «El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer tiene que destruir un mundo.» queda como un tanto anecdótica: acompaña el momento de la protagonista pero no se conecta de modo esencial con la totalidad de la obra. Parece más un capricho del dramaturgo (quien es libre de hacerlo, sin duda).

Finalmente, vale destacar la continua labor de Christian Saldívar y Jamil Luzuriaga (escritor y directora de la obra, respectivamente) . El primero, traductor de formación y la segunda filósofa, han encontrado en el teatro un lugar donde su presencia es sumamente valiosa y donde sus propias grietas se vuelven luz.

Temporada: Del 20 de Octubre al 27 de Noviembre de 2016. De Jueves a Sábado a las 8pm y Domingo a las 7pm.

Lugar: Teatro Ensamble: Av. Bolognesi 397 – Barranco.

 

La vida después de tu propio velorio: a dos años del evento de MUESTRA en la Casa de la Literatura

El 26 de setiembre de 2014, en el auditorio de la Casa de Literatura peruana, Sara Joffré comandaba el adiós a la revista que ella misma creó y dirigió. Se trató de un evento único en su especie: el velorio en vida de MUESTRA, aquel fortín de resistencia contra el olvido que publicó las obras de tantos dramaturgos peruanos, además de críticas, entrevistas, entre otros géneros.

En un país con pésima memoria, para un arte tan efímero como el teatro, la existencia de MUESTRA constituyó un alivio, una antorcha que no fueron capaces de encender ni las universidades, ni las escuelas de formación teatral, ni evidentemente el Estado. MUESTRA permitió que, aunque pase el tiempo, teatristas, académicos, público peruano y extranjero, puedan conocer y estudiar nuestro teatro, montarlo en otras circunstancias, ponerlo en valor y perspectiva.

La inminente muerte de la revista, hecha cuestión pública, sublevó el corazón de unos pocos muchachos –entre los que se encontraban el equipo de este blog- que decidieron comunicarle a Sara Joffré su intención de continuar ellos mismos la gestión de la revista. Ellos eran actores, directores, escritores y diseñadores que quisieron evitar que el barquito de MUESTRA se hunda o “termine en aguas alienadas”, en palabras de su fundadora.

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La labor de MUESTRA es fundamental en muchas ciudades del país.

El resto de la historia lo conocemos todos: Sara Joffré nos dejó pocos meses después de haber entregado la posta de la revista y se hizo aún más leyenda. El nuevo equipo de MUESTRA obtuvo el permiso también de los herederos de Joffré y lanzó la edición número 25 en febrero de 2015, en el Club de Teatro de Lima, con obras de Rocío Limo y Paco Caparó. Haciendo un esfuerzo, publicarían otro número más ese mismo año, donde se incluyeron los textos de Natalio Díaz y Sebastián Eddowes.

Como informamos en este blog, la presentación de la edición número 26 se realizó en diciembre en la ciudad de Huancayo, en la sede del Ministerio de Cultura Sede Junín, con la presencia de personalidades del quehacer teatral local.

¿Y este 2016?

En una reciente publicación en su página de Facebook, la revista MUESTRA ha anunciado que su próxima edición, a salir a fines de año, estará dedicada a un director, actor y escritor, un hombre de teatro en todo el sentido de la palabra: Ismael Contreras, fundador del grupo Palosanto. Contreras es autor de numerosas obras tanto infantiles como para adultos. Se incluirá una reseña de su trayectoria, además de información sobre la situación del teatro escolar en el Perú.

Ya lo saben: el barco de MUESTRA se mantiene a flote, en aguas familiares, gracias a su nuevo equipo y al apoyo generoso del Club de Teatro de Lima.

Art Connection presenta «Gertrude, una superheroína con nombre peculiar»

El equipo de Art Connection presenta, bajo la dirección y dramaturgia de Marianella Pantoja y Carla Valdivia, la obra infantil «Gertrude, una superheroína con nombre peculiar», con las actuaciones de  Gina Yangali, Alicia Mercado, Tatiana Espinoza, Jorge Black, Martín Abrisqueta, Manuel Díaz y Salomé Reyes. El montaje podrá apreciarse los sábados y domingos hasta el 27 de noviembre en el Auditorio AFP Integra del MALI, a las 4 p.m.

Argumento: Gertrude es una niña muy imaginativa y con un nombre peculiar que conocerá un nuevo mundo de superhéroes junto a dos amigos: Agatha y Artro. Con su ayuda y la de Taka, una abuela karateca, enfrentará al villano que ronda la ciudad y logrará descubrir sus propios súper poderes.

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Art Connection se define a sí mismo como un proyecto de educación integral que busca desarrollar en niños y jóvenes competencias que les permitan desempeñarse positivamente en sus relaciones con los demás y con ellos mismos; además de incentivar el pensamiento imaginativo y la creatividad.

Entradas:
20 soles general
10 soles niños

Para más información de la obra, puede consultar aquí el enlace de su página oficial.

Festival de Teatro en Letras en San Marcos

Bienvenidos todos los espacios de discusión y difusión de nuestras artes escénicas. Más aún si su concepción y gestión nacen de la misma comunidad universitaria y el público amante/consumidor. En esta oportunidad tenemos el agrado de comentar el inicio del Festival Interactivo de Teatro en Letras – FITEL 2016.

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«Ratsodia», creación de Espacio Libre, estará en el festival. Foto extraída de Lima Vaga.

Este tendrá espacio del 10 al 14 de octubre en el campus de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos – UNMSM, gracias a la organización del Centro Federado de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la  junto al grupo teatral Contacto y los propios estudiantes interesados. El FITEL albergará presentaciones de elencos profesionales y estudiantiles, talleres, conversatorios. presentación de publicaciones, y más. Espacio Libre, la revista MUESTRA (ver nota), Ana Correa son solo algunos de los invitados.

Compartimos nuestro entusiasmo por espacios como este; el público, los productores teatrales (dramaturgos, actores, directores, getsores) y la comunidad académica necesitan generar espacios de discusión y encuentro para conocerse, intercambiar puntos de vista y debatir. Urgente. 

¿Interesado en el FITEL? Acá te dejamos la programación:

 

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Lunes 10

1:00pm – Inauguración: Estudiantes de Danza UNMSM.

2:00pm. – Intervención y conversa: “Teatro como herramienta para…” Colectivo Estirpe y Arena y Esteras

5:00 pm. Obra: “Urdimbres y sutilezas” por E.N.S. de Follklore José María Arguedas.

6:00 pm. – Obra: “Diálogos de andinas” por TUSM

 

Martes 11

2:00 pm. – Taller de Clown: “De Raros” por Los raros.

4:30 pm. Clown: “Pan Pan” por Los raros.

5:00 pm. – Narración oral: “Ni brujas, ni princesas” por Mariela Cabrejos.

6:30pm. – Obra: “Niebla Raquea” por Mashara Teatro.

 

Miércoles 12

1:30pm. – Obra: “Torito Jawa” por CIFAE.

2:30pm. – Taller: “De la presencia a la representación” por Ana Correa.

6:00pm. – Obra: “Ratsodia”, por Espacio Libre.

 

Jueves 13

2:00pm. – Presentación Revista Muestra Nº27

4:00pm. – Obra: “¿Adicto, yo?” por TUNI.

6:00pm. – Obra: “La Campana” por Mirella Quispe; y “Dos para el camino” por Danny Sánchez.

 

Viernes 14

2:00pm. – Conversatorio: “Teatro que vivimos” por Ernesto Ráez e Hildi Quintanilla.

4:30pm. – Obra: “Memorias de un martillo” por TUCS.

6:00pm. – Performance-Ritual: “Juego de Círculos”.

7:30pm. – Cierre musical: “Crónica de mendigos”.