Esos miedos que yacen detrás de nuestra historia…

Conversamos con Leo Cubas, director de “Encuentro”, segundo montaje del grupo teatral MANADA estrenado en la A.A.A. a fines del 2016 y que próximamente estará en el IV Festival Escena Sur de la Universidad Científica del Sur este 16 y 17 de mayo en la Alianza Francesa de Miraflores.

“Encuentro” es la historia de Gonzalo (Luis Yataco), un joven arquitecto que busca reencontrarse con sus orígenes, y Catalina (Yamile Caparó), una joven fotógrafa al final de una larga relación amorosa. Ambos realizan un viaje a Ayacucho para aclarar sus presentes y se conocen ignorando la historia que los une. A partir de entonces deberán afrontar sus heridas personales y sus historias familiares en busca de un mejor presente para los dos.

“Encuentro” es una obra que confronta a dos generaciones frente a un hecho silenciado que aún divide a los peruanos: el tema del conflicto armado interno.

Cuéntanos Leo, ¿cómo surge Manada Teatro?

Surge de la necesidad de establecer una plataforma para crear y gestionar nuestros propios proyectos. Luis Yataco y yo estábamos con muchas ganas de poner en práctica lo aprendido durante la carrera. Habíamos tenido pequeños trabajos fuera de la universidad, pero dijimos HAY QUE HACER ALGO MÁS QUE SOLAMENTE ESTUDIARLO O EJERCERLO DE MANERA PEQUEÑA EN OTROS ÁMBITOS. Él quería actuar y yo tenía muchas ganas de dirigir. Luego el grupo se consolida cuando ingresa Lucía Castro que es la que organiza y establece un orden en el grupo.

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¿Dónde se conocieron?

En Artes Escénicas de la Universidad Científica del Sur. Los tres ingresamos en el 2011 y por cosas de la vida formamos Manada en el 2014 y lo consolidamos los tres.

¿Qué los motivó?

Tocar temas que tengan que ver con nuestro país, con la sociedad, con la patria… Los tres estamos motivados por eso y creo que esos son los ejes con los que se ha vinculado Manada primero con “Entre ratas y gorriones” y ahora con “Encuentro”.

Su primer montaje, “Entre ratas y gorriones”, es una obra del dramaturgo chileno Sergio Arrau. ¿Cómo nace la idea de hacer un montaje de autoría propia como “Encuentro”?

Teníamos que hacer nuestro proyecto final de egresados, así que comenzamos a soltar temas y nos dimos cuenta que uno de los principales era la relación con la herencia: qué hemos heredado de nuestros padres. El papá de Luis es militar, mi papá es policía y el papá de Lucía es periodista. De alguna manera los tres hemos estado vinculados de manera indirecta con lo que pasó en nuestro país, hemos heredado hasta ciertos miedos de nuestros padres de la época de violencia, entonces dijimos: “Ya, hay que tratar este tema”, pero no desde un eje donde los protagónicos sean los personajes que vivieron esa guerra sino desde sus hijos… como nosotros. Somos nosotros. ¿Y de qué manera? Desde el sentido del amor. Con estas primeras ideas nos lanzamos en una etapa de investigación y de exploración hasta que llegamos al texto.

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¿Cómo fue este proceso? ¿Cuánto tiempo les tomó?

Ubicamos primero sesiones de conversación para compartir información donde vimos temáticas comunes y escogimos una temática. Luego iniciamos una etapa de investigación bastante teórica y buscamos algunos referentes artísticos que nos motiven como novelas, películas, obras… De ahí pasamos a una etapa de exploración en el espacio con el material encontrado… Me encierro un mes y medio a escribir “Encuentro” y de allí vienen los ensayos que nos tomó tres meses. El proceso duró desde enero hasta noviembre y después estrenamos.

¿Siempre todos desde un inicio?

Lucía, Luis y yo, los tres desde un inicio.

¿Cómo fue el proceso de integrar a los demás actores al proyecto?

Bueno, con Yamile Caparó habíamos trabajado en un curso el año pasado que fue como la pequeña semilla de “Encuentro”. Entonces le dije: “Mira Yami, tengo mi proyecto final en noviembre, me gustaría que seas parte” y aceptó. Luego estuvimos buscando actores para los padres y llegamos a Janncarlo Torrese (el senderista) que es de Aranwa y a Dante del Águila (el policía) que es de Diez Talentos. Les compartimos el texto y les motivó mucho. Ellos nos comentaron que desde su perspectiva de actores siempre habían querido tocar un tema vinculado al conflicto armado interno y no lo habían podido hacer hasta ese momento.

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¿Qué los motivó a tocar el tema del conflicto armado interno? ¿Alguna vivencia específica?

Creo que es la herencia… pequeñas cosas, pequeños miedos que nosotros heredamos. Luis tiene muy presente los viajes, él tenía que viajar mucho por todas las cosas que su papá tenía que resolver durante el conflicto armado interno… y también mi papá. Yo tengo pequeñas historias o anécdotas que mi mamá me cuenta: por ejemplo, mi mamá no podía decir muchas veces a los vecinos que mi papá era policía, decía que mi papá era maestro porque a los policías los mataban… ¡donde sea! Entonces ella vivía con mucho miedo, mucha angustia… quizás es la angustia que me dejaba mi mamá cuando mi papá salía de casa… y yo me preguntaba a dónde irá, a qué hora volverá… Y bueno el papá de Lucía, que es periodista, estuvo muy cerca a todos los conflictos sociales durante el 80 al 2000. Entonces creo que era el momento -justo al final de nuestras carreras- donde necesitábamos purificarnos, botar todo lo que nuestros papás nos transmitieron y convertirlo en una obra.

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La figura paterna está muy presente en “Encuentro”, mientras que la figura femenina está casi ausente, incluso la figura materna surge más como una evocación…

Bueno, yo escribo la obra pero ahí están las vivencias de nosotros tres… y en momentos de debate hemos dicho: “Pucha sí, mucho nuestros papás… ¿y nuestras mamás en que momento están si son las que durante la ausencia de nuestros padres han estado presentes?” Entonces creo que se evoca siempre a la figura femenina, se le evoca en la esposa del policía y del senderista diciendo que ellas hablaban de la revolución a partir del amor o que el final de todo era amar y dejarse amar; también se evoca a la mamá del policía, porque creíamos que era necesario darle un espacio a la madre que siempre ha sido el punche para nosotros, el motor.

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Hay un tema de fondo que es la reconciliación con tu pasado, tanto personal como social y está también el tema de la memoria, de hablar sobre las otras memorias…

Sí. Nosotros queríamos poner al personaje principal del otro lado que no es la historia oficial, la historia que nos contaron, y darle también voz. Es por eso que el personaje principal es Gonzalo, el hijo del personaje que es de Sendero Luminoso. Eso también nos permite que el espectador se sensibilice, empatice con -por así decirlo- “el otro lado no oficial” que igual se vivió.

El tema de la relación de pareja entre dos jóvenes es el punto de partida para abordar el tema del conflicto armado interno. ¿Por qué lo plantearon así?

Nosotros creímos que tocándolo desde el amor de dos jóvenes cuyos padres son de distintos bandos, íbamos a llegar de la mejor manera a todo tipo de público, porque creo que todos nos hemos identificado en algún punto de nuestra vida con una historia de amor. Entonces a partir de esa pequeña historia de amor es que podemos contar lo que ha pasado en nuestro país y cómo las personas de nuestra generación aún cargan con esa herencia.

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Hablando de herencias y generaciones… Dime, ¿ustedes han nacido en los 80s, 90s…?

Todos somos 90s. Los primeros años de los 90s.

¿Cómo fue para ustedes tocar una vivencia que -digamos- no han sentido o no han respirado como alguien que la vivió en los 80s?

FUE BIEN DURO, fue bien duro… Nos hemos dado cuenta que nuestros propios padres no nos contaban sobre la guerra, sobre lo que había pasado durante esos 20 años. Nuestros padres son sobrevivientes de una época. Entonces muchos de esos sobrevivientes toman dos caminos: compartir la información o mantenerla en silencio.

También nos hemos dado cuenta que el sistema educativo en nuestros once años de colegio no nos compartía la información necesaria. Entonces hemos tenido que investigar por nuestra propia cuenta, leer el informe de la CVR, ver los documentales, ir a las bibliotecas, al internet… pero ha sido bien duro porque te das con cifras ENORMES, te das con datos que no esperabas… pero creo que es necesario, creo que a los tres nos ha abierto la perspectiva, nos ha cambiado la perspectiva totalmente de lo que ha pasado anteriormente con nuestro país. Nos permite entender de mejor forma nuestro presente.

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¿Qué planes a futuro tiene Manada Teatro?

Este año nuestra prioridad es seguir moviendo Encuentro, quizás llevarla a provincias ya que Lucía es de Piura, Luis ha vivido un montón de tiempo en Puno y mi familia es de varios pueblitos de La Libertad, entonces sería bueno llevarlo a esos sitios o al mismo Trujillo… y finalizando este año, vamos a seguir debatiendo los temas que nos interesan para el 2018 lanzarnos con una nueva obra.


Fotos: María Alejandra Quino.

Texto: Christian Villegas.

La necesidad de rescatar nuestras historias

Conversamos con Luisa Pardo, fundadora y co-directora de Lagartijas Tiradas al Sol, un colectivo de artistas mexicanos que desde el 2003 vienen desarrollando proyectos escénicos ligados al teatro político y documental.

En febrero pasado, Luisa impartió el conversatorio «Reapropiación de la historia» y el taller «Relato: historia, biografía y documento» como parte del «Curso de especialización en dramaturgia y teatro político» organizado por el Goethe-Institut y el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico.

También presentó «Veracruz, nos estamos desforestando o cómo extrañar Xalapa», dentro de la segunda edición del Festival Temporada Alta en Perú, uno de los festivales más importantes de artes escénicas de Europa que desde el año pasado tiene presencia en nuestro país gracias a la Alianza Francesa.

«Veracruz» es una pieza de teatro testimonial que forma parte de «La democracia en México (1965-2015)» un proyecto de investigación sobre las ideas que sustentan el ideal democrático y sobre las experiencias que produce la puesta en práctica de ese ideal. «Veracruz» da una visión de lo que puede ocasionar el narcotráfico cuando se infiltra en la esfera social y política de una comunidad, una realidad que no es ajena a nuestro país y a muchos países de Latinoamérica.

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Luisa, cuéntanos un poco de los orígenes de Lagartijas Tiradas al Sol, en breve y con tus palabras.

Pues Lagartijas Tiradas al Sol es un colectivo que desde el 2003 formamos Gabino Rodríguez y yo, un poco en respuesta a un tipo de teatro que estábamos viviendo en la universidad. Creo que a nosotros nos tocó un momento de, podría llamarlo, decadencia educativa y también decadencia de un sistema muy jerárquico donde había cierta adoración al maestro y adoración a las convenciones viejas… y decidimos hacer un teatro que no dependiera de dramaturgias ajenas, que no dependiera de una producción exigente sino tratar de hacer la producción, la dramaturgia, la dirección, concibiéndonos básicamente como actores creadores también en respuesta a una postura donde el actor es un intérprete o una herramienta del demás conjunto del teatro y no un creador. Nosotros consideramos que el actor es la semilla y nosotros como actores dirigimos nuestras piezas, las escribimos, las producimos y creemos que es una forma de hacernos responsables de los discursos por los cuales estamos dando la cara.

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¿Y por qué Lagartijas Tiradas al Sol?

Un poco el nombre salió de un poema… Bueno, hay muchas versiones, pero la idea era que fuera un nombre que no fuera solemne porque generalmente nos encontramos con agrupaciones que tienen nombres “ah sí, muy serias”, como algo tomado muy a pecho, y para nosotros era pues jugar un poquito con la imagen, jugar con el nombre.

Siempre he pensado que los reptiles usan el sol, la energía, es una especie de nutrición, de acumular algo bueno para seguir viviendo… pero Gabino se ríe de mí (risas) y los demás lagartijas, pues cada quien piensa lo suyo.

¿Gabino y tú se encargan siempre de la dirección?

Nosotros hemos dirigido la mayor parte de las piezas, pero creemos que gran parte de lo que nos ha mantenido vivos es la diversidad de voces dentro del colectivo. Hay piezas dirigidas por Francisco Barreiro o Mariana Villegas. Ahora vamos a tener una pieza dirigida por Sergio López Vigueras que es también iluminador y escenógrafo, entonces las voces de Lagartijas son diversas.

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En sus obras hay una necesidad de rescatar la historia y la memoria cuestionando los relatos oficiales que nos vienen dados desde diversas instancias de poder. ¿Cómo definirías tú la línea de trabajo de ustedes?

Nosotros empezamos trabajando con autobiografía, pero con textos donde se ficcionaba esta autobiografía. Digamos que no era un testimonio tal cual, sino que generábamos relatos donde se mezclaba nuestra realidad o donde se decía lo que nosotros habíamos vivido. Después empezamos a trabajar con investigación documental y muchos de los componentes de nuestra realidad como mexicanos se volvieron componentes de nuestras escenografías, como cajas de verduras, periódicos, cosas muy sencillas, muy baratas, que nos permiten movernos fácilmente y que volvían la pieza como un todo desde el que vamos tocando temas de memoria colectiva y al mismo tiempo la memoria personal de quienes ven la pieza. Son ganchos donde nos conectábamos con el espectador.

Entonces podríamos decir que trabajamos con memoria personal pues trabajamos con autobiografía, memoria colectiva porque hablamos de la historia de México y también este tipo de memoria que es del presente que es cuestionarnos continuamente porqué estamos donde estamos, cómo estamos o porqué estamos como estamos. Entonces es reconstruir una historia para ubicarnos en el presente.

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Su propuesta también incluye el uso de las artes visuales, particularmente el video y el multimedia como parte de la dramaturgia…

Generalmente trabajamos con video y muchas veces el video se ha vuelto una de las líneas dramatúrgicas de las piezas. Es una línea dramatúrgica tal cual. Hacemos juegos constantes entre el video y nosotros donde aparecen personajes, relatos, narradores, donde el video puede ser un narrador… También generamos códigos estéticos en el video.

La música siempre está presente. ¿Han trabajado alguna vez con música en vivo?

Nomás en una pieza que acabamos de estrenar con niños de un pueblo de Oaxaca donde yo estoy viviendo. Es un pueblo de mil habitantes en una zona muy pobre del país, de mucha migración, árida, con muy poquita agua, pero con mucha historia y con mucho poder de identidad y de memoria. Allí puse un taller para dar clases gratuitas de teatro y actuación a niños y niñas donde estamos creando nuestras propias obras y aprendiendo a hacer teatro en equipo.

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Háblanos de «Veracruz», del proceso, de dónde viene, como nace…

Bueno, Veracruz es el estado donde yo crecí, es el estado donde nació mi papá, mi abue, toda la línea paterna… Y el año antepasado nos invitaron a presentarnos en un festival en Santiago de Compostela en España y nos pidieron que diéramos una conferencia sobre el asesinato de Nadia Vera y Rubén Espinosa, sobretodo de Nadia Vera, quien era activista, antropóloga y gestora cultural de una compañía y de un festival de danza en Xalapa, en Veracruz. Era muy reciente, acababa de suceder y a un circuito de bailarines en España les pegó muy fuerte y a nosotros también, como artistas y como clase media. Era una línea muy delicada porque era muy presente, era una cosa en sí muy dolorosa… Entonces hicimos la propuesta de que yo, como soy de Veracruz, pues construyera un relato donde hablara un poco de la historia de Veracruz, de mi historia en Veracruz, para contextualizar también lo que había pasado con Nadia y con Rubén. También hice la propuesta de pedirle a personas que conozco, que nos hablaran en video o en audio de estas problemáticas o de su relación con Veracruz. Digamos que la pieza se vuelve una recopilación de audios de otros amigos que también son jóvenes y que tienen una relación personal con el estado de Veracruz o que tuvieron alguna relación con Nadia… Luego hice una pequeña dramaturgia de video con audios y yo en escena dando la conferencia.

También no es una pieza que sea fácil de hacer porque han pasado muchas cosas de febrero del año pasado que estrené a este febrero, entonces hubo que actualizar mucho de la información y sobretodo pues que el punto de esta pieza no es estético, o sea, sí es artístico, pero al mismo tiempo es más… una urgencia.

Hay todo un trabajo antropológico detrás de esta obra…

Sí… tenemos allí un enfoque que no es nada académico, pero tenemos cierta herencia de ciencias sociales y humanidades en nuestras familias, entonces pues ahí involuntariamente sucede (risas).

¿Por qué montar “Veracruz” en Lima? ¿Qué te motivó?

Pues es una buena pregunta y me la pregunto cada vez que salgo de México a dar función de esta conferencia…

Pues de entrada porque la familia de Nadia Vera en algún momento insistió que se sepa, que se sepa, que se sepa…

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Pero también sé que puede ser relevante compartir este tipo de trabajo porque es una forma de invitar a los artistas de mi generación y a los más jóvenes a involucrarse con su propio país y con las propias temáticas y entender que vivimos en un mundo en una crisis importante y que tenemos que reflexionar al respecto y como artistas tenemos la responsabilidad de hacerlo. Entonces lo hago también como forma de compartir mi manera de ver el arte, mi manera de ver el teatro… pero no me es fácil, no me es fácil…

En esta pieza tú diriges, actúas, produces… ¿Cómo te das abasto para tanto?

Creo que tiene que ver con cómo hacemos teatro, o sea, la apuesta que tenemos con el teatro que es de un sistema de producción muy casero, una especie de estética pobre, ¿no? Que no es un pobre maquillado, no es que le pongamos pátina a las cosas. No es que raspemos los zapatos para que se vean gastados, sino que usamos nuestros propios zapatos en escena, nuestras propias historias, cosas que nos vamos encontrando para escribir. Digamos que es una forma de hacer las cosas que nos permite hacerlas. Nosotros nos basamos en el principio de NO HAGAS COMO QUE HACES SINO HAZ y a veces uno pierde mucho el tiempo pensando y hablando de la existencia ¡cuando estamos dejándola pasar! (risas).

Creo que nos damos abasto porque de entrada trabajamos en equipo y porque hacemos las cosas de una manera pues lo más sencilla que se pueda.

La primera vez que Lagartijas Tiradas al Sol se presentó en Lima fue en el 2011 con la obra “Asalto al agua transparente” incluida dentro del XII Festival Internacional de Teatro de Grupo organizado por los 40 años de Cuatrotablas. Luego trajeron en el 2014 “El rumor del incendio” al FAEL. Y el año pasado “Está escrita en sus campos” como parte de la primera edición del Festival Temporada Alta en Perú. Digamos que ésta es la cuarta presentación del colectivo en Lima.

Sí. Yo no vine el año pasado, vino parte del equipo de Lagartijas, pero bueno, siempre estamos allí.

Y en tu tercera vez acá en Perú, ¿cómo te has sentido? ¿Qué podrías rescatar o comentar?

Pues yo creo que el Perú es un país muy amoroso, en muchos sentidos es caótico igual que México y es ¡tan pluricultural!… y tiene una desigualdad social que a mí me abruma también. Pero a través de la comida se puede expresar el amor de la gente y este cariño popular es de mucha generosidad. Es un pueblo de mucha generosidad.

Y ahora en el taller pues a mí me sorprendió mucho que eran veintidós alumnos y tres días para trabajar y las cosas fluyeron porque tenían cierta capacidad o apertura a hacer el trabajo en equipo, que era mi punto central para el taller. Ellos están haciendo un trabajo muy individual de escritura de testimonio de sus propias historias y de repente llegué a plantearles un mírense, escúchense, un poco dejando a lado los temas que estaban tratando… y los sentí muy dispuestos, muy generosos… generosas, pues eran mayoría mujeres y les hablaba más en femenino.

¿Te animarías algún día a hacer una obra sobre Lima o el Perú?

Pueda ser que sí.


Fotos: Alianza Francesa, Christian Villegas, Lagartijas Tiradas al Sol.
Texto: Christian Villegas.

La guerra de los pañales fantasmas

Esta creación colectiva del grupo «Derramando lisura» regresa con una corta temporada, los viernes y sábados de mayo a las 8:30 pm en el Galpón Espacio.

La trama: algo se está pudriendo en las oficinas del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables; la escandalosa desaparición de millones de pañales comprados con el dinero del pueblo pone en jaque a las amiguísimas ex-ministras Ana Jarra y Carmen del Monte. Señalados como culpables, los trabajadores de la Oficina de Abastecimientos y Servicios tendrán que vérselas para salir bien parados de esta espiral de corrupción.

La sonada noticia de los pañales, escándalo que conocimos un tiempo atrás, es convertida en un montaje teatral donde la ficción y la realidad conversan constantemente. ¿Por qué se compraron tantos pañales sin un plan de almacenamiento ni distribución? ¿En qué momento se perdieron? ¿Quiénes son los culpables? ¿Quiénes los inocentes?

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Más información aquí.